Llegó el verano, llegó la apuesta festiva y desenfadada de Marvel, llegó la nueva y enésima cinta de superhéroes… y llegó con todo ello el año cero, el punto de partida pos apocalíptico tras el gran pifostio organizado en la última entrega de los vengadores con notabilísimas bajas incluidas. La vida sigue para la gran compañía del entretenimiento (¿lo dudaban?), y a Spider-Man le ha tocado seguir el hilo conductor.
Partamos de la interesante base de que el mundo se encuentra muy descolocado tras los últimos acontecimientos acontecidos en Los Vengadores: endgame, puesto que la historia no suele contarse desde el punto de vista de los humanos de a pie, normales y corrientes. Aprovechando ese vacío de presencia superpoderosa, hace su entrada en el universo cinematográfico de Marvel Misterio, todo un libro abierto para aquellos que lo tenemos más calado que un melón de temporada ya desde las viñetas de los cómics clásicos…
Tom Holland se encarga nuevamente de encarnar al arácnido amigo y vecino que, además de tener que superar la desaparición de Tony Stark, su mentor, y de pelearse con los malos de turno, sólo faltaba, deberá afrontar el más duro reto de su existencia: la complicada vida del adolescente. Todo ello debe mezclarse en una aventura por Europa en un viaje de instituto al que va Peter Parker y en el que, por supuesto, no podrá desconectar de su faceta de trepamuros. Ya saben: un gran poder conlleva una gran responsabilidad…
Adornarán la producción personajes conocidos como el de Nick Furia (Samuel L. Jackson) o el de Happy Hogan (Jon Favreau), herencia de Los Vengadores el primero y en particular de Iron Man el segundo. Jake Gyllenhaal es el actor de relumbrón que se une al reparto con los buenos resultados que se compran a priori con la contratación de un gran actor con fama de no tomarse a la ligera ningún papel, por disfrazado que vaya el personaje.
Podemos esperar grandes escenas de acción trepidante y más de un tópico que echarse a la vista, con el aire burlón y alocado que aporta el nuevo Spider-Man desde su reinvención tras la etapa Sony ya de nuevo en casa. El divertimento sin llegar a mayores cotas es bastante sencillo, casi garantizado.
Puede que el cine haya muerto, la edad de oro nunca volverá, cine clásico lo vivimos en los cines África, Terramar, Cervantes, Astoria y Avenida, y las terrazas de verano, ya no hay escritores porque no hay lectores, es por lo que el cine murió, ya no hay argumentos.