Opinión

Conmemoración del 87 aniversario del milagro de la Virgen de África en el Convoy de la Victoria (III)

Detalles del combate: Cinco y cuarto de la tarde. Cuarenta y cinco minutos de travesía, cuando el vigía del «Dato» dio voz de: «¡Barco a la vista!». El capitán del Corbeta, don Manuel Súnico Castedo, enfocó los gemelos a babor y percibió perfectamente la columna de humo de un navío que se dirigía hacia el convoy viniendo de la entrada del Estrecho por la parte de Tarifa. Unos minutos después distinguía perfectamente el casco y la línea del buque, que era el destroyer rojo «Alcalá- Galiano». Se tocó zafarrancho y cada uno ocupó su puesto de combate en el «Dato». También el «Kert» preparó su minúsculo cañoncito. En los correos los soldados expedicionarios preparaban sus ametralladora e incluso sus fusiles y bombas de mano. El «Alcalá-Galiano», marchaba a toda velocidad de sus máquinas, en dirección al convoy. Se avecinaba el duelo, en el que todas las armas materiales eran favorables al buitre rojo; los materiales sí; pero no las morales. El destroyer pirata rompió el fuego contra los barcos correos disparando sobre ellos con las piezas de proa. En el momento en que los primeros cañonazos rasgaban el silencio de la tarde, el grueso del convoy se encontraba, aproximadamente a unas cinco millas de Punta Carnero.

Testimonio del comandante Súnico narrando la batalla

Dejemos al comandante del «Dato», que sobriamente, con modestia que hace mayor su hazaña, describa la batalla: «Al encontrarme como a unas cinco millas de Punta Carnero, apareció un destructor enemigo, que venía como de Tarifa, y que resultó ser el «Alcalá Galiano», arrumbado a la cabeza del convoy y a mucha velocidad. Hizo varias descargas con sus piezas de proa al correo que iba en cabeza. Y en ese momento metí a babor, atravesando la línea del convoy y marcando al «Alcalá» como a unos 45° por babor. El destructor metió a estribor, rompiendo el fuego el «Dato» al meter caña con el máximo alcance de sus piezas. Poco antes se había unido al convoy el torpedero «19» que había salido de Algeciras a nuestro encuentro. El combate continuó a rumbo paralelos, próximamente y de vuelta encontrada. Apenas el «Dato» rompió el fuego, el destructor, que casi había centrado a los correos dirigió su tiro sobre mí; dada su velocidad al poco tiempo pasó tras el buque cola del convoy, como a unos mil quinientos metros de él; entonces metí la caña a estribor para continuar el combate a rumbos paralelos y de la misma vuelta. El «Kert» también rompió fuego sobre él con su pieza. Desde el «Arango» se le hizo igualmente fuego con ametralladoras y fusilería, ya que le pasó, como digo cerca. En esta fase del combate fue muy preciso el tiro del «Dato», viéndose cómo los piques cubrían de muy cerca la amura de babor del «Galiano». Trató este de entrar en la bahía de Algeciras; pero, sin duda, debido a la precisión de nuestro tiro, metió para fuera, alejándose para Levante. El combate duró, aproximadamente, una media hora, disparándose más de cien proyectiles». El comandante Súnico, con su modestia, ha ocultado una frase que oyeron algunos de los falangistas que iban a bordo del navío. Fue en el momento en que nuestro valiente cañonero abría fuego contra el barco rojo, consiguiendo que éste, enmendase la dirección de sus cañones, hasta aquel momento dirigidos contra los correos, para hacer fuego sobre el «Dato»: «El tiempo que el “Dato” dure a flote quizás sea suficiente para salvar, sino todo, lo más importante del convoy». Sublimes palabras dignas de figurar con letras de oro en la Historia Naval del Movimiento. Uno de los disparos del «Alcalá Galiano» contra el «Dato», rompió el cable de conducción eléctrica de éste, inutilizando el ascensor de proyectiles. Algunos bravos fueron tocados ligeramente por la metralla, entre ellos el jefe de los falangistas ceutíes, Ángel Daunis, si bien muy levemente. El contratiempo no hizo desfallecer a aquellos valientes y entre gritos de ¡Arriba España! Y ¡Viva España!, subían a brazo, por las escalerillas de proa y popa, las granadas necesarias para que los cañones del «Dato» no cesasen en su fuego. Hasta con anti-aéreos se disparó contra el destructor marxista. Como señala el comandante Súnico a sólo kilómetro y medio de la popa del convoy pasó el «Alcalá Galiano», distancia tan pequeña que hizo posible que, además del cañoncito del «Uad Kert», disparasen también contra el buque enemigo sus fusiles y sus ametralladoras las tropas expedicionaria que iban a bordo del «Arango». Para demostrar el espíritu que animaba a aquellos hombres que habían de tomar más tarde Badajoz y Toledo y llegar hasta las puertas de Madrid, basta consignar que en medio de cánticos y vivas cargaron sus bayonetas, disponiéndose a vender caras sus vidas y a lanzarse al abordaje del «Alcalá Galiano» si se acercaba lo suficiente.

