Según recoge la tradición judeocristiana en el libro primero de la Biblia, llamado “Génesis”, del Antiguo Testamento, tras el Diluvio Universal, que habría tenido lugar en el siglo XIV antes de Cristo, lloviendo sin cesar durante 40 días y noches hasta que el arca de Noé se detuvo en el Monte Ararat, salvándose sólo Noé con su familia y una pareja de animales de cada especie, los habitantes de la tierra, en prevención de intentar salvarse si llegaba a producirse un nuevo diluvio, comenzaron a construir la altísima Torre de Babilonia. En aquel tiempo, todos hablaban una misma lengua, entendiéndose perfectamente unos y otros. Pero Yhavé habría descendido del cielo y, al ver la arrogancia de la gente pretendiendo ser más que el propio Dios, pues les castigó confundiendo sus lenguas y, a partir de entonces, ya no pudieron entenderse y tuvieron que dispersarse sin haber podido terminar de construir dicha torre. Pues, al paso que vamos, a nuestros diputados del Congreso pudiera terminar ocurriéndoles lo mismo, que a base de tanto decir palabrotas en sus interpelaciones, demasiadas veces ineducadamente, con malos modos y pérdida de respeto de unos con otros y con el propio pueblo que les ha votado, pues a base de darle puntapiés al diccionario de la Real Academia Española en sus intervenciones, llevan camino de confundir también sus lenguas. De hecho, ya estamos viendo que no encuentran forma de entenderse para llegar a acuerdos, con tanta falta de responsabilidad y rigor para pactar en asuntos básicos de Estado o que afecten al bien común. Deberán tomar ejemplo de cómo saben entenderse por su país y por el bien general de todos en el Parlamento alemán. La política es el arte de lo posible, a base de negociaciones y cediendo todas las partes en la medida razonable. Decía Plutarco que un buen político debe utilizar siempre cierta dosis de ironía al debatir con los demás; y añadía que Cicerón cuando hablaba golpeaba a sus adversarios con frases hirientes; pero, eso sí, nunca eran ofensivas, insultantes o calumniosas y ni siquiera malsonantes. Y esa forma elegante y perspicaz de parlamentar, aunque tuviera que ser satírica y punzante, no era exclusiva de los clásicos de tan remoto pasado, sino que se dio también entre nuestros políticos españoles de los siglos XIX y hasta bien entrado el XX, que tuvimos magníficos oradores dominadores de la retórica, de la sátira sagaz y del ingenio locuaz, pero siempre enmarcados dentro del contexto de la educación en el porte y la elegancia en las formas. Eran perfectos señores en el dominio de la dialéctica política. Pongo sólo varios ejemplos: El extremeño Donoso Cortés hacía temblar en el Congreso a sus oponentes. Agustín Argüelles, que estuvo preso en Ceuta, llamado “El Divino”, era mordaz y temido por todos cuando estaba en uso de la palabra. O ironistas de la talla de Juan de la Cierva cuando hablaba esgrimiendo un argumento que no era del agrado de su homónimo Sánchez Guerra, y éste le espetó: ¿Qué se puede esperar de su señoría, si es diputado por Mula?. Y el primero le replicó: “Pues anda, que de su señoría que lo es por Cabra”. (con mi mayores respeto hacia ambas localidades). Y Azaña al reprender a un diputado que dijo una grosería, le dijo: “Perdone que me sonroje en nombre de su señoría”. Pues una prueba elocuente de palabras malsonantes (o patochadas), se tiene ahora en la clase política con su torpe empeño en desdoblar masculino-femenino con fines mediáticos. El engendro tuvo sus inicios cuando en 1997 la diputada Carmen Romero usó en un mitin los términos “jóvenes” y “jóvenas”. El desdoble lingüístico ganó luego notoriedad cuando en 2008 la entonces Ministra de Igualdad, Bibiana Aído, utilizó la expresión: “miembros” y “miembras” para referirse a los diputados y las diputadas, abriendo la polémica tanto lingüística como política y social. Su compañero de “bancada”, Alfonso Guerra, no sólo afeó a la “jóvena” ministra la utilización de tal palabrota, sino que ya entonces predijo como ejemplo del colmo de la incultura si alguien decía "portavoza", adelantándose a lo que en 2018 acaba de decir otra de la misma ocurrencia, Irene Montero. Y Guerra añadió: "Si una élite quiere imponer" a la sociedad que se diga "miembra", está "perdiendo el tiempo, y haciéndoselo perder a los demás. Que yo sepa, no se dice “miembra” en la sociedad española". Sin embargo, en 2012, el Ministro de Hacienda, Montoro, incurrió en el misma falta de pudor gramatical en el Congreso, aunque con cierto retintín no exento de ironía. Y hasta a Venezuela creo que ha llegado lo de “miembros” y “miembras”, que igualmente gusta de usar Maduro. Pero la ex ministra Aído es de Alcalá de los Gazules (Cádiz). Y ya se sabe que Cádiz comparte con Sevilla la titularidad de la gracia y el salero. Y se sabe que la “jóvena” ex ministra, para serlo, presentó su “currículum vitae” recogiendo que había sido: “miembro” fundador de las JSA de Alcalá de los Gazules, “miembro” del Comité de Andalucía de JSA», «miembro” del Comité Provincial de su partido, «miembro” de la candidatura socialista en las Elecciones Municipales del 13-06-1999 en Cádiz en el puesto número 12» y «miembro” de la candidatura socialista por Cádiz en las Elecciones Autonómicas del 12-03-2000 en el puesto número 7». Que eso sí que son méritos. Si cuentan, verán que dicha “miembra” se puso ella misma hasta cinco veces que había sido “miembro”. ¿En qué quedamos?. Más, siguiendo su propio criterio, como de ese “currículum” se sirvió la ex ministra para obtener tan prestigioso cargo público, pues tendría que admitir que fue una “carga pública”. El año 1973, actuaban en el teatro Falla de Cádiz Manolo Caracol y la inolvidable Lola Flores A poco de comenzar el espectáculo, desde el ”gallinero” se oyó una voz que lanzó un grosero improperio. Caracol, sin inmutarse, con su genial dominio de las tablas, mandó parar la orquesta, y dirigiéndose a las alturas de donde la voz había salido, exclamó: ¡Ese, no es de “Cai”!. Y como la mejor salsa de “tó” Cádiz estaba allí presente, pues estalló en un atronador aplauso. Habría que ver lo que hubiera dicho el humorístico público gaditano, de haber presentado alguna murga, comparsa o chirigota en los recientes carnavales sobre su paisana la “miembra”. Y es que, como dice Babel en su Breviario de las tonterías estólidas, “abundan las personas convencidas de que el guiso de la olla va a ser distinto cambiando el cazo”. Pues, en 2017, casi veinte años más tarde, la portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, Lorena Ruiz-Huerta, retomó el término “jóvenes” en declaraciones en los pasillos de la cámara madrileña para criticar la gestión del gobierno autonómico de Madrid. Y en 2018 la nueva “miembra” del mismo partido, señora Irene Montero, copiando a Alfonso Guerra, reprodujo lo de “portavoces” y “portavozas”. Que si bien en principio admitió que había sido un “lapsus”, luego intentó disimularlo para terminar excusándose de que: “a veces, desdoblando el lenguaje, aunque no suene muy correcto, se puede avanzar en la igualdad”. Su intento de justificación se produjo tras que el ministro de Educación y portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez Vigo, ironizara por el lenguaje empleado por algunos diputados, diciendo: “Vamos a mejorar mucho el sistema educativo en España”. Pero, al final, mantuvo semejante disparate so pretexto de que había sido un vocablo inventado porque, según dijo, es una manera de "avanzar en la igualdad" y de "visibilizar a la mitad de la población que ha sido “invisibilizada" después de "demasiados siglos" del uso del lenguaje "como instrumento para perpetuar el machismo" en la sociedades; sin tener en cuenta que la palabra “voz” es ya femenina (la voz). Emplazó a la Real Academia Española para que emitiera un dictamen sobre si la palaba “miembra” está o no bien expresada. Y el director de la RAE, Darío Villanueva, advirtió sobre las consecuencias de la utilización de términos como 'miembra', que calificó de "peligrosísimo”, por repercutir negativamente en el uso de la lengua.
