En esto de la política todo puede cambiar. Tanto que los que hoy dicen blanco, mañana negro y sin rubor venden si se tercia a su madre. La política dejó de ser el arte de hacer ciudad a cambio de nada para convertirse en una máquina de intereses. En esas estamos en Ceuta. De unos meses a estos tiempos de final de año han pasado demasiadas cosas. La política ha dado espacio a auténticos piratas que se cuelan (o lo pretenden) en las instituciones para hacer caja. No hay otro fin. Y esto sucede porque se ha permitido.
Nos cuenta Vivas otra vez que la coalición no se producirá y que quien lo ha querido ha sido siempre el PSOE. De este partido poco sabemos porque desgraciadamente el colocado como líder se niega a comparecer públicamente y solo ofrece entrevistas enlatadas. Es una manera airosa pero también cobarde de no contar las cosas, de no explicar por qué a la tercera, buscando la vencida, tiene que reunirse con Vivas, un prestigioso abogado y el líder del mayor y mejor cuidado equipo de fútbol de la ciudad para luego emperrarse en sus filtraciones. No le podemos preguntar y es una pena.
Así tenemos un fin de año con amenaza de parir un 2024 con meneo político porque no se trata de mirar la forma de gobernar Ceuta sino la de repartirse el poder.
Al común de los mortales poco nos importa el mundo de las estrategias, sobre todo porque los beneficios forman parte de un círculo privado que nos pilla bien lejos. Sí que importa que se pongan en riesgo inversiones o que las ayudas económicas se firmen no por el interés global sino por el de amigotes.
Este 2024 no sé qué culebrones políticos traerá debajo del brazo pero detecto que muchos. Se intentará callar voces críticas y se afianzarán pactos para que el negocio no se les vaya de las manos a los que han desembarcado prostituyendo la democracia sin vergüenza alguna. Por Ceuta y los ceutíes lo llaman. Por eso. En horas demos la bienvenida al nuevo año.