El Milagro de la aparición de la Virgen de África y la huida del destructor Alcalá Galiano

Según consta en el poema de Adrián Guerra «A la Virgen de África» encontrado en la página 8 del periódico Faro de Ceuta, viernes 5 de agosto de 1938 nos dice en unos de sus párrafos que Franco dijo que se salvó el convoy por un milagro. La transcribiré completa si bien, según la creencia popular, da por hecho que Franco no fue en el convoy ya que ignoraba este hecho al igual, que en general, las tropas expedicionarias, que según documentos encontrados creyeron se había quedado en Ceuta dirigiendo las operaciones, máxime que salieron antes de que él se embarcase en el cañonero «Dato» según todos los indicios.   A la Virgen de África Dedicada a mi madrinita África Sánchez Hay una Virgen en Ceuta que se llama la Africana, la más gentil ciudadana que yo he podido encontrar. Diademas orlan sus sienes, y es su carita morena como la raza aganera del África Occidental. Se hizo amiga del Caudillo en el paso del convoy; milagro que a cantar voy con mi lírica canción. Era aquel cinco de Agosto cuando la escuadra pirata soñó comprar muy barata la sangre del español. Al paso de nuestras tropas por las aguas del Estrecho, viene el pirata derecho de la mano de Satán. Serpientes de fuego y llamas contra los barcos vomita, y zumba, hiere y crepita en satánico bramar. A su encuentro sale el «Dato» entre mil ondas de plata, y con ardor desbarata en Glorioso Amanecer, la fantástica ilusión del necio «Alcalá Galiano» que con el rostro muy ufano despreció su pequeñez. Cruzan de uno y otro lado cascos de viva metralla entre Dios y  Satanás. Del Cielo es Lugarteniente nuestra Virgen aganera y del infierno la obscena serpiente, hija del mal. Desde el Monte Hacho ceutí nuestro Caudillo divisa la pelea, y su sonrisa nos dice que se salvó el convoy por un milagro de la Virgen Africana, Generala y Capitana del Ejército español. ¡Viva la Virgen de África!, gritó Franco con orgullo, cuyo grito en el murmullo de las ondas de la mar, hasta Zaragoza fue. ¡Y desde entonces hermana es la Africana de la Virgen del Pilar! Dejando, como quedó, dicho la salvedad de la creencia popular de que estuvo contemplado la batalla desde el Monte Hacho cuando, según datos encontrados documentados como el testimonio de Kindelán en su libro «Mis cuadernos de Guerra», el parte de operaciones hecho por Franco notificando a Mola las novedades de la operación, y alguna que otras fuentes que dan a entender todo lo contrario a lo que, hasta ahora el sentir popular siempre a creído y se ha transmitido, no solo dan testimonio del Milagro de la aparición a Yagüe, Súnico y otros, según consta en las crónicas periodísticas del Faro de Ceuta, sino que también el mismo Franco lo confirma diciendo que «se salvó el convoy por un milagro de la Virgen Africana» Mas veamos cómo fue esa intervención divina conforme se nos narra en el periódico Faro de Ceuta, jueves 5 de agosto de 1943, en la página 5 titulado la crónica «El Milagro del Estrecho» de la que se expondrá un extracto de mismo: La diminuta escuadra, en ella el Dato orgulloso, nave capitana, flameaba humos impacientes con descompensados latidos de calderas. Y sobre Ceuta, sobre el mar, en el meridiano angustioso de España, alentaba el milagro. Nuestra Señora la Virgen de África estaba aquel día en el Estrecho. La vieron los marineros de los cinco barquitos, que con el «Dato», rizaban espumas en el peligroso mar que aquella irisaba lejanía de verde esperanza. En su alma, contempló a la Virgen Santísima aquel comandante jefe del convoy, don Manuel Súnico. Eran cinco barquitos como de romance. Y a su costado, la presencia heroica del cañonero. El «Uad-Kert» iba seguido por el «Ciudad Algeciras», el «Ciudad de Ceuta», el «Arango», y el «Eduardo Benot». Estaba bravo el mar por allí dentro y los dos blancos correos — la famosa «Paloma» que trae  y lleva adioses día por día — hubieron de avanzar valientemente. El corsario rojo, que estaba allí, abrió el fuego a mansalva, y el cañonero «Dato» interpuso su réplica heroica con propósitos de sacrificio. Treinta largos minutos y mortales minutos — que repercutían con emocionadas pulsaciones aquí, frente a la Ermita de San Antonio — duró el primer duelo naval de la Cruzada, hasta que logró huir el «Alcalá Galiano» perseguido por las andanadas de la que ya merecía ser la escuadra de España, la iniciación de una escuadra que volvía a nacer en la Historia. En las inmensas singladuras de los modernos convoyes intercontinentales de la presente guerra naval, no hallaremos otro ejemplo similar de valor heroico y de fe auténtica como en aquella maravillosa ocasión de España, cuando la Virgen de África velaba en el Estrecho. Según documento encontrado del que, a no estar digitalizado ni publicado en editoriales se hace difícil dar referencia, nos dice: Y otra vez la Santísima Virgen María se apareció en el extremo del barco siendo vista por el Caudillo y por todos los militares que le acompañaban. Es decir, según este testimonio confirma lo que consta en el periódico que dice:  «La vieron los marineros de los cinco barquitos» «En su alma, contempló a la Virgen Santísima aquel comandante jefe del Convoy, don Manuel Súnico» Es decir, no está refiriéndose a una visión alegórica sino real y verdadera. Es decir, a ese milagro del que Franco, según refiere el poema arriba expuesto daba testimonio diciendo: «Se salvó el convoy por un milagro de la Virgen Africana». Es el mismo Franco el que da fe de esa visión, aunque no menciona cual fue de manera expresa, aunque sí lo haría el aquel entonces el Teniente Coronel Yagüe de manera pública y notoria en la locución radiada una vez llegado a Algeciras confirmando el éxito de la expedición. Así nos lo cuenta según consta en el periódico Faro de Ceuta. Miércoles, 6 de agosto de 1936, en la página 4 en el artículo    «por el micrófono de la emisora local. El teniente coronel Yagüe pronunció otra soberbia alocución». Así nos dice en los párrafos números 38 y 39: La noticia sensacional ya la sabéis.  Hoy, sin escuadras y contra la roja, tres de cuyos barcos han intentado oponerse, tres barcos llenos de soldados del Ejército de África han cruzado el Estrecho y han desembarcado en Algeciras. No teníamos barcos de guerra, pero en los que iban a Algeciras, en sus proas iban España y la Virgen de África. Es decir, que no solo nos indica que se apareció sino que luego iba delante de ellos guiándoles. Veamos ahora como este mismo detalle nos lo dice el periódico Telegrama del RIF. Melilla 5 de agosto de 1938, en la crónica titulada «La Vrigen de África y el paso del Estrego por el Ejército de Marruecos”. Se pondrá un extracto del mismo: Hoy se cumple el segundo aniversario de la gran gesta realizada por nuestras gloriosas fuerzas al atravesar el Estrecho de Gibraltar, en un alarde de heroísmo insuperable, para llevar el sublime aliento de la victoria a las tierras de España. Embarcaciones inverosímiles para una hazaña de tal naturaleza, abrían con sus quillas afiladas las aguas inquietas del Estrecho, dejando en la estela de su imponente navegar, la ruta cierta, indeleble y magnífica de nuestra redención. Pues jamás se podrá olvidar, el día de la Virgen de África, cuando un convoy de tropas españolas, con escasísima escolta, pero en ella todo el corazón, toda la sangre fría, todo el valor de la España autentica, tradicional, legendaria, consiguió llegar desde Ceuta a Algeciras, ante una de las más grandes