No es la primera vez que los narcotraficantes cometen el error de intentar mostrar su cara más violenta contra las Fuerzas de Seguridad del Estado. Un grave error sumado al de mostrar con ostentación su capacidad de traficar y de saltarse las normas, intentando echar un pulso al estado de derecho. Llegar a una playa llena de bañistas y comenzar a descargar droga no es otra cosa que retar a un país mostrando su capacidad de delinquir impunemente, como lo es también grabarse en una planeadora cargada de hachís y subirlo a las redes sociales.
Una ostentación que trata de desmotivar a los ciudadanos y Fuerzas de Seguridad para ocupar un espacio social que no les corresponde, pero que tratan de alcanzar. Este pulso a las leyes debe analizarse con detenimiento, porque cuando el Estado de Derecho pierde batallas contra las organizaciones criminales, los ciudadanos decentes perdemos derechos, somos menos libres y, sobre todo, comenzamos a dudar del sistema.
Llevamos semanas observando cómo estas organizaciones criminales embisten todoterrenos robados cargados de hachís contra los vehículos de guardias civiles y policías. Nada nuevo para los agentes destinados en el Campo de Gibraltar y las costas andaluzas. Las hemerotecas están llenas de estos sucesos violentos y, por tanto, hablar de hechos novedosos es un grave error de los responsables políticos, como también ha sido un error no dedicar medios suficientes y adecuados para acabar con la capacidad de maniobrar de estas organizaciones criminales.
En estos momentos es indudable que el Ministerio del Interior está realizando un gran esfuerzo en combatir estas organizaciones criminales. Se están destinando medios técnicos y humanos para combatir a estos delincuentes peligrosos y se están obteniendo unos resultados más que satisfactorios para intentar minimizar el daño que estas organizaciones criminales causan a los ciudadanos y a la propia imagen de nuestro país. Se daña a los jóvenes que piensan que delinquir te puede proporcionar beneficios con muy poco esfuerzo y se deteriora la imagen de un país incapaz de aniquilar democráticamente estas organizaciones y, por supuesto, su chulería y ostentación.
El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska en la reunión mantenida el pasado lunes con mandos policiales en Cádiz, manifestó que los últimos ataques violentos de los narcotraficantes a los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han sido “fruto de la desesperación” de los narcos. Y no se equivoca el ministro, porque los resultados en aprehensiones de drogas y las detenciones de delincuentes por tráfico y blanqueo de capitales se han disparado en todo el país y muy especialmente en Andalucía por el buen trabajo de los guardias civiles y policías. Sin embargo, lo más importante de su comparecencia ha sido oír del ministro del Interior que luchar contra estas organizaciones criminales es “UNA CUESTIÓN DE ESTADO” y que continuará su curso con una inversión de 48 millones de euros para implementar medios materiales y humanos. Y es una cuestión de Estado y debe ser una cuestión de Estado, porque estos mangantes están retando al propio Estado.
Hace años que en este país ganamos la batalla a los terroristas que trataban de imponer sus ideas con las armas. En ese momento era el problema más importante del país desde el punto de vista de seguridad ciudadana. En estos momentos las organizaciones criminales de narcotraficantes son el mayor problema por su violencia y porque su chulería y ostentación nos muestra su verdadera cara y su única intención, que no es otra que imponer la ley del terror para lograr sus objetivos. Acabamos con el terrorismo, pero ahora tenemos que plantar cara a estas organizaciones criminales que abiertamente están retando al Estado de Derecho.
AEGC lleva años alertando de la peligrosidad de estas organizaciones y hemos pedido reiteradamente más guardias civiles y medios para combatirlos. No se trata de hechos puntuales, se trata de organizaciones estructuradas que no pararán ante nadie y ante nada y, por tanto, o acabamos con ellas o estos asquerosos acaban con nosotros.
El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, tiene razón cuando dice que acabar con estas organizaciones de narcotraficantes es UNA CUESTIÓN DE ESTADO. Lleva razón y AEGC avisa que estamos inmersos en una guerra que hay que ganar. Que nadie se lo tome a broma. Que nadie minimice el problema, porque sería un grave error.
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