Hay quien opina que la actual crisis fronteriza Marruecos-España que trajo como consecuencia sucesivamente el cierre total, la supresión del comercio transfronterizo, la eliminación del sistema del régimen turístico y los retrasos continuos, ya existió con anterioridad y siempre desembocó en la vuelta a la situación anterior, incluso en lo que se refiere al llamado comercio transfronterizo. También puede ocurrir que la fluidez vuelva, no solo cuando le interesa a Marruecos que es en la Operación Paso del Estrecho (OPE), sino en el funcionamiento diario de la frontera. Y puede que sin una Aduana Comercial a la europea.
Con antecedentes en la guerra de Ifni de 1958, el primer cierre fue propiciado por España al haber estallado artefactos explosivos en Ceuta en 1975 reivindicados posteriormente por un llamado Ejército de Liberación de Ceuta y Melilla y volviendo a la normalidad cuando fue nombrado Comandante General de Ceuta José Gutiérrez Mellado.
Pasaron los años con altibajos en el paso del tráfico de mercancías, hasta que en 1996 Marruecos decidió terminar con el contrabando que hacían sus súbditos a través de su frontera, lanzando una campaña llamada de assainissement o saneamiento y las relaciones comerciales se interrumpieron bruscamente. De nuevo la moral de los empresarios y ciudadanos de Ceuta y del norte marroquí se vino abajo porque incluso los turistas sufrían las consecuencias de aquella movilización nacional. Sin embargo, meses después, la situación fue normalizándose y las relaciones fronterizas comerciales volvieron a reanudarse.
Y vino, con Delegado del Gobierno socialista, un periodo de calma de 7 años en que se propiciaron auténticas relaciones fronterizas cordiales con Marruecos consiguiéndose incluso que se abriera un carril para que transitaran por el mismo los ciudadanos ceutíes. En este ambiente positivo, visitaron Ceuta los Ministros del Interior e Información marroquíes Driss Basri y Rafek Haddaui y el de Inmigración, a propósito de un encuentro en Tánger con el también Ministro del Interior de España, José Luís Corcuera.
Quizás el más incomprensible cierre fronterizo fue el propiciado por el Delegado del Gobierno de Ceuta Luís Vicente Moro que en del verano de 2002, ya que de forma repentina las autoridades aduaneras y policiales españolas, siguiendo órdenes, comenzaron a establecer restricciones a la salida de mercancías hacia Marruecos, a pesar de que este negocio suponía entonces más del 50% de las transacciones comerciales de Ceuta (algunos llegaron a cifrarlo hasta en el 80%) y aportaba unos 45 millones de euros a las arcas municipales de esta ciudad, a través del impuesto local llamado IPSI. Y se estimaba entonces que el 62% de las ventas de España a Marruecos se efectuaban por Ceuta y Melilla. La situación fue normalizándose sobre todo por la presión de los comerciantes, pero quedó como efecto secundario el cierre del eficaz paso de Benzú que todavía perdura.
Y así llegamos a 2020 en que se produjo otro cierre de parte marroquí en la frontera al paso de mercancías en los dos sentidos y dificultando además el traslado de viajeros por los retrasos de horas en pasar de un lado a otro. En esta ocasión se barajaron varias razones, entre ellas la habitual de las pérdidas económicas para la economía marroquí, el abuso en el tránsito por los bultos que trasladaban sobre todo mujeres e incluso algunos llegaron a atribuirlo a una estrategia marroquí para ahogar económicamente a Ceuta.
Seguidamente se justificó el cierre marroquí de la citada frontera para evitar contagios desde Ceuta del coronavirus, pero esto pudo ser una medida positiva, porque España habría hecho lo mismo cuando la pandemia progresara en Marruecos, evitándose también el paso de infectados a la ciudad autónoma.
Pero es que, superada la crisis del coronavirus, la situación sigue, sobre todo a pesar del relanzamiento de las aparentes buenas relaciones España-Marruecos, la actitud de continuas cesiones del Presidente Sánchez tras su entrevista con el Rey Marroquí, el tema del Sahara que necesita nuevas decisiones por parte de España y el silencio ante los inconvenientes que se padecen en la frontera.
Por todo esto, puede que algunos tengan razón y todo vuelva a la época del comercio transfronterizo que tanto reclaman los habitantes del norte marroquí. Porque hay que tener en cuenta que el mencionado comercio transfronterizo era realizado por marroquíes que compraban en empresas de una ciudad con régimen fiscal especial y los transportaban a su país con la permisividad de sus autoridades, produciendo beneficios en cadena a través de todo Marruecos.