Cinco minutos. Ese es el tiempo de margen que dan las concertinas a la
El Ministerio del Interior decidirá “próximamente” el medio que sustituirá a las concertinas en el perímetro fronterizo de Ceuta y Melilla. Dice su titular, Fernando Grande Marlaska, que tiene ya tres alternativas para ejecutar un cambio que se ha convertido en una de las promesas del PSOE. Es este el último aviso mediático tras mútiples comparecencias de un ministro que lleva diciendo, desde el verano, que está cada vez más cerca de ‘dar con la tecla’. En su comparecencia en la Comisión de Interior del Senado, insistió en que el nuevo método garantizará incluso una “mayor seguridad” que la que existe actualmente. Las concertinas fueron colocadas en el vallado por un gobierno del PSOE y mantenidas en el tiempo por los populares. Solo fueron retiradas de manera parcial en Melilla, pero nunca lo han sido en Ceuta, en donde se han producido accidentes graves de inmigrantes cortados por las cuchillas. Aunque el PP los tildó de medios disuasorios, han causado muertes de personas que han perdido la vida desangrados por estos medios que, aseguran los expertos, frenan la escalada hasta cinco minutos. Marlaska ha insistido en que retirar, se retiran.
El perímetro de todo el entorno portuario se ha ido blindando poco a poco con fórmulas que no son lo éxitosas que la Autoridad Portuaria quisiera, en ese afán que persigue por frenar la intrusión de personas en los barcos que, ya en más de una ocasión, se han visto obligados a regresar a puerto con los gastos que esto supone. El blindaje comenzó con la colocación de concertinas, de las que por cierto nadie habla ni tampoco el ministro de Interior se pronuncia a pesar de que también han causado ya lesiones. A esto se sumó la colocación de planchas para que los inmigrantes que quisieran trepar lo tuvieran más complicado. Y por último se reforzaron los barrotes que, en buena parte, han sido cortados. Estas medidas son, en principio, un blindaje para el acceso al entorno del puerto pero en la práctica no consiguen ese efecto. La Asociación de Transportistas esta cansada de denunciar la indefensión que sienten toda vez que topan con inmigrantes en sus cargas y son ellos mismos los que deben advertir a las fuerzas de seguridad para que los intercepten. En las escolleras también se colocaron mallazos que quedaron destrozados.
Cuando a finales de los años 90 la inmigración empezó a hacerse visible en Ceuta, se levantó una valla que chocó desde un principio con la particular orografía del terreno. Los más de ocho kilómetros de perímetro fronterizo han sufrido más de un derrumbe debido a lo complicado para que esta construcción quede asentada sobre el terreno. La valla fue elevándose poco a poco a modo de medida para blindar la entrada de inmigrantes algo que, de acuerdo con los sucesos que se han ido sucediendo, no tiene efectividad alguna. La estructura de la propia frontera, tal y como fue concebida cuando se construyó, nada tiene que ver con la situación actual. Ni siquiera ese particular ‘Gran Hermano’ de sensores y cámaras que son controladas desde la central COS otorga el blindaje al 100% que se requiere en una línea perimetral en la que la vigilancia que presten las fuerzas de seguridad marroquíes es clave. El destino de un helicóptero con base fija en Ceuta ha servido para controlar las alertas dadas sobre posibles acercamientos al lugar.
Las dos últimas entradas masivas de inmigrantes que se han producido este verano no han sido saltos, aunque así mismo fueron calificados por el Ministerio de Interior o, incongruentemente, por la Dirección General de la Guardia Civil. Los subsaharianos que protagonizaron estos pases marcados además por la hilera de heridos en las filas de la Benemérita reventaron la valla. Fue así como la cruzaron, con el empleo de radiales y la organización de todos los grupos que sirvió para cruzar a Ceuta sin tener que trepar por la valla y toparse con las concertinas. Lo disuasorio de las cuchillas no tiene sentido alguno cuando la vía de pase no es la de trepar por la doble valla sino que se centran en destrozarla. Otras vías de entrada que se han utilizado en los últimos años han sido las alcantarillas, aunque buena parte fueron selladas para evitar tanto el acceso de personas como el contrabando de mercancía o de hachís, como fue descubierto en varias ocasiones por los agentes que patrullan el entorno perimetral. Hay además puntos del vallado que son ciegos, es decir, en donde los modos de pase no pueden ser detectados a tiempo por las fuerzas de seguridad, siendo los más elegidos por la población migrante en los últimos años.
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