Cuando bañarse en la playa en pleno invierno es una realidad

 

En la estación más fría del año, ‘La Ribera’ presenta un aspecto formidable

Imaginemos la escena: el transeúnte camina lenta pero implacablemente por  el paseo de la calle de la Independencia, a la vera del mar, avanza mientras entorna con suavidad los ojos, parece admirado por un encanto radiante o más bien hipnotizado por una extraña belleza y, cuando mira hacia la derecha, donde la playa de ‘La Ribera’, no puede comprender lo que ve aunque lo que ve es cierto como la propia vida.
Estamos en el fin de semana que va del del seis al ocho de enero y la  céntrica playa presenta un aspec to formidable con escenas más propias de la primavera que del verano: “Es verdad que los inviernos no son los de Moscú”, dice  Jaime, “y que yo llevo bañándome los últimos veinte años en la playa pero lo que está ocurriendo este año en Ceuta, con tantísimos días de buen sol y de veinte grados, no es muy normal, desde luego”.
Las palabras del hombre, ceutí “y enamorado del mar”, como se confiesa, reflejan una situación que apenas logran explicarse los expertos en metereología, quienes escudan el sol de invierno de estos días detrás de la manida explicación del cambio climático.
“Sea cual sea la causa, yo vengo encantado a la playa”, indica Pedro,  amigo de Jaime, “para tomar el sol, porque aunque haya gente que se tueste en el balcón de su casa, como en la playa no se va a poner, y además vengo porque soy un enamorado del mar, como Alberti, de los paseos por la orilla y porque darse un baño todos los días, a excepción de los días en que realmente hace mal tiempo, es un seguro de vida ya que evitas que te resfríes”.
Hay otras razones de peso que apunta Juan Rodríguez, otro veterano aficionado al agua y a la brisa marina, “que son el hecho de que la playa está en el centro y eso es una maravilla que la gente de Ceuta no valora en su justa medida y que además cuando uno es jubilado no puede encontrar un mejor modo de pasar el tiempo que estar disfrutando en la arena y además al mismo tiempo sintiéndose más joven”.
Ricardo Ortega se baja años en la playa, pues ¿quién en su sano juicio diría que ese hombre que se aprecia, ágil como un gato,  ejercitándose en los columpios de gimnasia ubicados a pie de arena es en realidad un hombre cuya edad raya –o supera– los setenta años: “Además de los ejercicios, corro por la orilla y al final siempre finalizo la sesión de actividad física con un buen baño”.
Aunque el sol caiga a plomo al mediodía, la pregunta es obligatoria: ¿Y el agua no está excesivamente fría? “Nada de eso”, responde Ricardo,  “el agua no está muy fría sino que la diferencia con el verano es que al salir del agua el ambiente es más frío pero eso se soluciona con una buena toalla”.
A lo pocos metros, sentadas haciendo un triángulo, se encuentran Lucía, Dabi y Marta, tres amigas que, con su corta edad –11,13 y 14 años, respectivamente– rompen esa máxima que pudiera haber parecido de que sólo los jubilados acuden a la playa durante estos días de invierno: “Hoy era fiesta y no teníamos cole”, coinciden en apuntar, “así que como hace un tiempo tan bueno hemos venido a pasar la mañana a la playa”.
De igual modo, Charo, lleva acudiendo a la playa “desde el mes de diciembre con regularidad porque la realidad es que estamos teniendo un invierno realmente suave y a mi me gusta, siempre que puedo, venir por aquí, pasar un rato y broncearme”, dice la mujer mientras el agua le cubre hasta las rodillas: pronto su silueta se esconderá debajo de las olas cual sirena.
La magnífica temperatura no sólo favorece al bañista sino que, entre los grandes benificiados de un invierno benévolo, se encuentran aquellos empresarios que tienen como activo principal algún comercio que dependa de la época de playa. Tal es el caso de Ahmed Abdeselam, encargado del ‘La Ribera Chiringuito Beach’, el quiosco restaurante ubicado a pie de playa, en la misma arena de ‘La Ribera’, quien reconoce que “el invierno, e incluso el otoño también, marchan de maravilla, mejor de lo esperado y mucho mejor que otros años y todo ello porque el clima acompaña y hace que la gente se anime a venir a comer algunos de nuestros pescados en la terraza, una situación favorable a la que también se ha llegado gracias al turismo que viene de Marruecos y al desembarco de los marineros ruso, muchos de los cuales vinieron aquí a comer”.
Una vez que el hostelero termina las palabras, lanza una mirada al cielo como si, con tal gesto, quisiera pedir que el clima continuara así, ruego que la Agencia Estatal de Meteorología no descarta pues para esta semana no da tampoco lluvia aunque sí baja algún grado del termómetro.