Nunca el Parque de San Amaro estuvo tan limpio y tan cuidado como cuando estuvieron trabajando un grupo de muchachas y muchachos jóvenes del Plan de Empleo al que voy a hacer alusión. Este grupo de personas tenían una cosa en particular, les encanta trabajar y lo hacían con ganas e ilusión. Su diversidad funcional no les restaba valía en absoluto, más bien todo lo contrario, les hacía poner mucho más empeño y esmero en su trabajo. No vaya a pensar nadie que estaban ahí por “la cara”, son personas preparadas para realizar ese trabajo, para ello hicieron varios cursos, y lo más importante, poner mucho interés y ganas de trabajar.
Aclarar que a día de hoy el Parque de San Amaro está bien dentro de lo que cabe. Y que el personal fijo que tiene son buenos trabajadores, pero falta mucho personal y mucho por hacer, por lo que este grupo de personas con diversidad funcional del que hablo podían hacer esas labores de limpieza, mantenimiento... perfectamente.
El título de este artículo dice ‘Condenados a la depresión y a NO trabajar’, así es como se encuentran algunas de esas muchachas y muchachos que todos los días se levantaban con la ilusión de que iban a trabajar, de que eran útiles a la sociedad, sociedad que hoy los/as condena a uno de los mayores crímenes: la depresión y el olvido. Tres años hace ya que no los llaman para el PLAN DE EMPLEO ni para nada.
Valgan estas líneas para que tanto Juan Vivas Lara, presidente de la Ciudad, como Salvadora Mateos, delegada del Gobierno, hagan todo lo que esté en su mano para que se acuerden de este grupo de personas que tienen diversidad funcional. ¡Tres años sin llamarlos para el PLAN DE EMPLEO ni para nada son muchos! ¡¿Usted qué piensa señor Vivas?! ¿Son muchos o son pocos años sin llamarlos sabiendo que de ese trabajo depende su salud, y en algunos casos incluso es su único medio de vida? Haga algo por ellos/as, se lo merecen.
Sin entrar en polémica con nadie, y sabiendo que todos/as tienen derecho a trabajar, no quiero terminar este artículo sin recoger aquí la queja que me dan algunos padres y madres de hijos con diversidad funcional. Me comentan estos padres, con gran desesperación, que ahora sólo están llamando para trabajar en grandes empresas de la Ciudad a personas con Síndrome de Down que están asociadas a la Asociación Síndrome de Down de Ceuta. Según he podido saber, esto se debe a que la Asociación Síndrome de Down ha llegado a acuerdos con empresas de la ciudad, lo cual me parece perfecto. Lo que estaría bien es que otras empresas, o esas mismas, le den también una oportunidad de trabajar a otras personas con diversidad funcional.
Repito, para que no quede ninguna duda, ya que se trata de un tema muy sensible, me parece perfecto que Síndrome de Down llegue a acuerdos con empresas, eso es genial, y desde aquí les doy mi más sincera enhorabuena.
Y para terminar, decirle a las grandes empresas que se cuelgan medallas saliendo en los medios de comunicación porque han contratado a una persona con diversidad funcional por un año o seis meses, y luego la echan, que eso no es integrar a esas personas al mundo laboral, que eso es una chapuza, que integrarlos es hacerlos fijos aunque sea por cuatro horas. Tenerlos trabajando seis meses o un año y luego mandarlos al paro no es que les beneficie muchos, para algunos incluso puede ser contraproducente. Integrar es eso, integrarse en una empresa y quedarse ahí trabajando. Trabajar un año o seis meses y luego ir a la calle no es integración laboral ni nada que se le parezca.
Si según decía el músico Scott Hamilton, "la única discapacidad en la vida es una mala actitud", entonces los verdaderos discapacitados son las empresas y las administraciones que no ven en estas personas una oportunidad. La integración debe partir de los poderes, tanto económicos, como políticos, y no debe ser una oportunidad, sino una obligación. A ver si hay suerte y llega a quien corresponda.