La propuesta de la patronal gaditana de contratar estudiantes de hostelería marroquíes para afrontar la falta de camareros en verano es una práctica que se realiza en otras provincias con buen resultado, como Huelva, donde cada campaña agrícola acuden miles de mujeres de Marruecos.
A este sistema se le conoce como contratación en origen y se ha demostrado como una alternativa eficaz para dar solución al problema que se origina cuando la oferta de empleo que requiere un sector es más alta que la demanda.
La experiencia de contratación en origen en la provincia de Huelva se remonta a hace décadas, tal y como explica el presidente de Asaja Huelva y de la Interprofesional Andaluza la Fresa y los Frutos Rojos de Huelva (Interfresa), José Luis García-Palacios, concretamente a 1998, cuando comenzaron las primeras experiencias con Rumanía y Polonia.
En la actualidad, tras años con contratación sólo en Marruecos, se están llevando a cabo nuevas experiencias que trasladan a Huelva temporeros de Honduras y Ecuador.
En la actualidad, tras años con contratación sólo en Marruecos, se están llevando a cabo nuevas experiencias que trasladan a Huelva temporeros de Honduras y Ecuador.
"La gente no quiere trabajar en el campo", apunta García-Palacios, por lo que esta opción se nos plantea "como la única que tenemos para sacar adelante la campaña".
Lo mismo ha llevado a los empresarios gaditanos a plantear la contratación de marroquíes, es decir, no encuentran mano de obra suficiente para afrontar una oferta de empleo que se triplica en los meses estivales.
García-Palacios asegura que el modelo de contratación en origen que se lleva a cabo en el sector agrícola onubense es "extrapolable" al sector hostelero de Cádiz, pero apunta que para llevarse a cabo tendría que haber un acuerdo bilateral entre España y Marruecos.
En la contratación laboral, la organización y supervisión corresponde a los ministerios competentes de ambos países, mientras que los empresarios, en este caso las organizaciones agrarias de Huelva, se limitan a seleccionar el personal que el Gobierno marroquí pone a disposición.
Más allá de eso, entre el caso de Cádiz y Huelva hay una diferencia de cualificación en el personal requerido, ya que si para la campaña agrícola no hace falta ni formación específica ni conocer el idioma de destino, ya que esta barrera se salva con traductores, en el caso de la hostelería, además de una formación básica, es necesario conocer el idioma.
Esto implica que el perfil que deben de cumplir los candidatos sea bien distinto; en el caso de Huelva desde ambos países se viene apostando por mujeres con arraigo familiar para favorecer el regreso a Marruecos tras la campaña; mientras que en el de Cádiz el perfil es más cualificado, con formación en hostelería y conocimiento del español.
Teniendo claro el perfil, desde el sector hostelero se habría de trabajar también en otras cuestiones como asegurar el cumplimiento de las condiciones laborales y ofertar una vivienda para los contratados el tiempo que desarrollen su trabajo en España, requisitos que cumplen también los agricultores onubenses.
Salvado el perfil y el cumplimiento de estos requisitos, y alcanzado ese acuerdo bilateral entre España y Marruecos, la contratación en origen podría ser la alternativa en Cádiz como lo ha sido en Huelva.
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