Las noticias malas no terminan. El
coronavirus se está cebando con Ceuta. Al fallecimiento de una mujer en la mañana de este viernes se suma otra muerte más, la de un hombre que estaba ingresado en planta del
Hospital Universitario con covid y cuya pérdida se ha conocido en torno a las 14:00 horas. Tenía 74 años y era vecino de la barriada del Príncipe. En menos de una semana –desde la noche del pasado sábado- han muerto 9 personas y en lo que va de pandemia ya son 23, después de que el
Instituto Nacional de Gestión Sanitaria incluya en el listado oficial este fallecimiento. La Consejería de Sanidad y el Ingesa trasladan a la familia de la persona fallecida por COVID-19 su más sentido pésame por la pérdida. Ceuta está asistiendo a un periodo trágico, de continuas desgracias. A los contagiados derivados de los partes oficiales que se van conociendo cada día, se suman las muertes. No cesan. Tanto en domicilios como, sobre todo, en el propio hospital. Mueren en la UCI, en planta, en urgencias… mueren hombres y mujeres de distintas edades. El COVID está matando a los vecinos de esta ciudad y aunque las autoridades instan a la población a ser cautelosa y responsable continúan las malas prácticas y los comportamientos irresponsables. Estos días están siendo de profundo dolor para muchas familias, para las que han perdido a sus seres queridos por el Covid, las que no han podido despedirse como quisieran de todos los que van faltando. En el Hospital siguen decenas de ingresados y, en global, hay más de 500 personas afectadas por este virus. Los entierros son diarios, nunca antes en nuestra ciudad se había producido una situación de este tipo, una tragedia así. Detrás de estas muertes de vecinos de distintas barriadas están las historias de familias que han perdido a sus seres queridos, cuyas muertes están directamente relacionadas con el virus y que, aunque en varios casos arrastraban patologías previas, es el COVID lo que los ha matado. La situación en Ceuta es de riesgo extremo y todavía se siguen produciendo acciones tremendas en donde la responsabilidad es inexistente.