Murió llevándose su secreto. Ocultando para siempre su historia. Pudo ser aquel regalo de Navidad caprichoso producto de la pataleta de un niño. O pudo ser la cría de una camada no prevista que pagó con el abandono el haber nacido sin permiso. Pudo ser tantas y tantas cosas... pero nunca lo sabremos.
Ella murió agradecida por los últimos cuidados ofrecidos por las personas y entidades que luchan, desde sus distintos campos de actuación, contra el abandono de animales.
Esta es la historia de una perra, cruce de pastor alemán, que fue localizada en la noche del pasado miércoles por una de las voluntarias de la Protectora de Animales. Un chico la llevaba hasta la sede de Postigo después de encontrarla en el monte, comida literalmente a garrapatas. "Jamás habíamos visto algo así, tenía miles de garrapatas por todo el cuerpo, casi no podía tenerse en pie", cuenta a El Faro, Javi Blanco, presidente de la Protectora.
Era un caso alarmante. Tenían ante sí un animal prácticamente consumido, con menos sangre en el cuerpo que la que ya acumulaban las miles de garrapatas que tenía por todas partes. Las orejas asomaban completamente desfiguradas por estos parásitos, las piernas, las mamas completamente hinchadas e infectadas... era un auténtico drama. El vivo ejemplo de la consecuencia más radical del abandono, del mal caprichoso de aquellos que irresponsablemente se hacen con un animal sin asumir la responsabilidad que conlleva tenerlo.
La Protectora se puso manos a la obra. Acogieron a la perra en sus instalaciones con el firme propósito de intentar sacarla adelante. Se le inyectó medicinas, se le dio de comer, "tenía mucha hambre", explica Blanco. Se inició también una auténtica batalla contra las garrapatas por medio de una completa desparasitación. La historia se colgó en las redes sociales y con rapidez hubo anónimos que asumieron inmediatamente el coste del tratamiento que había que dispensarle. "Vinieron muchos voluntarios para ayudar a quitarle todas las garrapatas. Tuvimos que pelarla entera porque era imposible lavarla así", recuerda. El pelo se había convertido en una costra, eran miles las garrapatas que se habían cebado con este animal. Durante horas las estuvieron eliminando una a una. "Hasta las diez de la noche", explica Blanco. "Eran miles las que tenía". La anemia era brutal, enferma y con muchas infecciones, la perra apenas se sostenía en pie. "Teníamos esperanza", dice Blanco. Y todos pusieron de su parte para intentar que saliera adelante. La clínica veterinaria Fauna acogió a la perra en sus instalaciones poniéndole suero e intentando devolverle la vida que se había estado consumiendo poco a poco en el monte.
Había voluntad, corazón, interés... pero su estado era muy malo. Murió al menos tranquila, erigiéndose en símbolo de las consecuencias del abandono. Se dejaba acariciar, era dócil y agradecida... estaba claro que se había criado en un hogar que, llegado el momento, optó por dejarla. Sin chip no se puede buscar a su dueño. No habrá pena ni sanción. Quizá hoy, si su dueño lee estas líneas, tenga remordimientos. O quizá ni eso.
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