emociones que registra y ha de registrar la Historia de la Patria. La Divina Providencia, que no fue otra que Nuestra Señora de África, admirada ante hazaña de tal envergadura satisfecha de la augusta misión salvadora que llevaban esforzados expedicionarios, capitanes invictos, gloriosos soldados del amanecer de España, se situó frente a las proas de las naves para dejarles expedito el camino de la victoria. Y fue el viejo cañonero «Dato», tripulado por hombres de gesta, el navío que protegió el convoy. Y fue este cañonero que parecía ir gobernado por la Virgen de África, quien se puso enfrente de modernas unidades de la escuadra pirata, para escribir en ese memorable, inolvidable día, una página de gloria y de honor insuperable, para la Marina de guerra auténticamente española. En otro párrafo de la misma crónica, concretamente el tercero, nos dice:  España se salvó aquel día, porque Dios guió los pasos de nuestro Caudillo, bajo la protección de la Santísima Virgen de África. Es decir, si recopilamos todas estás informaciones de, por una parte Franco iba en el Convoy y la vio él y todos los militares que le acompañaban, por otro lado que la vieron Súnico y todos los militares y  marineros, y por otro el, por aquel entonces, Teniente Coronel Yagüe también dando fe de ello, afirma que «en sus proas iban España y la Virgen de África», cuyo dato confirma el contenido del Telegrama de RIF, podría recomponerse así el hecho providencial y milagroso confirmado por Franco también  que dijo «el convoy se salvó por un milagro de la Virgen africana», que vemos ahora esclarecidos cual fue, ya que no se refiere a la neblina sino a otro posterior. Así pues expondré cómo podría haber sido el hecho histórico conforme a toda la información encontrada, estructurandolo según consta y por otra sacando conclusiones lógicas de lo que pudo haber pasado. Ea, pues, y comencemos. Relato histórico conforme a los datos novedosos encontrados sobre el Paso del Convoy de la Victoria y cómo fue la aparición de la Virgen de África Como consta en las crónicas de la época, Franco, lleno de confianza de que Dios había aceptado su ruego de que a través de la Madre de Dios cual era «Que hiciese el Todopoderoso por la Divina intercesión de Nuestra Señora de África el milagro de que unos frágiles barquitos cruzarán el Estrecho, bloqueado por todos los navíos de la escuadra roja» saliendo reconfortado y con la confianza plena en que la Virgen había escuchado su ruego dándole señales interiores de ello, según una de la versiónes, recibiendo una aparición celestial de la Madre de Dios diciéndole «Te aseguro que tú triunfarás y no habrá comunismo donde tú estés», y por lo tanto protegería el Convoy para llegar sanos y salvos a la otra orilla y poder así prestar el apoyo del que dependía el triunfo de la causa nacional, después de dar la orden de salida pospuesta para las 4:30 h. de la tarde, orden dada por Franco desde el Puesto de Mando de Operaciones situado en el Monte Hacho según costa en las crónicas: «Por fin, a las cuatro y media, se recibió la comunicación telefónica ordenada por el Caudillo, desde su puesto de mando de la explanada de la ermita de San Antonio: “Que salga el convoy”». Y  una vez supervisado la puesta marcha del Convoy y buena marcha del mismo, siguiendo una lógica coherente, aceptando la versión de que fue en el Convoy, y que puede entenderse las palabras de  Kindelán que dijo «cuyo mando directo tomó Franco», como una afirmación que lo tomó de manera efectiva embarcándose, se dirigió al puerto, para embarcarse en el cañonero Dato bajo secreto militar, por lo que en general el pueblo y gran parte de la tropa ignoraba fuese con ellos, creyendo que en todo momento estaba en el Monte, y así burlar