Ante la conclusión de la Biblioteca del Estado varios operarios, supervisados por una arqueóloga, han comenzado a sacar a la luz los hallazgos sepultados para su protección El yacimiento de Huerta Rufino, que se integrará en la edificación de la Biblioteca del Estado que se prevé inaugurar en pocos meses, comenzó la pasada semana a desenterrarse tras haber permanecido sepultado bajo varios niveles de tierra mientras se realizaban las obras de edificación. Con las obras a escasos meses de su finalización, un equipo de seis operarios trabaja ya sobre los restos arqueológicos procediendo a la retirada de la tierra y demás materiales que se han acumulado desde que arrancasen las obras. Estas acciones están siendo supervisadas por una arqueóloga contratada a tal efecto cuya principal función es vigilar que los trabajos se realicen con sumo cuidado para no dañar en ningún momento los importantes vestigios del siglo XIV.
Concretamente en estos primeros días se están retirando las tierras que se han acumulado durante las obras, así como las que se vertieron a conciencia para la protección del yacimiento. El objetivo de estos primeros trabajos es llegar a los niveles de cubrición originales de la excavación para, en una segunda fase que previsiblemente comenzará en algo más de una semana, arrancar con los trabajos definitivos de puesta en valor de los restos arqueológicos. La limpieza de estos niveles arqueológicos contará con varios peones más especializados ya que entonces el cuidado para no destruir ni alterar nada de lo hallado en Huerta Rufino deberá ser superior. Cabe recordar que el objetivo último es que los restos sean visitables.
Según explicó el equipo arqueológico la acumulación de tierra ha sido importante porque el yacimiento se distribuye en terrazas y, al conservarse mucho lienzo de pared (algunos incluso llegan a los dos metros de altura) la cantidad de tierra que tuvo que utilizarse para proteger todo correctamente fue enorme. Hay que recordar que el yacimiento de Huerta Rufino se compone de varias viviendas del siglo XIV dispuestas siguiendo un trazado ortogonal y abandonadas poco después de la conquista lusitana. Las casas, tal y como expusieron los especialistas tras su descubrimiento, disponen de un patio central a cielo abierto en torno al cual se organizan las estancias. Algunas de ellas, además, se encuentran bellamente decoradas con pinturas murales que reproducen diseños geométricos.
La inauguración de la Biblioteca del Estado está prevista para el primer trimestre del próximo año, con lo cual las obras están ultimándose. El proyecto, de la arquitecta Ángela García de Paredes, trató de diseñar un “espacio abierto donde las personas se mezclen con los libros para ser un lugar de referencia, foco de cultura y no simplemente almacenes de libros”. El edificio va a contar con cinco plantas, si se contabiliza la zona baja del edificio cuya principal característica es la integración de los restos de Huerta Rufino. Es esta peculiaridad lo que convierte a este edificio en un lugar singular, pues el resto de las plantas se proyectan en altura encima del vestíbulo y los restos. Estos vestigios podrán contemplarse desde la primera y la segunda planta, que se serán abalconadas precisamente por ese motivo.