Ceuta cambió tras la reapertura de la frontera. O al menos bastantes de aquellas imágenes que habían terminado por formar parte de la sociedad ceutí. De una u otra manera oficios y personajes constituían el día a día de la ciudad.
“¡Mueble!...”. Seguro que lo recuerdan. Por cualquier calle, en cualquier barrio y ajustando las horas precisamente a cuando usted o alguien de su familia estaba en casa. Era una manera de deshacerse de lo que se tenía en el hogar.
Las consecuencias de la ausencia de aquella figura las tenemos en que esos muebles con los que antes se llenaban furgonetas ahora están en las calles.
La imposición del visado terminó con ese particular oficio al margen de lo legal. También con la famosa cola del paro de Hadú integrada por carpinteros, pintores, fontaneros… Una cola que tantísimas quejas generó entre sindicatos y trabajadores de Ceuta que topaban con una competencia desleal.
La frontera terminó con lo que nunca pudo ser erradicado ni por la Policía ni por los inspectores de Trabajo.
Aquellas vidas de frontera ya no cruzaron más Tarajal. Tampoco quienes terminaron formando parte de la vida social ceutí quizá por sus particularidades. Bilal, al que terminaron bautizando como el Michael Jackson de Castillejos, sigue imitando a su ídolo al otro lado del paso fronterizo.
Los medios digitales marroquíes cuelgan ahora los vídeos de sus bailes, aquí en Ceuta se llegó a contar con él para algunas despedidas de soltero en locales. Los demás días los pasaba yendo por las calles de Ceuta con sus melodías y arrastrando quizá las consecuencias de una falta de entendimiento social de su auténtico estado.
Las calles de Ceuta recogían también el ir y venir de otros oficios paralelos a lo legal. De quienes vendían alpargatas, recogían garrafas de agua vacías, hacían malabares por las calles para ganarse unas limosnas con las que vivían.
Estaba desde quien iba por las playas vendiendo pasteles, chicles o bolsas de frutos secos hasta quien ofrecía incluso el pescado en los rincones. Tenían su público a la par que causaban un quebradero de cabeza a los negocios que reglamentariamente pagaban sus impuestos y se topaban con una competencia desleal.
Se abrió la guerra del pan, hubo controles, inspecciones… Los dos mundos paralelos nacidos entre fronteras terminaron cuando se cerró la frontera y se reabrió, pero con cambios relevantes que han marcado un antes y un después.
Se erradicó también la práctica del oficio más viejo del mundo en la denominada ‘parada de la Cruz Roja’ que motivaba controles sanitarios a través de la RULE. Casi 4 años después los cambios con visibles, quedando en los recuerdos aquella otra Ceuta que solo se recoge en fotos.
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