En las páginas de hoy de El Faro se pueden leer compromisos ejecutados o en vías de hacerlo, como los adquiridos con la barriada de Bermudo Soriano por el consejero de Medio Ambiente, y otros pendientes como los anunciados a la barriada de Benzú, que hace veinte años empezó a perder definitivamente su conexión directa con Beliones que le daba actividad y muchas soluciones cercanas a su vecindario. Desde entonces han sido muchos los proyectos que se han dedicado al extremo occidental de la ciudad autónoma, desde la construcción de viviendas protegidas hasta la eliminación del punto de almacenamiento de vehículos de Amgevicesa pasando por el acondicionamiento de un museo de coches antiguos y la puesta en marcha de un punto de interpretación del yacimiento de La Cabililla que supusiera un polo de atracción de visitas. De momento ninguno de ellos se ha concretado y los residentes lamentan que la zona languidece sin aparente remedio y sin horizonte definido. Parte de la desafección hacia las instituciones y la política se genera precisamente cuando los compromisos de sus responsables se diluyen como un azucarillo en el tiempo. No tiene por qué existir intención de engañar a la ciudadanía para que el efecto sea el mismo. Lo puede suceder por intentar abarcar demasiado si no se puede apretar tanto. El desarrollo del nuevo PGOU, que promete ordenar la barriada a través de un Plan Especial, será una oportunidad definitiva para sacar todo el potencial que tiene a una parte de Ceuta ubicada en un entorno privilegiado que no puede seguir desaprovechándose durante más tiempo.