Cuando la naturaleza se nos muestra pura, sin la intervención de la mano del hombre, admiramos su esplendor, su máximo grado de perfección … su grandeza; su observación siempre es un espectáculo placentero que en el cerebro se traduce en profundos sentimientos: los derivados de la contemplación de la belleza, de la armonía, del orden y a veces del necesario y violento movimiento que provoca la perturbación del equilibrio ….. de los elementos en reposo. Pero la contemplación de la misma naturaleza también nos provoca el sentimiento que más nos conmueve, que es el amor, y es porque enseguida y sin querer, asociamos la naturaleza a nuestra existencia; nos aparece a la mente la metáfora de que “somos hijos de la naturaleza”; y tener la sensación de sentirse hijo, supone una experiencia sublime y extraordinariamente bella (la relación madre hijo) que despierta una inmensa emoción …. y es además la satisfacción de conocer tu origen. Es la naturaleza, a través de nuestra amantísima madre la que nos trae a la realidad de la existencia, a ser en definitiva un humano, no sólo en la sustancia, en la forma ….. en un cuerpo (lo que es), sino que es el soporte de nuestra esencia; un ente capaz de colmarse de los más importantes atributos, los derivados de la cultura, aquellos que fundamentalmente nos diferencian y distinguen del resto de todos los seres. Así nacemos con la corporalidad que es común a todos los humanos, lo heredado como especie, necesitado y dotado del impulso hacia la supervivencia, que se expresa a través de los instintos que se manifiestan desde la parte inconsciente de la mente y que transmite las necesidades vitales de nuestro complejo entramado celular. La otra parte de nuestra dualidad, la esencia (lo que se es y para lo que se es) aquello intrínseco y que marca la diferencia entre los propios entes; en el caso de los humanos es lo que nos individualiza, lo construido por la cultura, y entre otros aspectos y desde el punto de vista biológico-mental, aquello que nos hace capaces de modificar la imperiosa necesidad de los instintos, transformándolos en deseos que puedan ser atemperados, controlados y regulados por la parte consciente de la mente, por ese mecanismo muy desarrollado, aunque no único en el ser humano que es la voluntad, como último y definitivo estado previo a la decisión.
Y el primer concepto asociado a naturaleza humana es el de raíz (ya el embrión humano se “enraíza” en la pared uterina). Siempre estaremos más seguros si estamos sustentados por las raíces, porque la raíz es el origen, lo inmediato a la fuente de alimento; en el humano la continuidad de la vida se genera desde la alimentación celular, y también desde la célula por mutación en la replicación genética que es desde donde se provoca la evolución…. Está claro que no empleo el concepto “creación” por la confusión de la que, aún en nuestro siglo XXI, está rodeado este concepto, pues se sigue relacionando con lo sobrenatural, con lo divino y eso la razón no lo tolera, más bien, lo rechaza. En el ámbito de la naturaleza, que es donde discurre la vida, el creacionismo no se acepta, por principio, pues en lo que de momento abarca nuestro conocimiento, sólo se aprecia un evidente evolucionismo; la mente del humano actual no da para más….. aunque no cesa en la duda y por tanto en la investigación a través del método científico (razón, lógica y práctica experimental) como única fuente de verdadero conocimiento y como único recurso. Los milagros no dan solución a las incógnitas ya que no pueden explicarse por las leyes regulares de la naturaleza, sino que se atribuyen a la intervención de un ser sobrenatural, de un Dios, que es el más atrevido prototipo del concepto de oscurantismo y confusión. ¿Habrá algo más confuso al entendimiento que la existencia de los dioses o de los milagros…? Y todas las religiones están impregnadas de divinidad, de sobrenaturalidad, que es caldo que las cultiva, y la machacona ignorancia que es el velo que las sostiene latentes. Siempre que el hombre se ha dispuesto, o le han permitido la reflexión, el estudio y la comprobación de los resultados de sus investigaciones, siempre, siempre ha llegado a la verdad; siempre ha sentido con