Opinión

El conde de Smara, héroe en tres campañas

Los títulos de nobleza los conceden los jefes de Estado, pero esos mismos títulos otras veces se los ganan aquellos que con su ejemplar comportamiento, su humildad, su sencillez y su amor por el prójimo, son las que muchas veces alcanzan el título de conde, marqués, noble, etc., y esas virtudes que les adornan son los que han sido acreedores a ese título. En este caso el protagonista de conde de Smara fue el general de división Víctor Lago Román, el cual haciendo honor al credo legionario le hizo cara a la muerte cuando fue asesinado por los cobardes de ETA.

De Carballino (Orense) a héroe en tres guerras

El general Víctor Lago Román nació en Carballino (Orense) el 15 de agosto de 1915, una tierra cuyos orensanos son de costumbres sencillas y cuna de hombres celebres como Benito J. Feijoo, Chao, Lamas Carvajal y Curros Enríquez. Desde Carballino, donde su padre ejercía de médico, falseando su edad con solo 16 años se incorpora a la VI Bandera de La Legión, distinguiéndose en varios combates con su carácter impetuoso y que a su edad despuntaba como un verdadero héroe, lo que le valió varias recompensas y ascensos por mérito de guerra. Basta decir que con 22 años ya lucía en su bocamanga las tres estrellas de capitán.

Fue un excelente soldado que siempre y en todo momento predicaba con el ejemplo. Jamás exigió a sus soldados algo que él no pudiese hacer. Era el clásico jefe que nunca decía vayan, por el contrario, decía vamos, pero él siempre delante, desafiando al silbido de las balas o de las explosiones de la metralla.

En la segunda campaña el 24 de enero de 1942, el entonces teniente Víctor Lago Román se incorporaba a la División Azul. Días después, el 28 de febrero de 1942 ascendía a capitán, haciéndose cargo de la 5ª Compañía del Regimiento 269, desplegándose a lo largo del Wolchow, distinguiéndose con sus soldados en varias acciones de guerra. En esta compañía había varios soldados catalanes los cuales admiraban a este joven capitán por el excelente trato humano. De sus grandes cualidades solo citar lo que un ilustre soldado dijo “si tuviese que nombrar a quien guio mis primeros pasos en la milicia, lo haría con el capitán Víctor Lago Román” (Salvador Bañuls Navarro, teniente general y Medalla Militar Individual).

Tras haber sido relevado en la División Azul por segunda vez se incorporaba de nuevo en Rusia y el 30 de septiembre de 1943 partía para el frente del este. Como muestra del cariño de sus soldados, hasta la estación de Pontevedra llegaban desde Cataluña los soldados que habían estado a sus órdenes en Rusia como muestra de cariño por haberles devuelto a España sanos y salvos. Hay que hacer constar que aquellos soldados se costearon el viaje de sus bolsillos tan solo para mostrar con un abrazo la gratitud a quien fue su capitán. Esto era una muestra más de todo por lo que a lo largo de su vida sus subordinados en Smara al mando de la VII Bandera de La Legión le impusieron el título de conde de Smara.

Al mando del III Tabor de Tiradores en Ifni

El 30 de octubre de 1943 en Rusia obtiene el mando de la 3ª Compañía del Regimiento 262, y cuando se disuelve la División Azul se incorpora a la llamada Legión Azul. En esta unidad interviene en varios combates en la retirada hacia otros frentes. Los propios campesinos rusos eran quienes les advertían por los lugares que tenían que caminar para eludir a los partisanos rusos. Este era el agradecimiento de aquellas pobres gentes a el trato tan humano de los españoles con la probación rusa. Tras su repatriación a España tuvo el honor de que en su expediente constase el ‘valor acreditado’ y una Cruz Roja al Mérito Militar y la Medalla de la Campaña de Invierno.

Con la estrella de comandante, Víctor Lago Román se incorporaba al Grupo de Tiradores de Ifni, haciéndose cargo del mando del III Tabor de dicho grupo cubriendo los puestos de Telata, Tag Agra y Tiliuin y el resto del Tabor en el Sáhara, la plana mayor indígena, una compañía de cañones de acompañamiento y una compañía de ametralladores con destacamentos en Villa Bens y Villa Cisneros,

El 12 de febrero de 1958 es nombrado comandante militar de la plaza y jefe de la defensa exterior de El Aaiún, teniendo que hacer frente a los numerosos ataques que las Bandas Rebeldes hostigaban al Sáhara.

Al mando del III Tabor, el 22 de diciembre de 1957 interviene en apoyo de la XIII Bandera de La Legión y en enero de 1958 de nuevo interviene en los combates de El Messeide, Daora y Selja Ud Boa. El 18 de febrero de 1958 en unión de la XIII Bandera de La Legión y el Batallón Extremadura 15 se distingue notablemente en los combates contra el enemigo, siendo distinguidos 6 cabos con la Cruz Roja al Mérito Militar y 10 soldados con la Cruz de Guerra.

Al ascender a teniente coronel se hizo cargo de la VII Bandera de La Legión en Smara (Sáhara español), cuyo enclave en el desierto en aquellas fechas tan solo estaba la mezquita casi en ruinas y no engendraba otra cosa que serpientes, alacranes y arena por todas partes.

El entonces teniente coronel Víctor Lago Román con su espíritu luchador consiguió con sus legionarios hacer realidad un acuartelamiento modélico y según los legionarios que estaban a sus órdenes, aquello era más parecido a un hotel que a un acuartelamiento, ya que contaba con 100 duchas con sus lavabos, comedor para los más de 500 legionarios, desayuno con cuatro churros, un pastel y comida servida en las mesas con manteles. Y los legionarios con pantalones negros, camisa blanca y pajarita. Todo ello lo consiguió aquel gran soldado, Víctor Lago Román.

Prueba de los valores de este gran soldado es el testimonio de un legionario a que estuvo a sus órdenes en Smara y que así lo recuerda: “uno de los más grandes soldados de la historia de España en los últimos años de La Legión en el Sahara fue sin duda el teniente coronel Víctor Lago Román, al cual le llegaron a llamar ‘el conde de Smara’. Durante varios años de su vida al mando de la VII Bandera de La Legión en Smara fue el más honrado, el mejor organizador y el más humano de todos los jefes que conocí y la verdad que con 33 años de mi vida en La Legión fueron muchos los que conocí. Todos los que le conocimos le recordamos con mucho cariño” (Victoriano Blanco Rodríguez, teniente legionario, fallecido en Vigo en 2017).

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