La sesión plenaria celebrada este mes pero correspondiente a la de agosto permitió conocer la respuesta del Gobierno a la interpelación socialista sobre el estado del fuerte del Príncipe y del patrimonio local en general. Y en esa respuesta se soltó una de esas perlas dignas de ser recogidas en las célebres frases del año: la lista de bienes patrimoniales que tiene Ceuta es demasiado extensa, cuidarla por tanto resulta complicado. Es decir, como tenemos tanto de lo que enorgullecernos, tanto que cuidar... parece que no sabemos cómo hacerlo. Y así, mientras más dudas acumulamos y menos actuamos, más perdido tenemos lo que debería ser salvaguardado porque su pérdida supondrá el olvido de símbolos de historia, que, en definitiva, es lo peor que puede pasar.
Hay lugares en los que estoy convencida que no se actúa a propósito. Es imposible entender cómo se permite una degradación sobre la que se escribe continuamente sin que nadie haga algo al respecto. Ocurre con el garitón de las Heras, lo único que se salvó del parque de Artillería que fue completamente derribado en vez de apostar por su restauración. Prácticamente se ha perdido a la vista de todos, parece que interesa más que nada se puede hacer por su conservación para demolerlo sin problemas, tirar de excavadora y hacer lo proyectado -la Comandancia de la Guardia Civil- o bloques de viviendas para el negocio. No me extrañaría nada.
Es un ejemplo a los que pueden sumar los que ustedes quieran. Existe una ley que hay que cumplir y unos grados de protección que deben respetarse. No hacerlo es incumplir la normativa, por lo que puede denunciarse cualquier tipo de comportamiento en este sentido. Pero existe un calor en forma de indiferencia que se convierte en la coartada perfecta. Si a buena parte de la población poco le importa lo que esté sucediendo, ¿quién protestará? Nadie. ¿Quién se moverá para la crítica? Los de siempre, contra los que se hará todo tipo de conspiraciones para afear su conducta acusándolos de denunciar por algún interés. Es lo que suelen hacer con Septem Nostra cuando critica lo que sucede, porque esa corriente que da valor al abandono y a la dejación se cree que todos somos iguales.
Enseñar lo que tuvimos solo en libros porque lo hemos perdido resulta indecente, pero vamos camino de conseguirlo.
La fealdad de la mayoría de las construcciones ilegales realizadas en los últimos años, el absurdo constructivo, la inseguridad por desconocer si están bien proyectadas, la ausencia de
Técnicos en el proceso constructivo. Si se ha permitido eso es
Imposible que vayamos a la recuperación y a la restauración del patrimonio.