El coronel Luis Campos de Retana estuvo al mando de la Agrupación B en la denominada operación Teide. Aunque apenas se menciona la importancia que tuvo en esta operación, solamente es necesario citar el alto volumen de medios materiales y humanos que había, ya que bajo su mando directo tuvo nada menos que 2.000 hombres desplegados en Villa Bens (hoy Tarfaya). Sin embargo, a pesar de todo el material, los vehículos y los carros de combate, lo que hizo que todo saliese a la perfección sin apenas bajas fue el gran valor del componente humano.
La composición de la Agrupación B.
Gracias a mi buen amigo Luis Capdepont, en el libro que me obsequió dedicado, viene página a página un detallado documento de todo lo que conllevó el desarrollo de la Agrupación B en la denominada operación Teide para España, y operación Écouvillon (escobillón en español) para Francia.
El Estado Mayor del sector del Sáhara planificó junto con los franceses el desarrollo de dicha operación con la Agrupación A en El Aaiún y la Agrupación B en Villa Bens junto con la Subagrupación C que operaría en la zona de Bir Nzaran y El Argub. Estas últimas agrupaciones estaban al mando del coronel Manuel Mulero Clemente con base en El Aaiún.
Lo que nunca he comprendido es como al coronel Luis Campos de Retana, estando al mando de más de 2.000 hombres, apenas se le haya reconocido su importante labor, ya que con su buen hacer consiguió en la dura tarea del desierto, el cual no regala nada, por el contrario da soledad, arena y apenas agua, sin apenas bajas, llegar adonde el Estado Mayor había planificado.
A sus órdenes en Villa Bens estaba la II Bandera de La Legión, las compañías de Infantería Canarias 50 y Tenerife 492, los batallones San Fernando 11 y Guadalajara 202, ambos de Alicante y Valencia, el grupo de Caballería Pavía, el grupo de Policía Europeo y el de Nativos, la sección de Zapadores, Transmisiones, la sección de Automóviles con vehículos Ford-K, Intendencia, Municionamiento y Talleres. En total, el número de hombres sumaba 2.382, lo que en la práctica era una brigada.
"En el batallón Guadalajara 20, entre los más de 800 soldados había uno valenciano, el cual su vida civil tenía por profesión pastelero"
El armamento que se les capturó a las Bandas Rebeldes no eran escopetas de balines, se trataba de algo más sofisticado, como fusiles Mauser, metralletas americanas Thompson, metralletas francesas, morteros de fabricación francesa, granadas de mano Breda y Laffite, e incluso escopetas con postas.
Buñuelos valencianos en el desierto del Sáhara
Los días 18 y 19 de febrero de 1958 una columna compuesta por el batallón Guadalajara 20, el batallón San Fernando 11 y la II Bandera de La Legión con la sección de Automóviles junto con fuerzas de Policía llegaron a las inmediaciones de Tuidifret, alcanzando un campamento de las Fuerzas Rebeldes, los cuales, al ver la potente columna de fuerzas españolas optaron por poner pies en polvorosa, o más claro, se dieron una vertiginosa huida.
En dicho campamento abandonaron armamento, municiones, una tienda de campaña utilizada como hospital y otra de Intendencia, junto con víveres como harina, arroz, aceite, dátiles y otros materiales sanitarios. Basta decir que con todo lo capturado se podía mantener a más de 1.000 hombres por un periodo de más de 2 meses.
En el batallón Guadalajara 20, entre los más de 800 soldados había uno valenciano, el cual su vida civil tenía por profesión pastelero. Este soldado, gracias a todo ese material capturado, y especialmente el aceite y la harina, elaboró para todo el contingente de los más de 2.000 hombres durante varios días los célebres buñuelos valencianos. Y todo ello en medio del desierto del Sáhara.
La Agrupación B, cuyo mando ostentaba el coronel Luis Campos de Retana, que a su vez era el jefe en Dar Riffien del tercio Duque de Alba II de La Legión, lo cual demuestra lo magnífico jefe que era, consiguieron alcanzar los objetivos que le habían sido designando por el Estado Mayor, sin tener que lamentar bajas humanas. Tan solo hay que destacar un desgraciado accidente que ocurrió al iniciar un camión la marcha atrás en el aeródromo de Villa Bens, el cual alcanzó al soldado Francisco Montoya Martínez, del batallón San Fernando 112. Fue llevado al Botiquín de Villa Bens, pero, a pesar de las transfusiones de sangre y los cuidados médicos, tristemente falleció. Más triste es que a día de hoy aún no se sabe dónde reposan sus restos mortales.
Desgraciadamente, los españoles somos muy proclives a ensalzar lo que viene de fuera, magnificando y ensalzando lo de fuera de nuestras fronteras. El buen hacer de aquel magnífico jefe, el coronel Luis Campos de Retana, al día de hoy es un auténtico desconocido. Ahí están los hechos, con los que se le puede calificar de un buen jefe, el cual se preocupaba por sus subordinados, para que en operaciones como en este caso bajo la dureza del desierto se les hiciese un poco más llevadero. El coronel Campos de Retana no era un soldado cualquiera; en su bocamanga lucía tres heridas de guerra que a buen seguro no fueron producto de un resfriado, lo que se le puede denominar un excelente soldado.
El entonces coronel Luis Campos de Retana, que a su fallecimiento era general de Brigada, su labor callada ante sus semejantes le hacía ser un gran hombre, tal como así lo definió un intelectual: “los grandes hombres son como las más hermosas flores. Crecen a pesar del estiércol que echan sobre ellos los envidiosos y los imbéciles”, Jules Barbey d'Aurevilly.
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