Los policías locales de servicio en el Ayuntamiento el pasado viernes se toparon con una intervención que, para algunos, podría tildarse de ‘delicada’. Para mí, sencillamente, es una intervención necesaria, clara y transparente. Se trató de identificar a dos mujeres que pretendían su entrada en el Ayuntamiento ataviadas con el niqab, una indumentaria con la que sólo muestran sus ojos. La identificación fue necesaria puesto que para el agente hubiera resultado imposible reconocer si detrás de esa prenda se encontraban las mujeres que aparecían en los DNI oportunos. De igual forma que actuó el agente de turno deberían actuar el resto cuando se topan con casos similares, que los ha habido. Mi apreciado Quino, en el transcurso de unas elecciones municipales, fotografió, hace años, a una mujer votando en un colegio del Príncipe ataviada con un niqab. ¿Saben qué pasó por aquel entonces? Nadie se atrevió a comprobar si la persona que votaba era la que figuraba en el documento mostrado. Quizá no se hizo por miedo a una polémica infundada, por miedo a que algún iluminado mentara, por interés, el famoso racismo, por miedo a no ser claros.... No lo sé, pero el hecho es que aquel episodio se pretendió pasar como una anécdota, cuando en realidad no lo era. Ese sentimiento prevalece hoy en día. Sin ir más lejos nuestra clase política, mojigata para los asuntos de mayor enjundia, ha optado por pasar de puntillas sobre este asunto, mientras varios municipios han votado a favor de leyes que eviten la entrada en ayuntamientos de personas vestidas con burka, niqab, pasamontañas o gorras que tapen sus rostros. Lo han hecho porque dicen que, aquí, dos o tres mujeres son las que visten así. Mentira. Lo han hecho por miedo a meter los dedos en la llaga, por miedo a abordar asuntos de manera valiente sin que eso suponga una actitud racista, por miedo a llamar a cada cosa por su nombre.
En Coín sólo dos mujeres visten así y los partidos políticos, no obstante, han aprobado una ley para evitar la entrada con burka o niqab en el Ayuntamiento. ¿Racismo, tensiones? No, simplemente claridad, transparencia y defensa de los derechos de todos. Cuando aquí en Ceuta dejemos de limpiarnos los mocos y hablar por lo bajini de asuntos que no nos atrevemos a mentarlos en público, significará que habremos avanzado en desarrollo, amplitud de miras y responsabilidad.
El control del agente policial destinado en el Palacio de la Asamblea fue el correcto, mientras algunos políticos a los que se presupone cierta responsabilidad miraban hacia otro lado haciendo gala de una compostura políticamente correcta pero también políticamente cobarde.
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