Categorías: Sociedad

Críticas y autocríticas

¿Cómo son la identidad y los procesos de integración de mujeres universitarias de entre 18 y 30 años, españolas y extranjeras residentes en España desde su infancia o adolescencia, que forman parte de la minoría religiosa musulmana? ¿Son distintos en ciudades como Ceuta y Melilla y en regiones como Madrid y la Comunidad Valenciana? ¿Cómo se ven y cómo se sienten en su contexto? A éstas y a otras preguntas ha querido responder Salam Adlbi con una tesis doctoral titulada Identidad, convivencia y éxito académico de las alumnas españolas musulmanas que la Universidad Complutense acaba de publicar.
Para conseguirlo, la autora ha utilizado una metodología cualitativa basada principalmente en entrevistas individuales y grupos de discusión cuyos resultados ha interpretado “siguiendo algunas de las pautas del enfoque de la teoría fundamentada y el análisis de contenido”. A partir de la recogida y el análisis de los datos, da por constatada “la existencia de una enriquecedora diversidad en la manera en la que se definen y presentan a sí mismas” que no se repite en el modo en que entienden el término ‘integración’.
“La mayoría de ellas no considera que la asimilación sea un modo correcto de comprender este concepto, y apuestan por definirlo como convivencia”, refiere Adlbi en sus conclusiones, en las que refiere que igualmente “se evidencia, respecto a las experiencias que han vivido durante formación académica así como en los ámbitos social y laboral, que han sufrido situaciones de discriminación”.
Respecto al hiyab, cuyo uso es objeto de controversia no pocas veces, singularmente en el ámbito educativo, la doctoranda ha observado cómo para ellas “el debate no es el significado del mismo, ya que consideran que éste es múltiple y diferente para cada mujer” sino “el respeto de la dignidad y libertad de la mujer para decidir lo que ella desee hacer con su vida, con independencia de que sus decisiones agradan o no a los demás”.
La conversación del grupo de discusión en Ceuta se inició “con el reconocimiento por parte de las participantes de la existencia un racismo bidireccional en su ciudad”. Es decir, desde su punto de vista, “de todas las comunidades hacia todas las comunidades, y especialmente entre ceutíes ‘musulmanes y cristianos’, una expresión que en todo momento les costó utilizar porque “consideran políticamente incorrecta”.
Las participantes ceutíes señalaron que, a su juicio, “para una convivencia real y no solamente ‘de foto’ es necesaria la voluntad de todos” y criticaron “con fuerza” el “papel victimista” de algunos musulmanes, aunque señalaron que “es lógico que algunas personas, como consecuencia de la falta de aceptación social, reaccionen ‘rechazando a quiénes les rechaza”.
A diferencia de las madrileñas, las caballas “denuncian la imagen estática que los medios de comunicación ofrecen de su religión porque obstaculiza y daña la convivencia diaria entre los habitantes de la ciudad”.
Al tratar el tema de la identidad, critican “el hecho de que no se asimile que pueden ser completamente musulmanas y al mismo tiempo ciudadanas europeas”, lo que remiten a “la falta de distinción entre identidad religiosa e identidad nacional”.
Las entrevistadas demostraron que “no tienen ningún reparo en hacer una dura autocrítica”, en especial en el tema de las mujeres, y subrayaron que “hay mucho desconocimiento del Islam, no solamente por parte de los no musulmanes, sino también por parte de ellos mismos” y que “esta falta de conocimiento promueve una discriminación estructural hacia las mujeres, cuya situación se ve aún más desfavorecida por las condiciones socio-demográficas de la ciudad”, ya que las participantes resaltaron Ceuta como “un pueblo más que una ciudad, con todas las ventajas y desventajas que ello supone”.
Además de tener que “enfrentarse al sistema patriarcal en general, y al de algunos de los propios musulmanes en particular”, tienen que luchar contra la imagen mediática y estática de cómo tiene que vestir y comportarse una mujer para ser libre”. “Nuevamente se observa aquí”, destaca la investigadora, “la interseccionalidad de distintos factores (en este caso la religión, el género y la nacionalidad u origen árabe) que da lugar a estas experiencias y situaciones de discriminación que describen las entrevistadas”.
Además, opinan que el analfabetismo religioso “de un sector importante de la población” contribuye a esta “confusión entre cultura y religión”, como también detectó en el estudio correspondiente a la Comunidad Valenciana.

LAS CLAVES

Hiyab
El “uso irresponsable” femenino del velo

Al igual que en las respuestas recogidas en la Comunidad Valenciana o Madrid, las participantes ceutíes también tratan el tema del velo “denunciando que se utilice de un modo irresponsable por parte de las propias mujeres” que lo llevan “por moda y no por convicción personal y religiosa”.
Como en la península
La misma “kinésica de rechazo”

La autora de la tesis advierte de que “aunque se pueda pensar que el mayor número de población autóctona musulmana en Ceuta y Melilla ha podido suponer menos ideas preconcebidas hacia sus ciudadanos de confesión musulmana” las experiencias de las entrevistadas en su trabajo “confirman que no es así”: “Se enfrentan”, concluye, “a las mismas preguntas y comentarios que sus compañeras peninsulares e incluso, también, a las mismas miradas y a la misma kinésica o lenguaje corporal de rechazo”.

Papel social
“Tenemos que dar explicaciones”

Las participantes en el grupo dicen sentirse “incómodas” por “el rol que se les impone de tener que estar continuamente justificándose por haber elegido ser musulmanas y/o haber decidido usar hiyab”. Alegan que “no tienen por qué explicarse ante nadie” porque son “libres y capaces de elegir el modo de vida que quieran”. “Yo creo que ya lo voy a escribir, para que no me pregunten más”, apostilla una entre las risas de las demás.
No al ‘asimilacionismo’
“Acéptame si quieres, pero respétame”
Las jóvenes entrevistadas “se sienten ofendidas ante el slogan mediático de que ‘los musulmanes tienen que integrarse” y comentan que “nunca han escuchado decir que los ‘cristianos tienen que integrarse”. Además, refieren que “no se es automáticamente más o menos ceutí por practicar una religión” y dicen que “hay que recordárselo a los musulmanes”.

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