satisfacción la recompensa del conocimiento porque se ha ido desembarazando de la ignorancia …. y así se fue acercando más al concepto de humano (homo sapiens) hombre sabio. La capacidad de conocimiento es el atributo más diferenciador: el animal es cuerpo y un intelecto muy limitado; el humano es cuerpo y una mente altamente desarrollada. Los humanos somos los homínidos más evolucionados …. En la evolución de la mente, por el camino, se quedaron los orangutanes, los gorilas, los chimpancés y los bonobos, que son de la misma familia, del mismo género pero de especie diferente. La naturaleza no es que sea sabia, pues el concepto de sabiduría se lo hemos aplicado exclusivamente a los humanos, sino que está muy bien organizada y regida por leyes de las que a través de los siglos se ha ido evidenciando su aparente universalidad, apariencia y universalidad que se justifica por la fenomenología. Siempre que intentamos indagar sobre el origen de la naturaleza, tenemos que ser conscientes de que estamos teorizando sobre un ente cuyo concepto, como todos, ha sido ideado o creado (como queramos llamar) por el propio humano; y haber creado el concepto quiere decir que lo hemos definido, determinado y diferenciado, es decir, que ya le hemos puesto límites; y el concepto de límite, en el contexto que nos ocupa, quiere decir situado al extremo al que puede llegar nuestro conocimiento, y no olvidemos que nuestro conocimiento sí ha sido creado desde la naturaleza, y por tanto no es anterior a ella; así que el hombre no puede crear naturaleza, sólo modificarla …. y es evidente. Lo que sí sabemos con certeza, a través de la ciencia, es que la vida y todas sus peripecias hasta llegar al Ser al que hemos llamado humano, es una circunstancia evolutiva de la naturaleza, si entendemos como circunstancia a la conjunción o combinación química de los elementos naturales (ya existentes) que dieron lugar a la célula primigenia a partir de moléculas orgánicas y al oportunismo de la presencia de ciertos catalizadores calóricos y eléctricos de origen natural (fumarolas termales submarinas) que pudieron ser el caldo de cultivo ideal para las semillas de la vida. Toda una hipótesis, que junto a otras, como tal hipótesis necesita la confirmación científica que esperamos esperanzados.
A partir de ahí, y desde hace 3.500 millones de años, etapas, periodos, ciclos, experiencias ocasionales de la propia naturaleza han hecho evolucionar a ese primer ser vivo al que hemos ido dando nombres hasta llegar al concepto de humano sapiens-sapiens. Pero en vista de los acontecimientos me surge una pregunta: ¿estamos seguros de haber cruzado el umbral definitivamente y ya somos ese humano completo y total? Pues creo que los antropólogos del momento fueron muy optimistas al poner a la especie ese tan alto calificativo de sapiens-sapiens. No seremos tan sabios cuando aún no hemos sabido superar para siempre la miseria, ni la enfermedad, ni los estados de guerra y lo que es peor, la ignorancia ….¿Aún le faltan recursos a la ciencia o nos falta imaginación para completar la continuidad en las secuencias de tan larguísima evolución? Visto lo visto, tengo la impresión de que la conclusión del proyecto humano siempre ha sido sobrevalorado, que las expectativas nunca se han correspondido con las posibilidades (miremos a la Historia) y es porque la materia prima, el hombre, no reúne las condiciones para un final feliz. No hemos sabido dar el salto definitivo ni adquirir la suficiente esencia para dejar atrás, para siempre, la bestialidad que llevamos en la genética: ¿Dónde está un lenguaje coherente, conclusiones razonables, soluciones a las necesidades comunes ….. dónde está el agrupamiento en torno a políticas globales de consenso ….? Da la impresión que volvemos al Estado de Naturaleza, es decir “todos contra todos”….Un camino vertiginoso hacia atrás, en la dirección y el sentido contrario con el que se inició este fabuloso viaje, el de la ilusión cuando aún no existía la razón, y al de la razón cuando pensábamos que ésta era la panacea …. El mayor fracaso para el mejor proyecto. Para qué voy a entrar en los detalles …. asómate a la pantalla de tu televisor. ¡¡ Para no dejar de llorar!!