La llegada del Presidente iraní en su visita a Italia y al Vaticano ha estado manchada por la vergonzosa claudicación del Presidente del Gobierno de Italia Matteo Renzi como si tuviera que avergonzarse de su cultura al permitir en el periplo cultural del persa a instancias de la delegación iraní, el “tapado” de las estatuas de los Museos Capitolinos de la ciudad de Roma.
¿Dónde está el respeto del huésped hacia su anfitrión, como ocurre en circunstancias semejantes cuando los huéspedes occidentales viajan a países musulmanes y respetan todas las tradiciones de sus anfitriones ? Y peor todavía, ¿cómo el Presidente de uno de los países que atesora los más extraordinarios monumentos de la cultura occidental y de la que todos nos sentimos orgullosos, lo consiente? Así, algunos podrán suponer que Goya pintó dos majas, una desnuda para los cristianos y otra vestida para los musulmanes, pero les puedo asegurar de buena fuente que en la cabeza de Goya, voluminosa ella, no se incluía pensamiento tan disparatado. La llegada a Europa del Presidente de Irán, Hasán Rouhaní después del acuerdo conseguido por los Estados Unidos, Francia, Rusia, Reino Unido, China y Alemania para quitarle las garras al iraní con tal de que no fabrique armamento nuclear y tras nueve años sin pisar Europa, ha producido situaciones vergonzosas en la culta Europa ante los mandarines del petróleo que han llegado con la faltriquera llena.
Y es que una cosa es el denominado “deshielo” que pone fin a las sanciones económicas y tecnológicas al régimen iraní y otra que haya que inclinar la faz ante los resabios medievales y las costumbres de los barbudos ayatolás. Y es lo que ha acontecido en el paseo por los museos con cajones cubriendo el maravilloso cuerpo desnudo de la Venus Esquilina, descubierta en 1874 en la colina Esquilina de la ciudad de Roma en uno de los jardines imperiales, los Horti Lamiani, con sus sandalias como único atuendo, esculpida en el siglo II de la era cristiana en mármol, seguramente menos duro que la cabeza del Presidente italiano, presumiblemente de la escuela de Praxíteles, o el de la Venus Capitolina, símbolo del museo que la exhibe, copia de un original griego esculpida en el siglo IV antes de Cristo, que representa a Afrodita al salir de un baño, también denominada “la Venus púdica” ya que por recato cubre sus partes íntimas con ambas manos mientras mira hacia un lado. Y qué decir de un Dioniso desnudo cuando se viene del país donde se ahorca a los homosexuales o los grupos escultóricos que representan niñas jugando o el de un león que muerde un caballo, por no hablar del maravilloso David de Miguel Ángel, aunque éste no fue objeto de profanación cajonera porque no se halla en Roma. En fin, todo sea por el bien del comercio. ”Es una payasada que ofende al mundo”, dice Giovanni Sartori, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2005 por su trabajo en la elaboración de una teoría de la democracia en que siempre ha estado su compromiso con las garantías y las libertades en una sociedad abierta: “No hay acuerdo comercial que justifique tan intolerable cesión.
”Nos humillan en todos los sentidos, querido amigo. Y en lugar de campanas, tendremos muecines, en vez de minifaldas, el chador, en vez de coñac, leche de camello” escribió la italiana Oriana Fallaci, y comparto con ella que, cuanto más abierta es una sociedad, más expuesta está a una guerra de religión que no mira la conquista del territorio si no la de nuestras libertades, de nuestra civilización el aniquilamiento de nuestra forma de vivir y morir, de sus formas o no de rezar, de comer, de beber, de vestirnos. Escribió en “La rabia y el orgullo” que si no luchamos, la yihad vencerá y nuestro arte, nuestra cultura, nuestra ciencia, nuestra moral desaparecerán. Oriana fue obligada a vestir el chador en la entrevista que hizo en 1979 al ayatolá Jomeini y durante la entrevista se lo quitó criticando la obligación de las mujeres a llevarlo.
Pero el Presidente Rohaní, después de que Italia se dejase mancillar tapando una parte de los maravillosos tesoros de su arte romano, puso rumbo al Noroeste con la todavía faltriquera llena para llegar a la pecadora Francia que no visitaba después de 17 años y a la todavía más pecadora París, la ciudad más bella del mundo. Por supuesto la colina de la rue Blanche, prohibida, ni el “Moulin Rouge” ni de ningún otro color, por mucho que sus bailarinas se disfrazaran de nazarenos. Allí, en París, se reunió con importantes empresarios, con el ministro galo de Economía, Emmanuel Macron y después de la reunión tendría lugar una cena en el Palacio del Elíseo, en el centro de París, en la que el Presidente francés Francois Hollande , como todo buen anfitrión agasajaría a su huésped. Ya estaba claro que en Francia no iban a encajonar ninguna de sus obras maestras distribuidas entre el Louvre, el Jeu de Paume, el Pompidou, etc. Seguramente porque el iraní ya estaba harto de tanta civilización occidental. Pero hete aquí que al barbudo Rohaní se le ocurrió solicitar que en la cena no hubiese vino, a lo que presumiblemente el Presidente francés, si el barbudo hubiera estado enfermo o tuviese alguna dolencia que le impidiera beber alcohol, o simplemente por respeto a su religión, qué duda cabe que una coca cola, una tónica o un refresco de naranja o de limón cuando no un vaso de agua, en las que Francia tiene una gran variedad y sobre todo calidad, para el huésped, hubiera sido suficiente, porque así se respetarían las costumbres y tradiciones de cada nación y cada civilización. Como Francia no quiso ensombrecer los contratos que se avecinaban, en lugar de renunciar a poner vino en la cena, lo que honra al Presidente, suprimió la cena. Esto fue una cesión a medias. Por una parte el barbudo consigue que no se ponga el vino y por otra, Monsieur Hollande, siguiendo los intereses generales de su país, accede sin cena ritual, a tratar los contratos. París, bien vale una “no cena”.
Así, Irán comprará 118 aviones Airbús por importe de 25.000 millones de dólares; el constructor de automóviles PSA Peugeot Citroen regresará a Irán donde invertirá 400 millones de euros en los próximos cinco años para fabricar 200.000 vehículos Peugeot al año; varias empresas que ya estaban instaladas en Irán podrán volver (Total, Sanofi, Bouygues), además de acercar posturas respecto de Siria y la lucha contra el terrorismo. Al final, todos somos cómplices de la teocracia.
Por España no han pasado los persas, en parte porque no hemos estado en las negociaciones a pesar de ser miembro del Consejo de seguridad de la ONU. En cualquier caso, teniendo en cuenta que en nuestra fiesta nacional los toros aparecen desnudos antes y después de del cajón, que el Museo del Prado está lleno de pinturas de desnudos y si hubieran visitado Córdoba ¿qué hubiéramos hecho con las “Naranjas y limones” de Julio Romero?, que íbamos a tener problemas con la financiación del anarco partido que se financia del petróleo iraní, además de no fiarme de mis autoridades políticas, en funciones naturalmente, a la hora de hacer el ridículo (imaginen al Registrador y a Margallo con turbante), mejor ha sido así. Se han ido los barbudos y nos han dejado un dolor de estómago. Veremos en qué termina. Se me ocurre comer algo para paliarlo. Pero con vino, por favor.
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