El árbol que sostenía políticamente a Juan Gutiérrez en el PSOE de Ceuta lo empezó a talar él solo tras las elecciones municipales hasta desplomarse.
Los resultados no acompañaron a quien realmente creyó que podía ser alcalde de la ciudad y empezaron a buscarse culpables externos.
Los primeros, y los más fáciles, los ‘extraños’: esos nuevos fichajes cuya elección generó recelos entre las ‘vacas sagradas’ socialistas y a los que ahora se culpaba de la pérdida de votos y representación del partido.
Los recién desembarcados en el PSOE fueron criminalizados y también se ejercitó una guerra sucia que recordaba los peores tiempos de la política con difusión de mensajes y audios de wasap.
El proyecto vendido en campaña nunca se ejecutó y las diferencias que tras los comicios se habían mantenido en la intimidad empezaron a dejar escenas y detalles públicos que el PSOE se empeñaba en negar pero que empezaban a apuntar al culebrón político que vuelve a hacer mella en la formación del puño y la rosa y que parece erigirse en la condena histórica del partido, ciclo tras ciclo, sin despuntar.
En las fotos ya no salían todos los que debían y de las decisiones que debían adoptarse en la sede de Daoiz muchos se enteraban por la prensa o por encuentros mantenidos en otros despachos.
El primer hachazo en el árbol llegaba en verano con ese “gobierno desde adentro” que terminó siendo un auténtico sainete. El partido ya no estaba unido, hasta el punto de que parecía ser un cortijo en la toma de decisiones primando las decisiones personales sobre el diálogo en equipo.
Empezó aquí la historia de un desplome cuyo último (o no) capítulo se escribía este mismo viernes con la dimisión de Gutiérrez como secretario general.
Tras la cogobernanza anulada, llegaría el turno del melón de Trace y su municipalización. El socialista optó por elegir su tranquilidad personal y laboral abandonando parcialmente la política dejando su acta como diputado pero manteniéndose en el partido, prometiendo seguir en la lucha.
Esa aspiración ya tenía sus horas contadas. La dimisión conocida ayer es entendida por buena parte del PSOE como una forma dulcificada de disfrazar que ya no contaban con él en Madrid. Hay quien mantiene que el caos político hasta la formación de Gobierno y la crisis abierta con la Amnistía no ha hecho sino retrasar una decisión ya mascada con anterioridad. La forma oficial elegida ha sido una carta remitida a los medios.
Muchas de sus víctimas políticas no tardaron en dejar en redes sociales comentarios aplaudiendo lo ocurrido.
Gutiérrez deja la vida política sin haber dado una rueda de prensa abierta a todos los medios para explicar muchas de las decisiones adoptadas. Optó por elegir sus propias entrevistas. Fracasó en sus constantes intentos por acallar voces, opiniones y artículos.
El último salvavidas al que aferrarse pareció ser esa imagen de la Ejecutiva del PSOE reunida un 3 de abril sin presencia de 4 de los 5 diputados en una burda escenificación de poder. La era Gutiérrez termina dejando paso a un periodo de cambios, del PSOE depende el ser capaz de recuperarse.
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