Colaboraciones

Cultivar la autocompasión

¿Conoce usted a alguien que se cuide de verdad? Y no me refiero al cuidado de la piel, ni a ir de tapas con amigos (que está muy bien).Tampoco me refiero a aparentar ser perpetuamente feliz en las redes sociales (lo cual, por si no lo sabía, es una monumental falacia).Me refiero al cuidado emocional, al bienestar interior, a sentirse bien con uno mismo.¿Todo esto le suena a chino? Siga leyendo. Usted necesita cuidarse.

Por lo general nos queremos poco y mal. El autocuidado y la autocompasión están fuera de los contenidos curriculares de los colegios y también en la mayoría de los casos llevamos tatuado en nuestro código genético que dedicarse demasiado a uno mismo revierte en egoísmo y egolatría. Eso sin contar con nuestra tendencia natural a fustigarnos y a sentirnos culpables por casi todo.

Tampoco ayuda la definición de la RAE, que conceptúa la compasión como “sentimiento de pena (...) ante los males de alguien” y por ende, hacia uno mismo, si hablamos de autocompasión.

Pues bien, no es ese el verdadero significado de la compasión, que nada tiene que ver con la pena, la piedad, la lástima, o la complacencia. Estos últimos términos nos posicionan en una relación de superioridad con el que sufre y en la compasión entendemos y tratamos de aliviar el sufrimiento ajeno de igual a igual.

La compasión es un sentido básico de cuidado y sensibilidad hacia el sufrimiento, tanto propio (autocompasión) como ajeno, que además lleva aparejada la intención de prevenirlo y aliviarlo. Tiene un origen evolutivo, ya que en mamíferos, como saben, las crías nacen inmaduras y ese instinto biológico de cuidado y supervivencia está patente en nuestro código genético. En este sentido ya apuntó el Dalai Lama una vez:"Si quieres saber lo que es la compasión, mira a los ojos de un padre o una madre cuando acunan a su bebé enfermo y con fiebre".

Seguro que se ha sentido identificado con esta imagen, ¿verdad?, pero apuesto a que se ha visualizado a usted mismo en el papel de cuidador. La pregunta es: ¿se ha tratado alguna vez a usted mismo como a un niño enfermo?, (especialmente cuando sufre),¿ha acunado alguna vez a su dolor? Pues eso es la autocompasión.Y está visto que cada vez necesitamos más de ese ingrediente en nuestras vidas.

Por si no queda claro, otra definición de autocompasión (acuñada por Germer en 2011) es “Darnos a nosotros mismos el mismo cuidado, consuelo y serenidad que de forma natural hacemos llegar a quienes queremos cuando están sufriendo, cuando fracasan o cuando se siente inadecuados”.

En los últimos años se ha multiplicado exponencialmente el número de publicaciones sobre compasión. Es evidente que este interés obedece a la carencia de este elemento en las sociedades occidentales. Proliferan en todo el mundo, con muy buenos resultados, los centros de medicina integrativa que estudian la compasión y sus terapias asociadas. Hablamos de lo que los psicólogos denominan terapias de Tercera Generación, tales como la CFT (Compassion Focused Therapy) del psicólogo Paul Gilbert, así como el programa MSC (Mindfulness Self Compassion) Kristine Neff y Christofer Germer o la adaptación MFY (Making friend withh yourself) para jóvenes.

La compasión está de moda simplemente porque la necesitamos hoy más que nunca.

Ya dijo el Dalai Lama que "el amor y la compasión son necesidades, no lujos. Sin ellas la humanidad no puede sobrevivir".

No se puede negar que la investigación científica acerca de la compasión está dominada poderosamente por influencias budistas y en el budismo la compasión, que es uno de los Cuatro Inconmensurables Estados de la Mente, es el "deseo de que todos lo seres vivos estén libres de sufrimiento", incluidos nosotros mismos.

Sin embargo, la compasión es algo universal que ha estado presente durante la historia de la humanidad en todas las culturas y textos fundacionales de las diferentes corrientes espirituales. Así, entre otros, Confucio (Analectas, XV, 24) ya apuntaba" No hagas a los otros lo que no quieras que te hagan a ti". Lao Tse (Tao Te Ching), 49 proclamaba:"Sé bueno con los buenos y también con quines no lo son". Vyasa (Mahabarata) Shanti-Parva 167:9: "Trata a otros como te tratas a ti mismo". Udanavarga 5:18:"No hieras a los demás con lo que te hiere a ti".Levítico, 19:18:"Amarás al prójimo como a ti mismo". Talmud (Shabbat), 31 a: "Lo que es odioso para ti, no se lo hagas a tu vecino".

Por todo lo anterior, si considera usted que no se cuida lo suficiente le recomiendo el libro de Karen Armstrong (Premio Princesa de Asturias en Ciencias Sociales 2017) "Doce pasos hacia una vida compasiva" y le invito a que se tome unas cañas con los amigos y que además cultive esta forma de vida, que redunde en su cuidado emocional y en su bienestar interior.

La autocompasión se entrena y cuando lo haga no se fustigue por ello. Lejos de ser un egoísta estará pensando en los demás, porque ya lo dijo el Dalai Lama: "Cuidar de los demás requiere cuidar de uno mismo".

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