Quizás el problema radica en el concepto. Mientras que para la Ciudad Autónoma y el Ministerio de Educación siguen siendo comedores escolares, para el grupo Caballas son, en realidad, comedores sociales. De ahí radica, desde luego, un cambio de pensamiento y no se ponen de acuerdo ni unos ni otros.
El Gobierno mantiene que los niños que no cuentan con la beca escolar y que pertenecen a uno de los centros que tienen comedor podrán seguir contando con la ayuda a través de las organizaciones que colaboran con la Consejería de Sanidad y Asuntos Sociales, puesto que sus familias reciben esos vales de alimentos.
Sin embargo, para el grupo de la oposición lo que se necesita es contar con una red de comedores sociales, donde no solamente se utilicen los colegios, sino también espacios que puedan ceder las asociaciones de vecinos u otras organizaciones solidarias. Volvemos a decir que son conceptos distintos, pero, al final, todos deben converger en que ningún niño que lo necesite en nuestra ciudad se quede sin alimentos.
Bueno sería que no se hiciera política de asuntos que tienen un profundo calado social y en los que todas las fuerzas políticas pudieran participar en la toma de decisiones, a partir de unas directrices que marque el Gobierno porque, en definitiva, son ellos quienes tienen la obligación de ejecutar unos presupuestos que se aprueban en diciembre y que entran en vigor a primeros de cada ejercicio.