Opinión

Las cuatro casetas del parque de perros

Me dicen que ‘El Cañonazo’ hace milagros y, sin rezar a nuestra Virgen de África o rogarle a Santa Rita, patrona de los casos perdidos, este estruendo de las 12 algo consigue.

Escribo desde la piel poniendo en la mesa mis entrañas, apuesto por lo que digo, me arriesgo a decir lo que pienso, siento, propongo o critico.

Son estas cosas del Cuarto Poder cuando los tres primeros poderes no funcionan.

Secuestramos nuestra libertad aunque las leyes nos arropan y defienden; pero estar dispuesto a decir lo que uno piensa o denunciar lo denunciable no es tarea sencilla. Yo he perdido el miedo aunque he tardado 55 años en hacerlo.

Los resbalones en nuestras calles, la corrupción, la guerra, la desigualdad, el racismo, la injusticia y todos los temas que deberían salir a la luz en una sociedad democrática dotada de libertad de expresión.

Todos somos responsables de lo que pasa en mayor o menor medida.

‘El Cañonazo’ propone hacer un experimento y analizar los resultados que conseguimos cuando la prensa publica esta humilde columna de las 12 cuando la pólvora ruge despertando almas dormidas.

Ahí va y ahí lo dejo:

En el parque canino, después de muchas reclamaciones, denuncias y artículos, se ha conseguido tener operativos los aseos que no funcionaban, cambiar el césped, poner bancos nuevos, grifos, papeleras, sustituir bancos deteriorados, pintar puerta de entrada, juegos para los canes y arreglar algunos desperfectos.

Existe en el parque canino una zona acotada para perros díscolos, peligrosos, folloneros y potencialmente mordedores. En esa zona los cánidos se pueden dar a la fuga porque la puertas que custodian estas zonas tienen más boquetes que un queso de gruller.

También nos encontramos con cuatro casetas del año de la polca: ajadas, rotas, cerradas a cal y canto, carcomidas, abandonadas al tiempo y al olvido.

Las cuatro casetas quitan espacio y puede que en su interior haya más mierda que en el palo de un gallinero.

Estas construcciones de madera no pintan nada y los usuarios nos preguntamos por qué no se las llevan a las puertas del ayuntamiento o las convertimos en madera para hacer una barbacoa o las reciclamos.

Desde que el parque es parque ahí están las casetas regadas por las micciones caninas.

¿Alguien nos podría dar alguna razón convincente o solo se trata de acumular basura porque el consistorio padece un Diógenes en el recinto?

¿Podremos conseguir que esta zona sea tan digna como la otra y que los perros marrulleros recuperen su dignidad y jueguen en un espacio sin obstáculos?

Con la esperanza de que este Cañonazo sea leído y reflexionado por los responsables y apostamos por el buen hacer de la ciudad.

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