El buen escritor debe de tener una sutil forma de engatusar a sus lectores.
No solo por llevarlos de la mano hacia un mágico lugar y contarles cosas tan maravillosas que cuando termine su lectura quiera seguir leyendo más de lo que había leído.
Que se quede prendado de esa bella prosa que le pueda asegurar un bello recuerdo de un cuadro pintado tan perfecto que pueda tenerlo presente en sus días venideros.
Esos que tengan que esperar para seguir leyendo una nueva aventura de su escritor preferido.
Para ello hace falta una comunión tan necesaria y práctica que solo los grandes saben plasmar.
La poesía, no solo es rima sino una sintonía de encuentros con el más allá que hace preñar de ilusión a todo buen lector.
Y como decía ese hombrecillo tan jorobado y enfermo: “Yo no estoy así por qué quiero estar, sino por qué tus malos envites me han vuelto una persona desigual a lo que tú realmente deseas ver”.
Y los intríngulis del momento te hacen ver una colección de episodios, que te van transformando en un héroe, en un villano o en algo que todos deseamos.
Sígueme estoy aquí.
Pero deseo solo que no se vayas de aquí.
Deseo estar junto a ti.
Ser tu lazarillo, tus pies y tus manos para que no pierdas la comba y este siempre dentro de un país mágico.
De ese que nunca podrás volver a no ser que tengas el sello de un nuevo amanecer con sus nuevos capítulos, donde cada prosa emane esas sensaciones nuevas de ser alguien diferente.
Pero con un mismo denominador en común.
Entretener al lector y darle ese espíritu de una vida donde la fantasía y la realidad se crucen dentro de un marco tan agradable que cruzarlo sea beneficioso para todos nosotros.
Y es que cuando me pongo a hablar de algo como es ese momento de ahora, me quedaría para siempre en este lugar. Ese donde un papel es el protagonista y el boli le da vida a esos felices instantes que desea tener.
La música la escuchamos ambos y solo deseamos estar juntos hasta el final donde ambos quedaremos exhaustos de tanto buen leer y cada uno dando su parte proceda a decir este es el fin donde ya he podido ser feliz por unos instantes.