Hacía años que no recalaba por las calles de Algeciras. La vecina ciudad se nos ha convertido en un punto de obligado paso fugaz para los ceutíes. Una gran mayoría no pasamos más allá del puerto, de su estación de autobuses o de la del ferrocarril. Diría que afortunadamente, con todo mi cariño hacia la hermana localidad del Estrecho. Quienes vamos cargados de años recordamos aquellas interminables esperas e incomodidades en su antigua estación portuaria, que en tantos casos nos empujaba a dar una vuelta por la urbe y a hacer alguna compra en sus atractivos comercios. No hablo ya de hace medio siglo, cuando sólo salía un trasbordador diario en uno y en otro sentido sino de bastantes años después, cuando no disponíamos de la maravilla del fluido puente marítimo actual, con todos los defectos que queramos ponerle.
Como decía, después de mucho tiempo he tenido la ocasión de recorrer el centro de la vecina ciudad y no salgo de mi sorpresa. Su otrora próspero y atractivo pequeño y mediano comercio languidece de forma alarmante. Según el Anuario Económico de España de La Caixa 2013 al que el que el pasado mes hacía referencia el diario Europa Sur, una de cada cuatro tiendas del Campo de Gibraltar cesó su actividad en los últimos cinco años. En el caso de Algeciras, un total de 724. Los datos corresponden a enero de 2012, por lo que cabe que suponer que la cifra se haya incrementado desde entonces.
La popular y concurrida calle Ancha, una especie de Rebellín algecireño, si se me permite la expresión, ha visto cómo se han sucedido los cierres de conocidas tiendas como Bershka, Springfield, Pull & Bear o Inside. Con ellas han cesado también su actividad otras más de ropa, de complementos o zapaterías. De tal suerte, los locales que abandonaron siguen vacíos con carteles de “se vende”, “se alquila”, mientras otros anuncian su “liquidación por cierre”. Así, ¿hasta cuándo?, se preguntan quienes superviven.
Pero si el panorama resulta tan triste en esa calle Ancha –oficialmente Regino Martínez–, más lo es aún en otras rúas próximas, también del centro, donde la bajada indefinida de persianas no ha sido ajena a prestigiosos comercios como la firma Bastri u otras conocidas tiendas. No escapa tampoco al fantasma de los cierres el ramo de hostelería, el caso de la popular Casa María, el histórico restaurante de comida casera, después de medio siglo de actividad y tan frecuentado desde siempre por los ceutíes. Por no decir de lo que fue y lo que es hoy la comercial y peatonal calle Tarifa.
Independientemente de la crisis, que como no podía ser de otra manera golpea duramente también a Algeciras, la problemática de los negocios de su centro urbano se ha agravado desde la apertura del C. C. ‘Puerta Europa’ con sus 80 establecimientos. “La calle Ancha va a quedar para pasear, para el encuentro o para disfrutar de sus acogedoras terrazas”, me dicen unos amigos ceutíes allí residentes. “Pero es que hemos perdido también a esa fiel clientela caballa de siempre”, tercia un comerciante presente igualmente en la tertulia.
Hombre de negocios de toda la vida, me cuenta que la semana pasada ha estado en nuestra ciudad buscando un local para establecerse, visto como le van las cosas allí y las buenas perspectivas que para su actividad cree puede encontrar en Ceuta. “El problema es el precio de los alquileres, es tremendo lo que me piden comparado con Algeciras”.
Verdaderamente el centro comercial estratégico de nuestra ciudad en nada se asemeja al de la otra orilla. Prácticamente casi sin locales vacíos y con una creciente afluencia de clientes de esa emergente clase media marroquí que tanto está contribuyendo a la sostenibilidad comercial de la ciudad, la crisis, qué duda cabe, se capea mejor que en otras muchas ciudades.
El sucesivo aterrizaje de firmas punteras como Zara o Cortefiel entre tantas de su estilo, no ha sido por casualidad. Y la corriente sigue con la próxima apertura de Mango ocupando la superficie comercial de la Manzana del Rebellín. ¿Se habrían producido tales llegadas de no ser por esos clientes del vecino país que ponen cada vez más sus ojos en nuestra ciudad? Todo lo que se les mime en sus visitas será poco, visto el filón que pueden ser para el comercio local después de tantos años de oscuridad desde que se derrumbó el monocultivo del bazar. Actividad que, recordemos, acabó con las tradicionales estructuras comerciales de la ciudad que con los años se han recuperado.
Bienvenidas sean pues esas puntuales aperturas de los sábados por la tarde. Su primer ensayo parece haber sido prometedor. Hoy por hoy y cada vez más, comprar en Ceuta es atractivo sin tener necesidad de hacerlo fuera y encarecerlo además con el billete del barco. Ocio y comercios de la mano.
Adelante con la iniciativa y suerte, emprendedores. Que será la de todos.