Condenados un ceutí y dos marroquíes por un alijo de 2.600 kilos de hachís

La Sección 3ª de la Audiencia Provincial de Almería ha condenado a dos marroquíes y a un ceutí a penas de 3 años y seis meses de prisión al demostrar su relación con un alijo de 2.600 kilos de hachís que fue desembarcado en la plaza de La Alcazaba, en Adra (Almería). Los hechos se produjeron en abril de 2011 y es ahora cuando la Audiencia de Almería dicta sentencia condenatoria al considerar demostrada la vinculación de los tres detenidos con un delito contra la salud pública. Los dos marroquíes condenados, Mohamed E.A. y Najim Z., y el ceutí, Juan Carlos A.P., deberán cumplir, además de con la pena carcelaria, con el abono de dos multas de cuatro millones de euros cada una. La sentencia, a la que ha tenido acceso El Faro, ya ha sido recurrida en casación al Supremo al no ser firme.
Los hechos a los que hace referencia el dictamen judicial tuvieron lugar el 11 de abril de 2011 de madrugada, cuando la Benemérita tuvo conocimiento del desembarco de dos toneladas y media de hachís en La Alcazaba. La droga había sido introducida en la costa en una semirrígida con tres motores  y se tenía todo preparado para conseguir su traslado en una furgoneta. Cuando los guardias llegaron a la playa, los tres acusados escaparon del lugar, dejando dentro del vehículo los 67 fardos ya cargados mientras que el resto todavía se encontraba en la lancha.
Del lugar escaparon los tres condenados, que fueron detenidos gradualmente por los agentes de la Benemérita ocultos en matorrales. El primero, Najim Z. emprendió la huida hacia un barranco, pero consiguió ser interceptado, mostrando sus ropas completamente mojadas y calzando una sola zapatilla. Horas después serían localizados el otro marroquí, Mohamed E.A. y el ceutí Juan Carlos A.P., cuando caminaban por un arcén, a unos tres kilómetros de donde se había producido el desembarco. El ceutí intentó escapar por unos cañaverales hasta que, viéndose rodeado por los agentes, regresó a la carretera. Tenía la ropa mojada y desprendía un fuerte olor a gasolina.
Para el tribunal de la Sección 3ª de la Audiencia no ha existido duda alguna respecto a la implicación de los tres en el pase de drogas, considerando que los testimonios prestados en la vista oral por varios agentes  de la Benemérita tuvieron mucho más peso y credibilidad que los ofrecidos por los acusados. Para la Audiencia, los tres son “responsables en concepto de autores” de un delito contra la salud pública, habiendo tomado parte “directa, material y voluntaria en su ejecución”.
Las excusas ofrecidas por los condenados, que se enfrentaban a 5 años de prisión, fueron de lo más variopintas, y todas ellas no creíbles para la Audiencia. El marroquí Najim Z. negó que hubiera estado participando en el desembarco del hachís, a pesar de que nada más ser detenido confesó que, a cambio de 1.500 euros, estaba realizando labores de desembarco tras ser contratado por el otro marroquí arrestado. En el juicio se retractó y dijo que estaba a esas horas de la madrugada cerca de la playa de La Alcazaba porque le había contratado otra persona para tareas agrícolas. La hora intempestiva en la que fue detenido y el hecho de que tuviera toda su ropa mojada desmontaban cualquier atisbo de credibilidad en ese testimonio.
El otro marroquí y el ceutí detenidos, cuya misión era la de descargar la droga de la lancha, también aportaron excusas varias que han sido tumbadas en este fallo judicial. El llamado Mohamed E.A. dijo que estaba practicando deporte cuando fue detenido por la Benemérita. Así que no huía de los agentes sino que corría para mantenerse en forma. Una versión “tan rocambolesca como inverosímil” que no ha sido creída por el tribunal. Mucho menos la del ceutí, que dijo que escapó al ver a los guardias civiles porque poco antes había tenido un problema con el dueño de una parcela de la que había cogido sin permiso unos nísperos; empezó a correr pensando que iba a ser denunciado por esa acción. El portar la ropa mojada, que tuviera restos de arena en la única zapatilla que calzaba y que desprendiera un fuerte olor a gasolina no casaban con una versión falta de credibilidad.
La deducción lógica a la que ha llegado el Instituto Armado  es que los tres detenidos por la Guardia Civil habían participado en el desembarco del hachís, cobrando una labor necesaria para hacerse con la droga, introducirla en una furgoneta y trasladarla a un punto desde el que se organizaría el destino de esa mercancía.