Frontera e Inmigración

Cuatro años en el CETI hasta lograr el permiso de residencia

  • El marroquí Mounir Benjeddou, el más veterano del centro del Jaral, obtiene esta autorización al conseguir un empleo

  • Ayer partió a la Península

La suya es una historia de perseverancia y tenacidad. Después de casi cuatro años en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) y sobrevivir a una orden de expulsión, el marroquí Mounir Benjeddou ha obtenido el permiso de residencia en España y este miércoles embarcó rumbo a la Península.

Una despedida en la Estación Marítima que le generó una mezcla de emociones. “Muy feliz porque al final puedo llevar una vida normal pero muy triste porque voy a dejar a mucha gente aquí”, se sinceró Benjeddou, quien bromeó conteniendo las lágrimas.

Su espera ha terminado. El residente más veterano del CETI ha abandonado, por fin, la ‘cárcel dulce’ que la ciudad autónoma simboliza para los inmigrantes. “Para conseguir la residencia en España, la ley dice que la persona tiene que pasar tres años y encontrar un trabajo. Cuando cumplí tres años en Ceuta, preparé mi currículum y empecé a buscar un trabajo. Pero aquí resulta muy difícil con la tasa de paro que hay pues, al final, he encontrado un trabajo en la Península y ahora me han concedido la autorización”, explicó este marroquí natural de Sefru, a unos 30 kilómetros de Fez.

Desde que él ingresó en el CETI, Benjeddou es el único que logró esta documentación, como destacó él mismo. No obstante, añadió, en las instalaciones del Tarajal otros residentes solicitan protección internacional la cual, indicó, se les otorga.

En 2013, el mismo entró en territorio español pidiendo esa protección internacional y, aunque ahora se siente afortunado gracias a las amistades que ha forjado y a la ayuda de varias asociaciones, la indiferencia hacia el inmigrante le ha pesado a lo largo de su estancia en Ceuta. “Es simplemente la mirada de las personas que siempre te miran como un sin papeles. Muchas veces entro a comprar en un supermercado y el vigilante me sigue. Como si tuviese escrito en la frente que soy un ladrón. Estos prejuicios duelen mucho”, razonó con el billete del barco en sus manos.

Ha conocido a dos directores al frente del centro del Jaral; ha sido testigo de la crisis de los sirios, las manifestaciones de los argelinos y las entradas masivas de los subsaharianos. Benjeddou señaló que ha vivido todas estas etapas del CETI y reconoció que, cuando la ocupación dobla la capacidad de las instalaciones, “claro que habrá problemas pero la gestionan –la incidencia– montando casetas si la necesitan o aumentando el tiempo de comedor para dar la comida a todo el mundo”. Una mejora progresiva que, resaltó, ha notado con el avance de los años.

Después de concluir algunos trámites de su documentación en Madrid, quien era el más veterano del CETI se instalará en Málaga, donde trabajará como profesor, su ocupación en Marruecos y la cual ejercía en un colegio de Primaria en Castillejos antes de entrar en la ciudad autónoma. “Mi plan de futuro es llevar una vida normal y después traer a mi familia mediante reagrupación familiar. Vivir como todo el mundo, con papeles”, dijo entre risas por la emoción de la salida. Antes de partir, desveló que tiene esposa e hija a las que ha visto cuando le han visitado.

Este marroquí trabajará con la asociación Accem que se dedican a los refugiados e inmigrantes, colectivos a los que dará clase de alfabetización y otros talleres. “Les explicaré qué es España y Europa”, entre otros conocimientos que Benjeddou puso como ejemplo.

Este titular del permiso de residencia agradeció el apoyo que ha recibido en estos años de diversas ONG y sus amigos, sin los cuales no hubiese podido aguantar todo este tiempo llevando una vida vulnerable. Benjeddou enumeró, además de a Accem, de CEAR, Acnur, Human Rights Watch y Cruz Roja Española.

Benjeddou, un caso único en el CETI y un ejemplo de constancia que ha obtenido su recompensa. Todos le recuerdan ya como parte del equipo del CETI, por su participación en las actividades organizadas en el centro del Jaral y su talante. Sus compañeros admitieron que le añorarán ya que fue su primer referente al llegar.

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