Opinión

La corrupción y la oliva

En estos días, meses y años el tema de la corrupción es el “Padre nuestro de todos los días”. Políticos, funcionarios, empresarios, tramas de todo tipo e incluso el intocable Rey emérito. Enumerarlos nos ocuparía 50 cañonazos y no vamos a estar bumba que te bumba hasta el día de las campanadas.

Se cuenta ese chiste que dice en España “dimitir es un nombre ruso”.

¿Y, por qué se corrompe la gente cuando gozan de una sobrada economía, son millonarios o tienen un patrimonio monumental?

Vemos a jefes de estado, ministros, sindicatos, artistas, deportistas, bancos.

Me pregunto si este comportamiento forma parte de la naturaleza humana o es una opción que elige libremente cada uno.

Si entramos al detalle la tentación de corromperse nos espera en cada esquina y no hace falta ser Koldo o Ábalos sino un currante corriente y moliente con una vida sencilla, un salario digno y unas condiciones económicas solventes.

¿Se han parado a pensar si cada uno de ustedes caerían en la tentación? ¿Serían capaces de llevarse lo que no es suyo o utilizar a alguien para conseguir un puesto de trabajo, enchufar a un hijo, primo, cuñado o aceptar dinero para hacerse con una plaza en un organismo público?

Se dice que “todos tenemos un precio, lo importante es que no se sepa lo que vamemos”.

Confesaré mi afición por las aceitunas de todo tipo: rellenas, con hueso, sin hueso, chupadedos, sevillanas, partidas, moradas, de cuquillo, de Cieza, cornicabras...hay más de 200 posibilidades. Me imagino que el paraíso debe ser parecido a los puestos de aceitunas en Marruecos.

Pues bien, de niño los reyes magos me regalaban botes de aceitunas, también en mi primera comunión, santos, cumpleaños, fiestas, amigo invisible y cualquiera que quisiera verme feliz.

Diré también que tuve una novia que regentaba un puesto de olivas; llegué a dudar si mi amor era por ella o por las aceitunas.

En junio celebramos la comida de final de curso en el Centro de trabajo; se puso un fondo y adquirimos toda clase de productos para montar un ágape abundante.

"El recipiente era de cristal y dejaba enseñar su tesoro imposible de hacerse con él, como si fuera el códice Calixtino de la Catedral de Santiago o " los Girasoles " de Van Gogh"

Al comenzar septiembre y abrir la nevera de la sala de profesores descubrí que quedaban algunos alimentos que no se habían consumido y que se guardaron para otra ocasión, entre ellos un bote de aceitunas sin hueso y aliñadas. El recipiente era de cristal y dejaba enseñar su tesoro imposible de hacerse con él, como si fuera el códice Calixtino de la Catedral de Santiago o " los Girasoles " de Van Gogh.

Abría la nevera una y otra vez durante 4 meses todas las mañanas y alguna tarde. Con el tiempo pensé llevármelas a casa pues en el recinto no había cámaras, aprovecharía que no hubiera nadie, echaría mano de un macuto a riesgo de que algún compañero preguntara por el bote de aceitunas.

¿Quién se iba a dar cuenta? ¿ Qué importaban los 6 euros que valdría en el mercado? Tal vez podrían echarse a perder si no se consumían pero la fecha de caducidad era para el 2030 después de Cristo.

Así, una tarde, con premeditación, alevosía y nocturnidad, abrí la caja fuerte convertida en frigorífico, sustraje la ambrosía de los dioses y las escondí en la mochila entre libro de valores éticos y exámenes de Platón.

Al llegar a casa abrí la causa de las tentaciones y me las zampé, eso sí, con remordimiento y conciencia de culpa.

Cada mañana temo que alguien eche en falta las aceitunas o pregunte irónicamente por ellas.

Empecé a perder el sueño, sufrir episodios de ansiedad y verme observado por todo el que tuviera ojos.

He decidido comprar y devolver lo hurtado, lo que rapiñé guiado por La avaricia y el latrocinio.

Pensé de nuevo en la posibilidad potencial de caer en la corrupción. Las aceitunas me dieron la respuesta.

"Un profesor de Filosofía roba unas aceitunas y se da a la fuga". Sería un buen titular para El Faro.

Ver comentarios

  • Ahora me explico la subida del aceite; menos mal que con las últimas aguas, la cosecha subirá.

  • Al menos en los paises avanzados lis corruptos una vez pillados mas por la prensa libre con pruebas son llevados a jucio, en cambio los paises tercermundistas son intocables, la poblacion reclusa, toda pertenece a la clase baja y los opositores.

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