El Islam está poblado de cofradías religiosas y de morabitos que representan unas y otras un poder verdaderamente muy digno de estudiar y tener en cuenta para así evitar sorpresas imprevistas. El origen de los morabitos y de las cofradías religiosas musulmanas proviene de la palabra merabet, que era con la que se designaba a lo que guarnecían los puestos fronterizos fortificadas, estableciendo en las fronteras, en los limites de los países musulmanes, para defenderse contra los infieles y que servían de punto de apoyo también para ataques dirigidos contra foráneos y en fortificaciones de guerra unida a los ejércitos y cuando se producían estas acciones estas pequeñas fortalezas se trasformaban en edificios religiosos llamados zauias. El Morabito no fue más que un personaje religioso, un apóstol del Islam, celoso y fanático. Así es como la palabra sirve hoy para designar a los exaltados en religión, a lo que por ardor misionero se elevan extraordinariamente sobre la masa de los fieles. Para llegar a la categoría de morabito existen varios métodos como son: la reputación de justiciero, el ascetismo, la locura e incluso la imbecilidad.
La existencia de los morabitos constituye una casta privilegiada y además entre ellos existe una escala que, teniendo por base su situación social y política, comprende en primer lugar, al morabito propietario de una o más zauias y que es heredero del prestigio religioso de un antepasado o cherif, o descendientes del Profeta, o simplemente de un Santón que se venere en el país. La influencia de estos morabitos es muy grande, suelen estar exentos de los impuestos coránicos, y en ocasiones de poder eclipsar a los kaides, desde este gran señor se va descendiendo hasta el morabito pobre, que vive miserablemente de la caridad pública, al lado de la tumba modesta de un antepasado muerto en olor de Santidad.
El rango del morabito es hereditario y lo heredan también las hijas, pero éstas no trasmiten la santidad de los hijos, de modo que los morabitos o santones musulmanes no son aquellos que fallecen y a quienes la multitud venera por lo ejemplar de su vida, sino que esta adoración la reciben también sus descendientes vivos en la actualidad, unos u otros tiene la virtud de realizar milagros, que resisten toda clase de hechos sobrenaturales o fuera del poder de los hombres, pues la leyenda abre de par en par las puertas a la fantasía mas exaltada.
Si fuésemos a relatar los milagros atribuidos a los morabitos, seria interminable la lista, pero no podemos sustraernos a citar uno atribuido a la Santa o Morabita más venerada en Marruecos, y que es Lala Meimuna, o señora de Larache, a la cual se le atribuye la leyenda que una vez un morabito había realizado un milagro tan extraordinario que enceló a otro superior a él: “He de llevar el mar hasta las puertas de Fez para que en él se bañen las bellas hijas de aquella ciudad”. Y en efecto, se acercó a la orilla del mar y mojado en el la punta de su chilaba y arrastrando ésta, el mar comenzó a subir al morabito, lo cual, visto que fue visto por Bala Meinuna y comprendiendo las series de ruinas que suponía aquel acto, salió con gran rapidez hasta Fez, se apoderó de varias muchachas y la transportó hasta encontrar al morabito, quien se dio por satisfecho con que en aquel lugar se bañasen las jóvenes, quedando el lugar trasformando en una laguna salobre que existe cerca de Larache, y que se formó dicen, con agua del mar.
Lala Meimuna Bentz Sid Ylilali Bentz Abd el lah Mesbahía nació en Larache el año 1175 de la Héjira. Su padre era oriundo de Beni–Moogar, y su madre nació en Ullad Chaed Muley Buselham. Debió su santidad a la exaltación de sus virtudes personales y no a la herencia de su padre, diciéndose que padeció de buhalía ó locura mística, que entre los musulmanes, llega a adquirir caracteres de santidad y son muy venerados.El otro elemento que integran, por así decirlo, el poder religioso, está constituido por las cofradías religiosas, las cuales no solo merecen curiosidad, sino un estudio, porque ellas constituyen en toda su pujanza, la fe de Mahoma en el intenso imperio del Islam.
En el primer año de la Héjira, o sea en vida de Mahoma, se reunieron noventa habitantes de La Meca y de Medina, quienes juraron ser fieles hasta la muerte a la doctrina de Mahoma, formando una asociación, poniendo en común sus bienes, y se reunían todos los días para realizar prácticas religiosas, dedicándose a ejercicios de penitencia. En esta asociación dicen algunos que esta el origen de las cofradías.