posibles atentados de espías afines a la República. Podría ser que, en esta labor de protección jugó un papel muy importante en el trayecto o en  puestos destacados de vigilancia, además de la guardia militar, los diecisiete falangistas que embarcaron en el cañonero «Dato», que fue justamente el último que embarcó y era la nave capitana. De ahí que en general, salvo Yagüe y algún que otro mando de los otros barcos lo ignorasen. Hay que tener en cuenta que estas embarcaciones en los buques del Convoy fueron realizados en espacios donde no tenía acceso el público en general, es decir, en la parte lateral derecha del puerto sobre todo, fácil de llegar con prontitud desde el Monte Hacho, máxime que toda esa zona estaría restringida a personal no autorizado y fuertemente vigilado por seguridad militar y de la causa.  Por lo que fue fácil dirigirse con prontitud en pocos minutos y embarcarse sin ser visto bajo fuerte protección militar y como se está viendo, bajo el refuerzo de protección con falangistas, Falange de la que Yagüe estaba altamente comprometido como se sabe, por lo que fue fácil que el mismo gestionará y eligiese a esos hombres para que le  protegiese. Una vez puesto en marcha, con la expectación y emoción y plegarias fervorosas del pueblo ceutí que en que «la ciudad se hizo toda ojos y emociones» y «desde todas las ventanas y balcones, desde las azoteas, desde el muelle se atisbaba el puerto»  y de los soldados iba marchaban puesta la confianza en «la Virgen Africana» según así dejo constancia postales de la época donde se reza «Y la Virgen de África iba en nuestros corazones, quiso Nuestra Señora proteger aquel «Trozo de España que surcaban los mares» haciendo crecer la niebla para que no fuesen vistos de los enemigos «formando una espesa niebla que a medida avanzaba se formó», ya que la inicial era de visibilidad media. Al ser detectados por la armada republicana, el cañonero Dato, por defender a los buques-correos, para atraer los disparos del destructor «Alcalá-Galiano», el cual dirigía sus baterías hacia donde estaban embarcadas las tropas y material logístico-militar, al verse atacado por las salvas del «Dato» se viró hacia él, produciéndose un enfrentamiento entre ambos, con la esperanza de que, aunque cayesen batidos, el tiempo que permaneciese a flote hacer tiempo para que, si no toda, gran parte de la expedición llegasen al puerto de Algeciras como el mismo dijese: «El tiempo que el “Dato» dure a flote quizás sea suficiente para salvar, sino todo, lo más importante del convoy. Hay que advertir que, según vamos deduciendo, al ser la nave capitana y el enlace entre el Puesto de Mando de Operaciones del Monte Hacho y todo el Convoy allí iba Franco. Fue en ese momento, cuando ya peligraban, y más el Caudillo que junto con todos con fervorosa plegaría pediría a la Virgen de África la salvación y el Milagro, la portentosa aparición de la Virgen de África que fue vista, por Franco, Súnico, los militares, soldados y marineros que le acompañaban, no solo en su embarcación sino en todas de la que de Yagüe da testimonio diciendo «en sus proas iban España y la Virgen de África. Y, por deducción lógica incluidos todos los del destructor «Alcalá- Galiano», llenándoles a estos de pavor y desconcierto, que dio como resultado, sobrecogido por la admiración y el temor a desistir en la lucha dándose a la huida, cuando humanamente tenían todas las de ganar, siendo atacados por la aviación y seguidos por el cañonero «Dato», llenos de santa bravura, de santo coraje, que tuvieron que desistir al ser más veloz el destructor. Recordemos cómo en la Resurrección de Cristo al salir del Santo Sepulcro y ser visto resucitado y a los personajes con apariencia celestial que se prestaron «produjeron tal asombro y temor en los doce soldados, que en su huida cayeron en tierra como muertos» De ahí la necesidad que también los del Alcalá Galiano la viesen para que desistiesen y huyesen como se narra «y, poco después, el derrotado navío rojo desapareció en dirección al Este». Y así, «al no poder continuar la persecución del destroyer rojo, porque su velocidad no alcanzaba ni a la mitad de aquél, el «Dato» se incorporó de nuevo al convoy». Y es aquí también cuando la Virgen, no solo se aparece durante el combate sino que «como Capitana», como Franco le había pedido que fuese,  les iba guiando hacia las costas de España. De ahí que Yagüe y otros que se hicieron eco de ese milagro quisieran dejar constancia escrita y no solo oral, de que Ella estuvo allí y les guío, encabezando la comitiva para que llegasen sanos y salvos. Y por eso nos dijo Yagüe: «Hoy, sin escuadra y contra la roja, tres de cuyos barcos han intentado oponerse, tres barcos llenos de soldados del Ejército de África han cruzado el Estrecho y han desembarcado. No teníamos barcos de guerra, pero en los que iban a Algeciras, en sus proas iban España y la Virgen de África» Inexplicable es expresar los que vieron tan gran milagro: inmensa gratitud que rebosaba sus corazones, lágrimas de agradecimiento y de amor, admiración grandiosa, sentimientos de amor efusivo... hacia la Madre de Dios. De ahí que, según testimonios escritos, al desembarcar la tropa exclamasen «¡Esto es un milagro!», dirigiéndose luego  a una de las iglesias de la ciudad, salidos ya de la zona portuaria, para dar acción de gracias por tan grande protección de Cielo y haberse producido «El Milagro» de haber llegado sanos y salvos toda la expedición, entonándose el «Te Deum». Sus corazones rebosaban de una indecible, sincera, emotiva y sentida gratitud hacia la Virgen de África que tan maravillosamente les había salvado. Más veamos ahora cómo fue las otras apariciones de la  Madre de Dios apareciéndose en el Estrecho bajo la advocación de la Virgen de África a quienes les invocaban en medio del peligro, según consta en los anales de los milagros atribuidos a la Virgen tan milagrosa y que durante siglos no solo por tierra sino por mar a cubrido con su manto a quienes en Ella confían, y así darnos una idea de cómo pudo ser la aparición y con qué sentimientos de alegría unos y pavor otros, recibieron la aparición celestial.

Apariciones de la Virgen de África en el Estrecho de Gibraltar

Se transcribirá a continuación la historia de dos apariciones de la Virgen de África en el Estrecho de Gibraltar: una del Testimonio de Telesforo Mimoso y el otro librando a la embarcación «Virgen del Carmen» de perecer en una tempestad. Este último testimonio se puede encontrar incluso en el periódico Faro de Ceuta del año, 5 de agosto de 1938, en la página sexta bajo el encabezado «Tradición y milagros».   Telesforo Mimoso y el Virgen del Carmen Siguiendo el autor de Tradiciones y Milagros de Nuestra Señora de África, Patrona de Ceuta, recogemos dos narraciones semejantes referidas al Patrón Telesforo Mimoso y el barco «Virgen del Carmen». Telesforo Mimoso era un hijo de Ceuta que con cinco marineros marchó a Algeciras para transportar a nuestra Ciudad un cargamento de carbón vegetal. Al doblar Punta Carnero les sorprendió un fuerte temporal de levante que llegó a volcar la embarcación a la que los tripulantes con grandes esfuerzos lograron alcanzar después de ser arrojados al mar por el ímpetu de las olas. Sobre la quilla, perdida toda esperanza de salvación, invocaron fervorosamente a la Santísima Virgen de África, su Patrona. «Cinco días permanecieron así, a merced de las olas, no confiando más que en el auxilio de la Reina de los Cielos a la que más de