El gol del joven español, Lamin Yamal, en la Eurocopa, ha puesto de relieve, que el racismo y el miedo hacia lo diferente, no es cuestión de marcar “goles”, (¡Ojalá fuera tan fácil!).
Debemos reconocer que aún queda un largo camino por recorrer para poner fin al racismo y a las numerosas situaciones de discriminación y delitos de odio que genera y, qué tantas veces pasan desapercibidas para el resto de la sociedad.
Se supone que, las políticas sociales existentes, se enmarcan en un pilar fundamental: la igualdad de condiciones. Sin embargo, a la hora de la implementación de esas políticas públicas de integración e inclusión de los que nos damos cuenta es de su nula efectividad.
Por ejemplo, la sociedad y nuestros gobernantes, tienen que saber que el trato discriminatorio que están sufriendo los niños y niñas no acompañados con respecto a la acogida en otras Comunidades Autónomas, se considera racismo institucional.
Si echamos un vistazo a los informes oficiales del Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia o de organizaciones sin ánimo de lucro como CEAR o SOS Racismo, nos daríamos cuenta, de que combatir el racismo, debe ser una prioridad y que no se ”le gana” tan fácilmente.
El racismo y sus consecuencias, van a seguir presentes y seguirán incrementándose sus manifestaciones hasta que no se atajen de raíz.
La diversidad cultural es enriquecimiento social y la fórmula para derribar prejuicios y etiquetas. Y así, como hay españoles más o menos altos, rubios o morenos, también hay españoles musulmanes, hindúes, gitanos, ateos, de origen africano o asiático. Y sí, españoles.
¡Vamos España, Suerte en Berlín!