Vapour y Lebir. Cameruneses, de 24 y 23 años. Sus cadáveres, calcinados, todavía se encuentran dentro de una de las cuevas que fue objeto de las batidas que, en la mañana del lunes, llevaron a cabo las fuerzas auxiliares marroquíes.
24 horas después, sus cuerpos no han sido recogidos. Solo los pocos compañeros que quedan libres en los montes marroquíes se atreven a adentrarse en las cuevas para, iluminando sus cadáveres con unos mecheros, mostrar que es verdad lo que cuentan y que los intentos de Marruecos de negar la verdad no sirven. Los cuerpos de Vapour y Lebir nadie los quiere. Objetos de una represión sin igual, de una acción tan inhumana como cruel, son el reflejo de cómo se está ejecutando la política migratoria de ‘limpieza’ de los bosques fronterizos.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? El Faro ya avanzaba en última hora los peores presagios y ayer se confirmaba la muerte de estos dos jóvenes quemados dentro de la cueva que había servido de hogar, después de no haber podido escapar de la indiscriminada actuación que, durante toda la mañana, llevaron a cabo las fuerzas auxiliares marroquíes.
La activista de Ca-minando Fronteras, Helena Maleno, puso ayer nombre a estas dos víctimas, a la vez que, a través de las redes sociales, reclamaba que se hiciera justicia tras las muertes.
“Por la noche comenzaron las llamadas. Estamos acostumbradas a ellas. Acostumbradas a escuchar que se han ahogado, que se han caído de la valla, que le empujaron del cuarto piso. Anoche las llamadas decían murieron por el fuego durante la redada. Hacía días que la violencia se había cebado con los bosques próximos a Ceuta y con la ciudad de Tánger. Incluso la población marroquí se quejaba de ello. Demasiada visibilidad del horror”, expresaba la activista. “Durante los últimos meses muchos migrantes han entrado en Ceuta, saliendo de la zona de Castillejos. Frenar la migración a toda costa, los daños colaterales de nuestras políticas. Muertos que quedan en el otro lado, pero que de alguna forma nos dejan las manos manchadas con su sangre”, se lamentaba. Las muertes de Vapour y Lebir se produjeron después de la entrada de los agentes marroquíes en los campamentos ubicados detrás del Hotel Ibbis. Ambos quedaron dentro, no querían salir, mientras los agentes comenzaban a quemar todas las posesiones para, así, garantizarse que los asentamientos quedaban erradicados. Quemaron colchones, mantas, ropa... el fuego llegó a calcinar los chabolos, y también se llevó las vidas de ambos jóvenes ante los gritos desesperados de testigos de lo que estaba ocurriendo.
“Dos migrantes se acercaron a la cueva para ver si algo había sobrevivido al fuego. Pensaban que los dos compañeros que quedaron dentro habían sido detenidos por los militares. Para su sorpresa, un pie sobresalía entre los restos quemados. Valientes como son aquellos que no tienen nada que perder, por la tarde se desplazaron a la Policía de Castillejos para denunciar y pedir que se recuperasen los cuerpos”, apostilla Maleno. Todavía ayer noche los cadáveres permanecían en el interior de las cuevas, a pesar de que durante la mañana continuaron las batidas en la zona.
Ca-minando Fronteras ha trasladado lo ocurrido a los comités nacionales y regional de Derechos Humanos. De igual forma ha denunciado las detenciones masivas de subsaharianos, algunos de los cuales acudieron a la comisaría de Castillejos a denunciar lo sucedido. Ya por la tarde, un teletipo de la agencia Efe de Rabat informaba de que las autoridades marroquíes procederían a investigar lo ocurrido. Lo hacía más de un día después de las quemas y con los cadáveres todavía abandonados en la cueva.
El Consejo Regional de Derechos Humanos envió desde Tánger a una persona para investigar lo sucedido, aunque hasta el momento no ha habido pronunciamiento oficial. Durante todo el día de ayer muchos inmigrantes publicaron en sus perfiles de facebook comentarios sobre los fallecidos, así como expresaron sus condolencias. Los testigos detenidos fueron deportados.
Por cierto, en la última semana solo han entrado 4 subsaharianos: es el resultado de las redadas, aunque éstas se realicen a fuego.