El último gran enemigo al que se enfrentarán los X-Men tal y como los hemos conocido hasta ahora no tiene trajes de lycra ni les teme y les odia por lo que son. Se trata de un enemigo mucho más hiriente, porque se encuentra dentro de su propia casa, lo cual supone lo único más o menos original de la película (sólo más o menos, porque los bandazos que ha ido pegando el personaje de Magneto hasta ahora han explorado el sendero de la traición dentro del grupo).
En esta ocasión, la poderosa Jean Grey, alias Fénix, sufre un “accidentillo cósmico” que la vuelve aún más poderosa, temiblemente poderosa, y algo además, se apodera de su voluntad. Que es lo que viene siendo la concepción del título de la película y de todo su ser.
Con esta historia se despide sin vuelta atrás la franquicia que comenzó esto de los superhéroes en el cine con su originaria X-Men estrenada en el 2000, y que como ya estarán más que al tanto, en breve va a dar la vuelta Disney como un calcetín, ya que ha logrado hacerse con los derechos de los personajes que más ansiaba desde ya bastantes años y que la ingente pasta que manejan les ha recomprado.
Una pena, eso sí, teniendo los precedentes de Bryan Singer, joyas del género sobre todo la estupenda Días del futuro pasado, que el colofón lo ponga otro director (Simon Kinberg) que no le tenga cogido el tono y que no posea la misma habilidad para retratar a los mutantes bajo un escenario, también llamado guion, vulgar y carente por completo de imaginación que se agarra con uñas y dientes a contar lo ya recontado hasta la saciedad.
Para dar la cara por última vez, repite un reparto más que interesante encabezado por Sophie Turner (hay vida más allá del muro de Juego de Tronos), la que ya se hizo con el papel en la época de transición de X-Men: Primera Generación, escoltada por James McAvoy en la calva de Charles Xavier, Michael Fassbender, de nuevo Magneto, o Jennifer Larence, que va rebajando su caché considerablemente. Al plantel se suma a última hora Jessica Chastain, mucha actriz para un personaje de chichimona que no se cree ni ella y que espero que al menos le haya reportado una “buena propinilla” a su cuenta corriente…
No tomen esta opinión no obstante como una descerrajada letal hacia el proyecto, que tiene sus momentos y no se antoja tedioso a aquellos que llevan diecinueve años siguiendo a los personajes. No quisiera yo romper ilusiones al personal. Se deja ver, pero, eso sí, no supone el lacito que se merecía la firma y tampoco es la ocasión ideal para que se enganchen nuevos espectadores.