Muchas personas durante miles de años, han aprendido a beneficiarse del yoga a través de sus posturas, de sus técnicas de respiración, de la práctica de la concentración y la meditación, etc. Sin embargo, es importante tratar de comprender el enfoque integral que el yoga posee, el cual no se limita sólo al bienestar físico y mental de quienes lo imparten y lo practican, sino que va mucho más allá. Los llamados Yama y Niyama, son códigos de conducta, se presentan en los yoguis formados como los dos primeros pasos para poder llevar a cabo la práctica del yoga. Los Yamas y Niyamas se encuentran dentro del Yoga Sutra de Patajanli, texto básico del yoga clásico, y son los dos primeros pasos del Ashtanga Yoga, de un total de 8 pasos; los cuales se denominan “el camino de los ocho pasos para la auto-realización”.
Estos Yamas se refieren a las abstenciones que un yogui debe cumplir desde su iniciación. Estas abstenciones se concentran en cinco reglas universales que buscan arraigar los vicios habituales desde el más profundo del ser, tales como:
Ahimsa (no causar daño)
Al aceptar “no ser violento” no sólo se está limitando a la elección o el manejo de armas y a tener comportamientos de fuerza, sino también a la abstención de cualquier pensamiento, palabra o acción hiriente, con los demás y consigo mismo. Es una invitación a renunciar a todas las formas de hostilidad y a sentir compasión y amor propio, y por los demás.
Ser honesto es un requisito previo para la práctica de yoga y todas las otras disciplinas espirituales.
La verdad abarca tanto a la verdad expresada mediante la comunicación, como la verdad de pensamiento. Comunicarse con sinceridad (satya) es otra condición fundamental para relacionarse con los demás; implica valor y dominio de sí para armonizar los actos que se ejecutan con las palabras pronunciadas; sin embargo, al estar sometida a la actitud anterior, la palabra que se profiera nunca debe suponer un perjuicio para otro; hay que decir la verdad cuando y sólo cuando es buena para los demás. Una vez arraigada, esta actitud también se extiende en el entorno.
En esta regla, se invita a no codiciar los bienes ajenos y a ser honesto. Sin embargo, esta ley no se aplica solamente al robo de los bienes materiales, sino también a negarse a apropiarse de lo que no podemos tener, como por ejemplo, las ideas e iniciativas de los demás o aparentar ser igual que los demás. Asteya nos invita a pensar por nosotros mismos y a confiar en nuestras propias ideas.
Un yogui debe ser capaz de poder controlar su energía sexual o sus deseos. Frecuentemente, este Yama se ha interpretado como un llamado a la abstinencia sexual. En realidad, no se trata de practicar la castidad o incluso algún tipo de frustración, pero sí de evitar ver para sentir placer sexual, en otras palabras, es mantener un control de las energías sobre lo que normalmente apasiona a los seres humanos. En la práctica, este control se ejerce a través de la mirada (drishti), siempre orientada, inmóvil y con precisión.
Esta norma pretende acabar con la dependencia que las personas suelen tener por objetos o bienes materiales y nos enseña a ser más humildes, lo cual nos permite llegar más cerca de nuestra desnudez original y a descubrir nuestra verdadera riqueza. Cuando se ha establecido firmemente la humildad, se conoce el secreto de la transmigración en el pasado, presente y futuro.
Los Niyamas son el segundo eslabón del Ashtanga Yoga de Patanjali. Al igual que los Yamas, éstas también se conforman por 5 normas, pero en este caso representan las observancias, las cuales permiten que nuestra relación con el yo interior sea transparente y sincera; estas normas son:
Esta norma establece la pureza de la persona tanto por fuera como internamente. La pureza externa se refiere a estar siempre limpio, ingerir alimentos saludables y vivir una vida equilibrada. La pureza interna es la posesión de cualidades como la bondad, la alegría, la humildad, la paciencia, la caridad, la sencillez y la templanza; conservar buen estado de ánimo, la concentración de la mente, el control de los sentidos y la capacidad de estar en buena relación con el Ser Superior.
Patanjali escribió que “la mayor felicidad radica en la propia satisfacción.” No se trata de orgullo o soberbia, por el contrario, Santosha es un llamado a la modestia, es regocijarnos en lo que somos.
Al ser seres satisfechos con lo que tenemos, saber mantener la calma hasta en los momentos de adversidad y ser feliz, es vivir en alegría. La actitud del sabio es quien en ninguna cosa se ve afectado y utiliza su inteligencia y su control mental para permanecer firmemente establecido en la sabiduría.
La perseverancia es el esfuerzo que se requiere para llevar a cabo nuestra tarea, es la voluntad necesaria para concretar cualquier acción difícil y lo que nos ayuda a entender que sin trabajo duro, no hay logros.
El estudio de los textos sagrados y libros de yoga son esenciales para comprender los principios fundamentales del Ser Supremo y adquirir sus conocimientos. Este estudio debe realizarse con un espíritu de apertura y reconocimiento profundo de nuestros instructores, sólo así se aprende a prestar atención a lo que sentimos y pensamos en la práctica, leer, estudiar y aprender de experiencias reportadas por otros. A través del estudio se tiene la visión real del aspecto divino que se venera durante la práctica del yoga.
A través de la perseverancia (tapas) y el estudio de los textos sagrados (svadhyaya), la práctica del yoga nos lleva a darnos cuenta de que hay algo que va mucho más allá de las complicadas posturas la respiración o la meditación. A través del Isvarapranidhana, aprendemos a concientizar que nuestras acciones nos dan la oportunidad de vivir una experiencia espiritual y a formar una relación muy cercana entre el yo interno y el Ser Supremo, Dios o el Ser Divino, para otros el misterio, la naturaleza o el todopoderoso, de acuerdo con las propias convicciones de cada quien.
“Para el yogui, el espíritu y la naturaleza no están separados. No se puede crecer espiritualmente sin aumentar la toma de consciencia moral y ética.(…) aunque las normas morales son flexibles y están determinadas culturalmente según el tiempo y el lugar, la ética proviene de la necesidad humana de respetar la unidad de nuestro origen único y la fusión divina de nuestro fin supremo”.
B.K.S. Iyengar, Luz sobre la vida.
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