“Está siendo una época de locura y mucho ajetreo”, confiesa Cristina López Barrio, esta abogada reconvertida en escritora desde el año 2010 y que, tras ser impulsada a la primera división de la profesión por su selección como finalista en los últimos Premios Planeta con su novela ‘Niebla en Tánger’, atraviesa uno de los momentos más dulces de su carrera.
López Barrio ha escrito una novela “muy metaliteraria” donde hay una novela dentro de otra novela. Un juego sorprendente que da una nueva dimensión a este premio. La protagonista de la novela no sabrá, en ningún momento, dónde termina la realidad de su vida y dónde comienza la fantasía, algo que la hace abandonar su hogar para viajar a Tánger, “la ciudad más literaria del mundo”.
La escritora madrileña, abogada de formación que abandonó su profesión hace ochos años para dedicarse en exclusiva a la literatura, se encuentra en pleno apogeo entre conferencias, presentaciones y ferias literarias. Y entre todas esas giras por el país desembarca hoy en Ceuta para encontrarse con sus lectores a las 20.00 horas en la Biblioteca Pública.
-Después de ocho años y seis novelas ha alcanzado la cima. ¿Cómo le ha cambiado el Premio Planeta?
–Sin duda ha marcado un antes y un después. A raíz de ser finalista mi agenda se ha colmado de citas, llevo un año muy intenso. El premio te da otra perspectiva, ahora son muchos los lectores que antes no me conocían y se acercan e interesan por mi obra, ha sido un gran impulso para estar al nivel de los grandes nombres de la literatura.
–¿Surge cierta presión?
–Hay presión y responsabilidad, tu carrera se impulsa y sabes que de ahí no puedes bajar. Sin embargo mi obra va a seguir la misma línea, voy a ser fiel a la historia que se cuente desde el corazón.
–¿Es ‘Niebla en Tánger’ su novela más compleja, estructuralmente hablando?
–Sí, porque hay un juego metaliterario entre lo que vive la protagonista y lo que pasa en la novela que lee. ‘Niebla en Tánger’, al final, es una novela que habla de cómo las historias nos ayudan y nos dan valor, cómo nos salvan la vida como se la salvaron a Scherezade.
–¿Cómo termina una abogada en pleno ejercicio siendo finalista de un Premio Planeta?
–Mi vocación por la escritura nació antes que el derecho, aunque este último también lo tuve muy presente por mi familia. Sin embargo los libros y la escritura siempre han formado parte de mi vida, de lo que soy.
–La crítica ha calificado su prosa de diferente y de usted ha dicho que es una de las novelistas más originales de su tiempo.
"Creo un mundo fantástico, hiperbólico y negro, quizá más original, pero no he inventado nada nuevo"
–Es obvio que cada escritor tiene su propio estilo. En mi caso, hay una serie de características y rasgos comunes en las novelas que tienen influencias de la literatura latinoamericana y de la poesía. Antes de ponerme a escribir, siempre leo poesía. Me pone en situación literaria, me ayuda a concentrarme, y en lo que escribo queda sellado García Márquez, entre otros, su prosa y la musicalidad que arrastra a seguir leyendo. Mis relatos están a caballo entre la realidad y la ficción, creo un mundo fantástico, hiperbólico y negro, quizá más original, pero no he inventado nada nuevo.
– ¿Qué nuevos proyectos surgen ahora?
–El deseo de llevar adelante tres proyectos es el que me ronda estos días. Una novela ambientada en Irlanda, la escritura de una obra de teatro (hice un curso de escritura teatral el año pasado y me apasiona), y un nuevo libro de cuentos. De momento hay un embrión que comenzaré a darle forma cuando finalice con la Feria del Libro de Madrid.
"La cultura es el pariente pobre al que siempre se le restan presupuestos porque se entiende como ocio"
– ¿Seguirá en la misma línea o experimentará un cambio?
–Escribiré, como he hecho hasta ahora, desde el corazón, soy una contadora de historias y me gusta emocionar. Por supuesto que querría sorprender a mis lectores con algo nuevo, con una obra que no se esperen y los revolucione, pero siendo fiel a mí y a mi estilo.
–¿Es España un país lector?
–No es de los más lectores. Es cierto que se lee, pero me gustaría que fuera más, sobre todo en la juventud a quien es necesario formar. Pero para ello es imprescindible invertir en la cultura que siempre es el pariente pobre al que se le restan presupuestos porque se entiende como ocio y, en realidad, es la que nutre al espíritu humano.