"El lenguaje – dijo - es un ecosistema y si lo alteramos repercute en todo el equilibrio general". Y que, si "se llama miembro a los hombres y miembras a las mujeres, habrá que empezar a llamar miembros a los brazos y miembras a las piernas". Y la propia RAE aclaró que no reconoce el término “potavoza”, porque el sustantivo “portavoz” es común en cuanto al género. Esto es, que coincide su forma de masculino y de femenino. Replicando la diputada que ”la RAE tiene mucho que aprender, porque es una institución compuesta principalmente por hombres”. Y bien, uno cree que, si se siguen tales pautas de tener que desdoblar el sustantivo en masculino y femenino, sin estar sujeto a ninguna regla gramatical, pues resultaría que tendrían que darse casos tan estrambóticos como la taxista y el taxisto. Las mujeres comerían con la boca, mientras los hombres tendríamos que hacerlo por el “boco”, lo que me parece completamente incorrecto, estrafalario y un sinsentido. El gran maestro de la correcta expresión y del buen decir, Luis del Val, con el tinte humorístico que sabe dar a sus sentencias gramaticales, dice: Cuando hombres y mujeres nos comamos una paella, no por ello tenemos que hacerlas para ellos con “granos de arroz”, y para ellas con “granas de arroza”. Es conclusión, que la lengua no puede estar someter a la tortura para ver si confiesa sus culpas. Personalmente, pienso que es cierto que las mujeres aun siguen bastante discriminadas en muchos aspectos. Sobre todo, por lo preocupante que es la violencia de género, principalmente, por el elevado número de ellas que anualmente mueren a manos de sus parejas. Según el barómetro del CIS, esa preocupación ha pasado del 1,8% al 4,6 %, pero aun así a muchísima distancia de la preocupación principal, el paro (65,8%). En 2017 hubo 49 mujeres asesinadas por violencia machista, cinco más que el año anterior. Y esos son crímenes, sin paliativo alguno, perpetrados por la perversa obsesión de los hombres de tener a la mujer como un simple objeto posesorio o de placer. Y, como en 1931 dijo Ortega y Gasset: “No es eso, no es eso”. Cuando una pareja no funciona bien, pues que mutuamente y de forma civilizada pongan tierra por medio, que por eso no pasa nada que sea tan grave como la muerte con premeditación y alevosía. Esas madres asesinadas, a veces delante de sus hijos pequeños, eso es cometer un crimen horrible, execrable, que sus hijos ya lo llevarán toda la vida como un trauma permanente. ¿Por qué?. Eso clama al cielo, y hay que detenerlo. No puede haber ningún motivo ni razón que justifique algo tan horrendo y tan atroz. Pienso que el hombre que es capaz de eso, tiene peores instintos que los animales que llamamos irracionales, pero que luego no lo son tanto como tales forajidos. Como también es vedad que la mujer, en general, y pese a los avances logrados en los últimos años, está todavía muy lejos de igualarse al hombre en muchos campos: respecto al trabajo, que a un mismo oficio o empleo necesariamente debe corresponder un mismo salario; también en los quehaceres de la casa y en todo lo que sea materia de conciliación familiar en las tareas doméstica, que deben ser compartidas por igual cuando ambos trabajen fuera del hogar. Así como en todos los demás aspectos en los que pueda existir diferencia de trato entre hombre y mujer. La igualdad para ellas la veo lógica, razonable, objetiva y justa. Sin embargo, pienso que, utilizar como instrumento de la igualdad de la mujer frases y expresiones gramaticales vulgares y chabacanas para conseguir sus objetivos, sería torpe y absurdo, algo así como si dicha igualdad tuviera que estar sometida a la tortura para ver si confiesa sus culpas.