Una de las más antiguas y genuinamente marroquí, es la de las Assianas, pues su fundador Sidi Mohamed Ben Aissa, nació en Mequinez a fines del siglo XV, o principio del XVI, pronto se vio rodeado de numerosos discípulos y de una popularidad tan grande, que hacía sombra al Sultán de Mequines, Muley Ismael, quien celoso de su autoridad le ordenó que con todos sus discípulos saliesen inmediatamente de la ciudad, y quedó poco menos que despoblada, tanto era los que seguían la inspiración de Ben Aissa; muchos de ellos durante éxodo, perecieron de hambre , y fatiga, cuando extenuados y hambrientos les demandaban víveres, les contestaba que solo disponía de serpientes y escorpiones de que estaba poblado el campo, y sobre ellos se lanzaron y los devoraban repugnantes, costumbres que al presente conservan los mas exaltados.
No obstante esta penalidades, cada vez mayor la influencia de Ben Asisssa que logró, por fin, imponerse al Sultán, quien no solo consintió que aquel regresara a Mequinez, acompañado de todos los sobrevivientes, sino que a estos los exceptúo de pagar el impuesto, y todavía hizo mas, le donó un gran edificio y extensas propiedades, edificio que hoy guarda el cuerpo del fundador de esta cofradía tan venerada.
Un día quiso probar la fe de sus discípulos y les dijo que Mahoma se había aparecido en sueños, ordenándole que hiciese a dios un sacrificio humano. Apenas lo concluyó de decir, cuando entró la multitud se destacó uno que entró en la casa de Ben Aissa seguido este y de cuya casa salio un reguero de sangre. A esta prueba se sometieron cuarenta discípulos, en lugar de los de la calle, y según entraban en casa de Ben Aissa, este degollaba un cordero y de ellos, era la sangre que veía atónitos aquella muchedumbre.
Los cuarentas discípulos que de buena fe se postraron al sacrificio, constituyeron lo que podemos denominar el Consejo Supremo de la Cofradía, cuyo individuos han ido renovándose hasta nuestros días, y este Consejo se deja ver en público una vez al año, la fiesta del Malud, y en esta ocasión dicen los fieles que, los que componen el consejo, realizan milagros. Aquellos que afirman ser descendientes de Ben Aissa, enseñan una piel de pantera, sobre la que es fama que descansaba aquel, y las mujeres marroquíes aseguran que esa piel obra milagrosa entre las muchas exhortaciones y consejos morales de Ben Aissa
La misión de toda cofradía es, como hemos dicho, defender la fe musulmana, para ello existe los cofrades o hermanos de cada una de ellas, una unidad estrechísima, que constituye la base de la fuerza. La entrada de un nuevo hermano en la cofradía se celebra con una fiesta. Todos los hermanos deben servir a los demás, ensalzar sus virtudes y lo hará como que no ve sus faltas por grandes que aparezcan. A esto se debe en modo principal, el casi respeto supersticioso que los musulmanes sienten por sus cofradías, y cuyos mandatos obedecen sin discutir, arrastrándose en mas de una ocasión a la guerra santa.
Esto ultimo pone en relieve lo convincente de su estudio, pues hábilmente manejados los representantes de las cofradías, así como los morabitos, constituirán elementos de gran utilidad. La influencia de los morabitos es local, alcanzan a veces al poblado en que radican; en cambio, la influencia de las congregaciones es inmensa, pues tienen esparcidos representantes y afiliados por todo el Islam; y por ultimo diremos que la diferencia esencial entre los morabitos y los cofradías consiste en que los primeros tienen derecho a votos aislados que no constituyen comunidad o asociación especial, que es precisamente lo que ocurre en la cofradías, pues estas cuentas con numerosos afiliados sujetos a una reglamentación severa y que obedecen las órdenes de su jefe.
Todo lo que se relaciona con la enseñanza tiene una importancia extraordinaria, y como esta entre las Kabilas se adquiere en las zauias que posen las cofradías y los morabitos, hay que tener muy en cuenta, ya que cada una de las cofradías religiosas tienen un numero determinado de establecimientos o zauies dispersas o circunscriptas a un solo territorios, según el prestigio de la orden. La zauia, institución de un carácter muy complejo, recuerda a los conventos cristianos de la Edad Media, y no solo son lugares de retiro y de meditación, sino al propio tiempo, escuelas y albergues de las ciencias y las letras, además de refugio de los perseguidos y hospedería de los peregrinos.
La zauia representa todo un mundo que es preciso estudiar y conocer, cuestión no muy fácil, porque las gentes que las habitan ocultan con sumo cuidado el secreto de sus vidas y más si estas son infieles. La zauia es, a la vez, un lugar de oración, asilo y una escuela