La dulcificación de los sucesos, cuando así interesa, tiende a servir para no valorar la gravedad de los mismos. Sucede y mucho con la inmigración, cuando jóvenes desconocidos son víctimas de auténticos criminales. Ha ocurrido con la tragedia del Sarchal el pasado 24 de enero. Los dos pilotos de una lancha arrojaron al mar a sus ocupantes, les obligaron a dejar la embarcación a sabiendas de que carecían de cualquier medio de protección. Les entregaron, prácticamente, a una muerte segura para después escapar.
Son criminales, no se les puede etiquetar de otra forma. No son pasadores de inmigrantes sin más, son responsables de 4 muertes y como tal tienen que ser perseguidos. Cualquier otra forma empleada para tratar este tema no solo es una farsa sino que supone un atentado contra la dignidad de quienes perdieron sus vidas en el mar por culpa de quienes además de haberles cobrado un dinero les obligaron a enfrentarse a un mar embravecido en pleno temporal.
Esos chicos tenían sus familias, seres queridos no solo asentados en Marruecos sino residentes por distintos puntos de España. Familias que han vivido una auténtica tortura al no saber de su paradero. Pasaban los días y no llamaban, empezaron a aparecer los cuerpos y ya se vino a confirmar el peor de los desenlaces.
Los han matado. No han fallecido en el mar de forma accidental, víctimas de un accidente casual. No. Les han matado porque les obligaron a tirarse al agua y les dejaron solos. La intervención rápida de Moad, un vecino del Sarchal, fue clave para que algunos sobrevivieran. De lo contrario estaríamos hablando de un suceso aún peor.
Cuando empecemos a llamar a las cosas por su nombre igual valoraremos lo que está pasando a nuestro alrededor, respetando a todos por igual sin utilizar etiquetas para unos sucesos sí mientras para otros no.
Los dos varones que huyeron del Sarchal son criminales. Siguen escondidos, ocultos como cobardes. Sobre sus conciencias quedará por siempre el haber enfrentado al peor de los destinos a unos chicos jóvenes que tenían sueños, que pagaron por un viaje que fue un engaño, que solo aspiraban a encontrar en este lado un modo de vida que nunca llegaron a disfrutar.
Es una tragedia, es un crimen y como tal debe ser valorado y denunciado.