Quiero expresar mi gratitud a Octavio Ruiz de Galarreta Hernández, hijo del que fue capitán-jefe de la Compañía Expedicionaria del Canarias 50, el cual, con una amabilidad del mayor elogio atendió mi petición y gracias a él sale a la luz el heroico historial de estos valientes soldados del Regimiento de Infantería Canarias 50, que con su ejemplar comportamiento supieron dejar una vez más en todo lo alto la bella leyenda que campea en los cuarteles de ‘¡todo por la Patria!’.
Allí, en aquella guerra, los Batallones Expedicionarios de Infantería del Guadalajara 20, Castilla 16, San Fernando 11, Soria 9, Lepanto 2, Cádiz 41, Extremadura 15, Tetuán 14, Fuerteventura 53, y las Compañías Expedicionarias Wad Ras 55, Belchite 57 y las secciones de morteros Ultonia 59 y las del Canarias 50, Tenerife 49, y el Batallón Cabrerizas, así como unidades de zapadores, automovilismo, intendencia y sanidad. Todos ellos estaban formados por jóvenes soldados de reemplazo que, a pesar de ser el primer enfrentamiento bélico, supieron cumplir el deber de manera encomiable y siempre heroica. Solo citar que el Batallón Soria 9 tuvo 19 muertos, un alférez, dos sargentos, cuatro cabos y 12 soldados, además de numerosos heridos.
De Las Palmas a Villa Bens
En agosto de 1957 el entonces coronel-jefe del Regimiento de Infantería Canarias 50, Román León Villaverde, ordena formar una compañía expedicionaria al mando del capitán más antiguo. En este caso lo era Manuel Ruiz de Galarreta Baquedano, ya fallecido. Con la prontitud característica de la milicia se forma dicha compañía, compuesta por 140 hombres, entre ellos un teniente, cinco sargentos, un brigada, seis cabos 1º y el resto tropas. El 20 de agosto embarcan en el Arsenal Militar de Las Palmas a bordo del buque de la Armada Neptuno. Cuando llevaban navegando varias horas con destino a Sidi Ifni, reciben un radiograma del general-gobernador del África Occidental Española, Mariano Gómez-Zamalloa, para que cambiaran el rumbo y se dirigieran a Villa Bens (Cabo Juby), donde una vez en tierra relevaban a dos compañías de tiradores de Ifni y a otra compañía de Telata de Sbuia.
Parece ser, según el diario personal del coronel Ruiz de Galarreta, que tras su llegada a Villa Bens, en una reunión con el comandante Rabanera, subgobernador de Villa Bens, y el coronel Mulero, jefe de una agrupación, hubo momentos de tensión, ya que el capitán Ruiz de Galarreta no estaba de acuerdo con las misiones designadas a su compañía. Finalmente, tras un largo diálogo, a los soldados del Canarias 50 se les asignó instrucción militar, ejercicios de tiro y lanzamientos de granadas de mano ‘Piña’ y ‘Tonelete’.
A partir de octubre de 1957 la Compañía del Canarias 50 inicia una intensa actividad; patrullas y reconocimientos, hasta que, posteriormente en noviembre, salen para el Aaiún, pasando por Daora, y de aquí regresan a Playa de Aaiún a repeler los ataques de las bandas del Ejército de Liberación Marroquí. En esta situación llegaban las Navidades que, según el entonces capitán Ruiz de Galarreta, fueron muy tristes, y cuyo mejor menú fue el arroz con leche.
Un capitán preocupado por sus soldados
Del diario de este capitán se deduce que era un hombre que consideraba a sus soldados como si fuesen sus propios hijos, como lo avala lo que más adelante se cita. El 20 de enero de 1958 esta compañía embarca en aviones Junkers del Ejército del Aire y se traslada a Tan-Tan con el fin de evacuar dicho poblado, siendo jefe de esta operación el propio capitán Ruiz de Galarreta. En dicha operación se encuentran con un fuerte siroco, y en un enfrentamiento con el enemigo capturan a varios prisioneros de las Bandas Rebeldes del Ejército de Liberación Marroquí, regresando el 1 de febrero a Villa Bens.
El 8 de marzo esta compañía, junto con otras unidades, reciben orden de ocupar Daora y es aquí donde el capitán Ruiz de Galarreta, con su serenidad, temple frío y con su magnífico espíritu militar dejó muy alto el nombre del ejército español, y así sucedió: “en la ocupación de Daora un grupo de 50 moros del Ejército de Liberación Marroquí capturan al corneta de apellido ‘Carnero’. Estos enemigos se presentan con este soldado del Canarias 50 y dicen que le han capturado porque estaba en territorio marroquí. Tras unos momentos de tensión, el capitán Ruiz de Galarreta logra convencer a estos moros, y le entregan al soldado ‘Carnero’. Fueron momentos difíciles pero que este capitán logró superar”.
Posteriormente el capitán Ruiz de Galarreta con su compañía, en unión de una compañía de la Legión Extranjera Francesa al mando del capitán Dupont, compuesta por 75 hombres, la mayor parte senegaleses, salen en persecución de una banda enemiga compuesta por unos 500 hombres, pero éstos se pierden por el desierto sin dejar rastro. En marzo de 1958 la Compañía del Canarias 50 se traslada a tierra a proteger un pozo de agua potable que no podía ser usado porque el enemigo había arrojado un animal muerto. Un soldado canario de esta compañía, que en su vida civil trabajaba en un horno de cal, se encargó de conseguir la cal, limpiar el pozo y haciendo con la cal que dicha agua pudiese ser usada.
El 26 de abril de 1958 el capitán Ruiz de Galarreta, con su compañía, embarcaba en el vapor ‘Escolano’ de la Compañía Trasmediterránea, y el 27 del mismo mes desembarcaban en la Base Naval de Las Palmas tras haber dejado en aquellas inhóspitas tierras africanas tres cosas: sangre, sudor y lágrimas.
La pluma de un periodista y escritor fallecido hace años, que vivió en primera línea de fuego la guerra con las tropas españolas, así vio el comportamiento de estos soldados: “la Infantería Española tuvo una brillante participación en la Campaña de Ifni. Legionarios y soldados de reemplazo rivalizaban en el cumplimiento del deber, mostrando al enemigo su probado ‘valor’ y las virtudes castrenses que deben enorgullecernos a todos los españoles”, Ramiro Santamaría Quesada.