Es cierto que Alemania es el principal socio y el que aporta más liquidez al complicado sistema comunitario, pero no es menos cierto que todos los fallos sobrevenidos debieron ser denunciados por los que cobran para detectarlos y evitarlos. Que en España se había institucionalizado el despilfarro y casi la corrupción, que Italia amenazaba con problemas político-económicos, que Grecia - asesorada por un gigante mundial de las finanzas-,engañó en las cifras para entrar en el euro, que Irlanda invertía con demasiado riesgo, que Chipre estaba vinculada a la cercana Grecia o que a Portugal, por su dependencia, no le salían las cuentas, eran circunstancias conocidas en Bruselas. Incluso, las actuaciones peligrosas que dependían de la autonomía de los Estados, debieron denunciarse por esos cerebros de la Unión Europea y Monetaria (UEM), ya que después se imponen correctivos que terminamos pagando todos.
Y los ciudadanos de la UEM contribuimos para que esos políticos y funcionarios comunitarios prevean estos problemas y los eviten. Pero, en vez de adelantarse a los acontecimientos, vemos como las entidades financieras de varios países de la Unión han tenido serios problemas, sin que el Banco de España o sus colegas europeos, se supone que bajo la supervisión de las autoridades comunitarias del sector, hayan cumplido con su misión de vigilancia.
Aquí es preciso citar también el fallo sistemático de los controles nacionales y la corrupción y despilfarro a que venimos asistiendo, sin que los mencionados ciudadanos puedan evitarlo, por el entramado político existente al que ya se asoman personajes de opereta.
El pago de la ineficacia
Sin embargo, cuando se producen problemas y los administradores de cajas y bancos fracasan estrepitosamente, sin reacción preventiva de los Estados ni de la Unión Europea, los que pagan el estropicio son los ciudadanos, a veces con sus ahorros de toda una vida. Y los responsables de esos bancos y el regulador correspondiente que se equivocaron en las inversiones o simplemente actuaron de mala fe, salen indemnes la mayoría de las veces, arropados con cifras astronómicas por indemnizaciones o retiros dorados.
Y ahora la Unión Europea que sabía con mucha antelación lo que pasaba en Chipre, decide ensayar, también por imposición germana, un nuevo sistema de salvar la economía del país, interviniendo en el sistema bancario. No se penaliza a los dirigentes comunitarios que permitieron el paraíso fiscal (o centro financiero off shore), donde se refugiaron los capitales rusos y otros no residentes, ni a las autoridades chipriotas que lo diseñaron, ni a los políticos y funcionarios que condenaron a Chipre a la ruina con la quita de la deuda griega donde la isla había invertido su dinero, no. Decidieron imponer una quita disfrazada como un falso impuesto único y progresivo, en un vergonzoso acuerdo por unanimidad del Eurogrupo, también a los ahorradores sin hacer distinciones y parece que sin afectar a las deudas chipriotas con bancos de otros países .
Una parte de esos ciudadanos, los rusos y otros que acudieron a las ventajas de un paraíso fiscal de facto, fueron puestos en el mismo saco que los chipriotas del pueblo llano que depositaron sus ahorros en los bancos de su país. Y, al principio, no se distinguió entre grandes o pequeños impositores, sino que intentaron confiscar a todos una parte de su dinero metiéndolos, además, en un corralito similar al argentino. Esa anunciada actuación disfrazada de tasa o impuesto, cuando en realidad era una quita o confiscación respecto a los pequeños ahorradores, es algo ilegal por contrario a las propias normas comunitarias pero, a pesar de todo, ni siquiera la Comisión Europea, garante de los Tratados, tomó medidas al respecto.
Menos mal que la presión popular y el miedo de los políticos a la reacción violenta y rompedora del pueblo chipriota, evitó que fueran afectados los ahorros inferiores a cien mil euros, aunque se confirmó el vergonzoso corralito. Esta figura que creíamos propia de países como Argentina e impensable en la Europa del euro y el imperio de la Ley, hizo acto de presencia entre nosotros e incluso amenaza en el futuro a otros ciudadanos comunitarios.
Pero debemos aclarar enseguida que las imposiciones de particulares o empresas en los bancos, no son inversiones ni préstamos a esas entidades, sino simplemente depósitos remunerados, aparte de cómo lo contabilicen las citadas entidades financieras. El negocio jurídico es de depósito, no de préstamo u otras figuras y, por tanto, la confiscación podría ser una especie de apropiación indebida, sobre la que se pronunciarán algún día juristas y tribunales, sobe todo el de Luxemburgo.
La indiscreción calculada del holandés debutante
Cuando el nuevo presidente del Eurogrupo (ministros de economía y finanzas de la UEM), el holandés Dijsselbloem, anunció que lo sucedido en Chipre podría ocurrir en cualquier país europeo, se dispararon todas las alarmas. La filosofía de las citadas declaraciones es que, en sucesivos rescates bancarios o nacionales, se podrían ver afectadas las inversiones en bonos o los depósitos superiores a 100.000.- euros. En realidad, como queda dicho, los ciudadanos de la Unión Europea tenían asegurados por una Directiva Comunitaria, al menos hasta esos 100.000 euros y, por encima de esa cantidad, solo se podrían perder en caso de quiebra de la entidad. financiera. Ahora, con el nuevo invento, el riesgo se amplía también a la situación del país en su conjunto.
La consecuencia de esta injusta expropiación sin compensaciones, es que el ahorrador -empresas o particulares- llevarán su dinero legalmente a los países con economía más sólida y a los bancos más solventes (si es que las empresas de rating no se equivocan de nuevo), harán imposiciones máximas de 99.000 euros por si acaso y, a pesar de todo, rezarán para que no ocurra un desastre. Y si los bancos de destino son alemanes, la economía germana se fortalecerá todavía más con dinero, a bajo o nulo interés, procedente de los denostados países del sur. La confianza está perdida, la credibilidad de la Unión Europea destrozada y el prestigio de los funcionarios, políticos y parlamentarios de la citada organización que no supieron imponer la democracia frente a las directrices germanas, por los suelos.
El desmentido del holandés Dijsselbloem y de otros, es todavía más curioso y preocupante que las afirmaciones que se niegan, ya que viene a confirmar que el sistema de corralito general y quita a los depósitos, está creado específicamente para Chipre y no será utilizado con otros Estados de la Unión lo que, de ser cierto, confirma que hay dos o tres categorías de adhesión al proyecto europeo.
Tenían en las manos una realidad ilusionante, donde los países que protagonizaron dos guerras mundiales, convivían bajo un solo parlamento, una bandera y una moneda. Pero, tras aquellos padres de Europa que pusieron los cimientos de la Unión, fueron llegando oleadas de ineptos que, con las debidas excepciones pero culpando casi siempre a los ciudadanos, permiten los paraísos fiscales, dejan de ejercer el control a que están obligados y desprestigian esa magnífica idea que es la Europa unida.