una vez la vieron sonriéndoles y dándoles esperanza de salvación». Por fin, el último día, un barco noruego les salvó de la muerte segura. Los marineros, convencidos de la intercesión de la Virgen de África, pidieron limosna de puerta en puerta para sufragar una solemne función en honor de la Patrona, dejando en su Camerín un testimonio pictórico del milagroso acontecimiento. El Virgen del Carmen era una pequeña embarcación que, matriculada en la ciudad de Barcelona y tripulada por siete hombres, estaba mandada por su Patrón, Pedro Foncuberta. Se dirigía a Cádiz cuando en la noche del 6 de diciembre de 1869, al doblar el Cabo de Trafalgar, le sorprendió una terrible tempestad que puso en grave peligro la Vida de sus marineros. «Corrían las horas, el temporal en vez de amainar creció más y más, estando en todas sus fuerzas, y los infelices náufragos amarrados a los palos que el viento hacía crujir y amenazar desplomarse, invocaron una plegaria a la Santísima Virgen de África; entonces ocurrió una cosa maravillosa; en medio de la oscuridad del espacio apareció un disco de fuego; se atemorizaron más los tripulantes del laúd, no comprendiendo lo que significaba; pero de pronto llenos de alborozo ven, agrandándose el disco y en su centro, despidiendo una luz celestial, aparece la Virgen teniendo en sus brazos a Jesucristo muerto. La alegría inunda sus almas, el llanto corre por sus rostros, y del fondo de sus pechos salen palabras de agradecimiento para la Excelsa Patrona de Ceuta. Duró la hermosa visión escasos minutos, siguió el temporal en marcha; pero la embarcación respetaba por misterioso arcano, fue desde entonces empujada dulcemente hacia Cádiz, en cuya bahía dio fondo al amanecer con su tripulación y cargamento en salvo». Estos dos testimonios y los vivos sentimientos de gratitud, al ser salvados tan providencialmente de una muerte segura, así como esas apariciones, relatan muy bien el fervor y agradecimiento que llenaban sus corazones todos los que fueron en el Convoy y vieron a la Madre de Dios.

Huida del destructor Alcalá-Galiano

Parte de operaciones de Franco describiendo pormenores de la batalla del Estrecho. Llegada de las tropas a Algeciras. El acción de gracias. Continuemos pues nuestra historia en la que, después de la visión celestial, o del Milagro que salvó al Convoy, al que se refería Franco, el destructor «Alcalá Galiano» desiste de seguir atacando al cañonero «Dato» y se da a la huida siendo perseguido por este y la aviación. En la página 5 del periódico Faro de Ceuta, viernes, 5 de agosto de 1938, nos relata cómo fue la huida del destructor «Alcalá-Galiano» Treinta minutos de lucha. Media hora en que Ceuta y Algeciras seguían con angustia las notas graves de los cañones, que retumbaban en el centro mismo del Estrecho. El destroyer rojo que inició una maniobra en dirección a la bahía de Algeciras, sin duda para cubrirla e impedir el acceso del convoy, al ver que cada vez eran más precisos los tiros del «Dato», viró velocísimo y emprendió la huida hacia Levante, perseguido por nuestros viejos aparatos que, a baja altura, le bombardeaban. También el comandante del «Dato» dio la orden de perseguir al «Alcalá Galiano», pero aquello sí que era imposible, porque la velocidad del destroyer rojo era infinitamente superior a la de nuestro cañonero, y poco después, entre rizos de espuma, el derrotado navío rojo desapareció en dirección al Este. Era la primera y gran victoria naval de las armas de España contra la horda bolchevique. Cada caballero marino de minúscula escuadra española había probado su heroísmo, su temple y su patriotismo. Lo habían probado también los 17 falangistas y las tropas expedicionaria.

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