No habrá avances. Es imposible. Mientras los intereses políticos estén por encima de la salud seguiremos igual, atrapados en ese absurdo enfrentamiento en el que unos dicen que todo está bien y otros arrojan cifras y estadísticas para evidenciar lo contrario.
Y entre unos y otros estamos nosotros. Las personas a las que nos anulan citas o nos las retrasan una y otra vez porque no hay especialistas; las personas que nos sentimos como conejillos de indias; las personas que preferimos mal curarnos en casa en vez de acudir al médico con tal de no soportar esperas y cancelaciones.
La ministra de Sanidad, Mónica García, dice que todo va bien. No es verdad. Debería saberlo, comprobarlo, constatarlo porque no es verdad. La sanidad en Ceuta y Melilla no va bien, asegurar esto es llamarnos mentirosos a quienes la sufrimos, a quienes nos quejamos, a quienes pedimos y reclamamos mejoras. Pero resulta que no, que nosotros no faltamos a la verdad.
No, los ciudadanos no mentimos. Denunciamos porque tenemos derecho a ello y porque creemos en una sanidad pública que debe funcionar con los recursos adecuados.
En el momento en que anulan o retrasan citas, en el momento en que la incertidumbre domina cualquier tratamiento podemos considerar que algo está fallando. Muy a nuestro pesar, pero así es.
La soberbia es mala en política, también decir verdades a medias como hace la ministra.
Pero ojo, esto no hace bueno al PP, ahora reconvertido en su papel de oposición en un aguijón constante. No. Ellos no están para dar ejemplo de nada después de haber tenido una gestión política entre manos que no han sabido controlar ni mejorar.
No están para dar lecciones después de año de dejación y olvido. Ellos, precisamente ellos, no.
La ministra debe ser consecuente con el panorama actual, con la situación que se da en las dos ciudades hermanas. Pero debe, ante todo, venir sin previo aviso para conocer la verdad y no lo que se le cuenta en los informes. Solo eso servirá para hacer la justicia debida con unos ciudadanos que no se merecen esto.