Llega el calor, en algunos momentos excesivo, y una posible solución y rato de ocio añadido para un cinéfilo resistente es la de echarle un ojo a la cartelera a ver qué opciones ofrece una butaca con aire acondicionado y una buena pantalla gigante con su correspondiente sistema de sonido envolvente.
Hasta ahí todo bien, y cuando uno abre la cartelera para elegir entre las posibles opciones se remueve un poco incómodo cuando lo primero con que se topa es la enésima entrega de Men In Black, esta vez sin sus protagonistas icónicos. Mal empezamos.
Seguimos buscando con cara de contratiempo algo que no nos parezca que ya lo hemos visto muchas veces y… nos encontramos una de Godzilla, sí, Godzilla, a estas alturas y con el exitazo que han tenido todas las anteriores. El movimiento incómodo se convierte en escalofrío y el panorama empieza a indicar que igual el susodicho nos viene bien para quitarnos el calor demente que nos insta a acercarnos al cine. Pero el mundo es de los valientes y persistimos. Siguiente opción de la cartelera…
¡Al fin! Un par de títulos que no me suenan: Los Japón y La influencia, y ambos españoles. Menos mal que el producto patrio viene a salvar el pabellón. Me pongo a olisquear las sinopsis y la primera cinta es una comedieta con Dani Rovira y la segunda, una de terror al uso con Emma Suárez como protagonista. Obviamente los títulos me han llevado a la euforia antes de tiempo. Sigo buscando la originalidad en las demás posibilidades, que alguna tiene que haber que me interese…
Así las cosas, me doy de bruces con la de superhéroes de rigor, enmarcada dentro de la eterna saga de X-Men. Que podrá estar bien o mal (en este caso y para más INRI, flojita, ya se lo adelanto a ustedes), pero lo que viene siendo original, lo que se dice original, pues no lo es ni en los títulos de crédito. Siguiente opción…
Cuando el cine de autor brilla por su ausencia y lo ya visto arrincona cualquier atisbo de inteligencia, siempre parece una posibilidad, y más en temporada vacacional, girar el rumbo hacia propuestas más infantiles: ahí nos vamos un poco movidos por la desesperación. Disney, un dechado de aire fresco en sus últimos tiempos de reinado con puño de hierro nos presenta el remake de Aladdín (en algún blockbuster tenía que estar Will Smith si había abandonado Men In Black) y, vía Pixar, Toy Story 4 (¡cuatro van ya!, aunque tengamos que reconocerles a las tres anteriores indudable categoría).
¿No hay absolutamente nada que ver en una sala de cine que no me hayan puesto ya antes?, me indigno a pensar mientras centro las últimas esperanzas en el estreno de la semana… para descubrir que se trata de una versión tontorrona de Muñeco diabólico. Ahí queda eso.
Con la sensación de encontrarme protagonizando yo mismo una nonagésima entrega de Regreso al futuro, desecho más cabreado que una mona la idea de ir al cine y lo aplazo para próximas semanas, que estrenen… el remake del Rey León o quizás la última de Spider-Man. Tierra trágame. Pero ya.
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