Opinión

El coronavirus se ‘come’ el periodismo

La imposición de una serie de protocolos que todos debemos cumplir para evitar los contagios ha derivado en la primera puñalada -y amenaza con ser mortal- al periodismo. Si ya era difícil antes ejercer la profesión, ahora las trabas aumentan con la imposibilidad de llevar a cabo reportajes o entrevistas que se ajusten a unos mínimos de rigor. Nos montan comparecencias que son engañosas primero para los propios periodistas y, después, para ustedes. Porque si nosotros trabajamos no es para leernos nuestras propias crónicas sino para que a ustedes les lleguen.

Son engañosas porque al no estar presencialmente en la rueda de prensa, el medio de comunicación tiene que asistir a una videoconferencia en directo, con opción- en algunos de los casos- de formular preguntas pero sin posibilidad de rebatirlas cuando no se está contestando a lo preguntado. Y lo grave es que, básicamente, cuando cursas una pregunta no te la responden, dan mil y una vueltas para decir precisamente lo que no has preguntado pero tú no estás ahí para insistir hasta obtener lo que, consideras, interesa al lector.

Las comparecencias son una especie de circos en los que se te monta un show disfrazado de intervención ante los medios, pero no es más que una forma de engañarnos a todos, de menospreciarnos. Pasará a los anales la intervención, ayer, del director territorial de Ingesa, Jesús Lopera, que se encargaba de contestar a un cámara de televisión preguntas formuladas por whatsapp y reducidas a una por medio de comunicación. Las respuestas, en muchos de los casos, no se correspondían con lo preguntado y no existía la opción de repreguntar porque los criterios y la forma de organizar el show lo establece la administración. Se podrían haber ahorrado esta especie de querer ser transparente y no serlo enviando un vídeo promocional de cómo Ingesa quiere vender su propio cuento. Luego ya vería cada medio de comunicación si se hacía eco de él o no. Esta es la forma en la que se está gestionando la política de comunicación y la manera en la que se hace llegar la versión que, sobre los hechos, se quiere dar a los medios. El periodismo, así, está muerto. Y lo más grave es que cada vez apuesten más por este tipo de canales en vez de enfrentarse a una realidad con las verdades por delante. Parece ser que esto, aquí, es escaso.

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