El de costalero es un oficio que se transmite de padres a hijos y cada vez es más usual ver debajo de los pasos a familias. En el caso de los Muñoz es especial porque Jesús ha llegado a compartir esta pasión con sus dos vástagos, Rubén y Jesús, y todos tendrán el privilegio de ser algunos de los pies de Santa María de África, Patrona de Ceuta, el próximo 5 de agosto.
Un sentimiento que les ha unido y que este año podrán compartir bajo las trabajaderas portando a la también Alcaldesa Perpetua. “Es un orgullo muy grande”, comenta Jesús. “Sacar a la Patrona y poderla pasear por Ceuta y ser sus pies es algo que me llena de orgullo”.
Rubén, su primogénito, coincide con su padre en el privilegio que tienen siendo costaleros de Santa María de África. “Compartir este oficio con mi padre y con mi hermano la verdad es que me llena de satisfacción y devoción porque a mí me gusta ser costalero y es un oficio que llevo viendo desde pequeño”, expresa.
El pequeño de los tres, Jesús, explica que tiene “mucho sentimiento” al estar “debajo de la más grande” y más si lo “vives con tu familia”.
Oficio que Jesús ha inculcado a sus hijos y que ahora pueden compartir los tres juntos, cosa que les llena de orgullo. “Se me ponen los vellos de punta solo de pensarlo porque no hay palabras para describirlo”, asegura. En muy escasas ocasiones “ha habido un costalero con dos hijos debajo del paso y la verdad es que no hay palabras para describirlo”.
Devoción que el padre ha sabido inculcar a sus hijos para que puedan coincidir bajo el paso. Aunque Jesús relata que esa vocación les ha venido a ellos solos, Rubén y Jesús indican que su antecesor ha tenido mucha culpa de la afición que han adquirido por estar debajo de un paso.
“Para mí, él tiene más culpa que nosotros”, señala Rubén, “es el que ha estado siempre en los pasos y con quien hemos ido a los ensayos, lo veía y me gustaba lo que estaba haciendo mi padre y yo quería estar ahí dentro”.
Además, apunta a que es el que le ha inculcado el sentimiento de ir a ensayar porque ha estado siempre acompañando a su padre cuando aún no tenía la edad suficiente para estar debajo de un paso.
Jesús, el pequeño, también coincide con su hermano en que su padre tiene gran culpa de su afición y declara que desde pequeño ha estado muy ligado a los ensayos de costalero de su padre y “estaba deseando que llegara el viernes para poder ir a ensayar”.
Además, una vez Rubén y Jesús han conseguido el sueño de estar debajo de las trabajaderas junto a su padre, este les ha dado algún que otro consejo. “Yo siempre les digo que la ropa tiene que estar bien hecha y ser de buena calidad para poder trabajar bien y cómodo”. Otra de las nociones que les da es que si van sobrecargados pidan un relevo “para que no se vayan a hacer daño”.
Pero él no ha sido el único que le ha dado consejos a los jóvenes, ya que sus hijos explican que los veteranos en las trabajaderas y el propio capataz, Manuel Creo, han estado formándolos para que se hagan buenos costaleros.
Una pasión por el mundo del costal que el propio Jesús confiesa que no tendría la oportunidad de compartir con sus hijos. “Si me lo dicen hace diez años les hubiera contestado que no lo creía pero ellos solos se han interesado por la costalería y ha llegado el momento en el que tengo a los dos debajo de las trabajaderas y más llevando a la Patrona”, apunta.
Cosa de la que difieren totalmente sus hijos, ya que ambos sostienen que tenían claro desde un principio que iban a terminar tarde o temprano debajo de un paso y “darle a mi padre la satisfacción de poder salir de costalero con sus dos hijos pues creo que es un orgullo”, señala Rubén, Jesús añade que espera que sean muchos años más junto a ellos.
Oficio que Rubén y Jesús quieren inculcar a sus futuros hijos y que a su padre le llena de orgullo. “Eso sería lo más grande, ver que ellos salen con sus hijos de costalero la verdad es que sería muy bueno”, apunta Jesús que se atreve a decir que si le quedan fuerzas para ese entonces “me metería debajo del paso con ellos”.
Aunque aseguran que son muy jóvenes para tener hijos en un futuro cercano, tanto Rubén como su hermano Jesús tienen la intención de inculcar a sus hijos lo que su padre les ha inculcado a ellos, el amor por las trabajaderas y el compañerismo que se vive en una cuadrilla.
Una devoción que en la familia Muñoz está muy afianzada y que a buen seguro tendrá mucho futuro.
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