María de los Ángeles Borondo Millán ya había dejado sus cosas en el camarote del crucero de lujo MSC ‘Grandiosa’ cuando, al poco de estar disfrutando de las que serían sus vistas en un viaje que le llevaría por Italia y Malta, entre otros lugares, a través de la megafonía del barco se indicó que todos los pasajeros que no fuesen de estos dos países debían bajarse del crucero atracado en el puerto de Barcelona. El coronavirus le dejó sin las vacaciones que obtuvo el pasado 30 de septiembre al ser la ganadora del concurso Centro Comercial Abierto.
“El día de antes llamé para ver si había algún problema. Era 11 de marzo, y en principio me dijeron que no”, confiesa Borondo a El Faro. Una vez tuvo que bajar “prácticamente sin las maletas”, según indica, por la premura que se le pidió para salir del crucero, la agencia organizadora del viaje facilitó a los españoles afectados alojamientos en la capital catalana.
El barco sí salía, pero solo para retornar a sus países a los turistas extranjeros. Y Borondo, que viajaba sola, admite que tuvo fortuna en ese sentido al poder replanificarse mejor la vuelta inmediata a nuestra ciudad.
Se sincera y piensa lo que podía haber sido de salir el barco. “Íbamos a estar en mitad del mar como si fuésemos una isla”. Borondo describe el panorama que se encontró en las calles de una Barcelona “muy, muy, muy vacía”.
Nadie en las calles, los comercios desiertos o cerrados y el habitual trasiego de personas y ciudadanos en las principales calles de la ciudad condal como son la Rambla o la Gran Vía de las Cortes Catalanas, sin gente.
Ante este panorama, Borondo decidió tomar un avión en el aeropuerto de Barcelona en dirección a Málaga, desde donde la recogieron en coche al no poder tomar la opción del helicóptero directo a Ceuta. De allí, rumbo a Algeciras para embarcar en un ferri, la única vía ya para llegar a nuestra ciudad tras el cierre de la frontera por parte de Marruecos a cualquier ciudadano.
“Me he tenido que gestionar todo este viaje yo sola”, reconoce y añade que ha sido una “auténtica odisea” que aún no ha acabado.
Otra de esas odiseas por parte de algunos ceutíes la vivieron un grupo de ellos ayer mismo. En un viaje planificado para visitar Disneyland París, se encontraron con el mismo proceso que vivió Borondo: escalada de casos en España, nuevas medidas y decisiones en apenas unas horas.
Uno de ellos rememora cómo fue el entrar a uno de los parques temáticos más visitados del mundo: “Llegamos allí y la chica del mostrador nos dijo que el parque estaba abierto pero que habían suspendido los espectáculos”, comienza su relato.
La cabalgata final que cierra las actividades diarias del parque también quedó cancelada, al igual que los fuegos artificiales. Las atracciones, por su parte, tenían un protocolo estricto: cuando un grupo de personas se subía, quedaba cerrada y, al rato, volvía a abrir.
De allí, volvieron en avión a Madrid y de la capital a nuestra ciudad, donde “por responsabilidad” actualmente están en cuarentena voluntaria para asegurarse que no presentan síntomas debido a que “hemos pasado por varios aeropuertos”, finalizó.
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