Opinión

Se lavan las manos

El gobierno ceutí se ha instalado en una urna de cristal esperando que la adjudicación del dispositivo del Eid Al Adha excuse su irresponsabilidad y falta de voluntad política para abordar los asuntos que afectan a sus ciudadanos.

A tenor de sus actos, resulta evidente que la gestión de esta festividad, cuya celebración religiosa trasciende al conjunto de la población al formar parte de la tradición popular y siendo reconocida en su calendario oficial, nunca ha sido de su agrado y le causa evidente fastidio, de ahí que adjudique cuatro años de un solo plumazo, cuando la razón más exigua recomienda uno o dos, prorrogables en función de los resultados.

Según reza en su Estatuto de Autonomía, Ceuta accede a su régimen de autogobierno y goza de autonomía para la gestión de sus intereses y de plena capacidad para el cumplimiento de sus fines. Las instituciones de la ciudad de Ceuta, dentro del marco de sus competencias, ejercerán sus poderes para lograr el objetivo, entre otros, de la mejora y fomento de las condiciones y calidad de vida mediante el desarrollo de su equipamiento necesario.

Para ser un acontecimiento que se celebra anualmente y cuyas características son sobradamente conocidas por la administración, que haya acordado su completa externalización con nula intervención pública, no es más que una muestra de desidia e incompetencia del equipo de gobierno.

Es una afrenta a la propia razón que a finales de septiembre de 2021 se reunieran responsables de cuatro consejerías para reconocer que carecían de medios con los que afrontar los retos de la celebración de la festividad musulmana, dando así la espalda a las obligaciones que tienen atribuidas en razón del cargo que ostentan para el desempeño de gobierno público.

Durante los seis meses siguientes no dedicaron ni un minuto a abordar este evento, hasta que el 11/03/2022, a tan solo cuatro meses del Eid, el consejero de Medio Ambiente y Servicios Urbanos, Yamal Dris Mojtar, firmó el “Informe de insuficiencia de medios personales” en el que reconocía que “Ni la Consejería de Medio Ambiente y Servicios Urbanos, ni el resto de Consejerías implicadas, disponen de los medios personales y materiales suficientes para cubrir las necesidades que se tratan de satisfacer a través del contrato propuesto”.

Sostiene el “Informe de necesidad” que “la contratación del servicio de gestión integral de mataderos eventuales para la celebración de la Pascua del Sacrificio pretende conseguir que la celebración de la festividad del “EID AL ADHA”… se pueda llevar a cabo con las máximas garantías, compaginando cubrir la necesidad de una gran parte de la población ceutí con la normativa vigente”, toda una declaración de buenas intenciones que no ocultaba la intención de su externalización.

Fue a finales de septiembre de 2021 cuando cuatro de las ocho consejerías que componen el gobierno acordaron entregar este dispositivo a manos privadas al 100%, descartando una gestión pública o siquiera mixta, y no emitiéndose los informes de necesidad y carencia de medios hasta avanzado el mes de marzo, justificando así su tramitación por vía de urgencia so riesgo de no llegar a tiempo siquiera a licitarla.

En años anteriores, la preparación de este acontecimiento requirió de la participación mínima de cinco consejerías implicadas en una necesaria organización bien diseñada, dotada de los medios y recursos oportunos.

Corresponde a las administraciones públicas que este tipo de celebraciones se desarrollen con normalidad y con todas las garantías de calidad, seguridad y salud pública que precisa. Este año, y parece que en los cuatro siguientes, el Gobierno de Ceuta ha optado por lo más fácil, es decir, no hacer nada.

La responsabilidad del arco político de la ciudad de Ceuta evidencia una complicidad soterrada en el que ningún grupo político alcanza a valorar la trascendencia de esta festividad, pues todos han manifestado un silencio consentido ante esta privatización que erosiona gravemente los derechos sociales del colectivo musulmán y de la ciudadanía en general. Una ciudadanía que cada día que pasa ve más mermada la capacidad de su gobierno para gestionar la vida pública de la ciudad.

Urge reclamar que sea la administración quien ejerza el liderazgo en la defensa de los intereses de los ciudadanos fortaleciendo sus instituciones y desarrollando prácticas eficaces de buen gobierno.

El Eid Al Adha no es un problema; el problema es el deficitario alcance político que abunda en quienes ostentan responsabilidades de gobierno.

La competencia para la gestión de asuntos ciudadanos es irrenunciable. La pérdida de confianza y el descrédito de su institución, difícilmente reparable.

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