La
situación de bloqueo que se registra en la
frontera del Tarajal, que separa Ceuta de
Marruecos, y que se traduce en el veto a la entrada de muchas personas que, con su pasaporte, quieren acceder desde Marruecos, ha dado pie a la gestación de un movimiento de afectados que tiene como propósito organizar una gran manifestación. Ya se están produciendo las reuniones y primeros contactos entre empresarios, comerciantes, taxistas, transportistas… que tienen en mente pedir permiso para, además de esa manifestación, plantear una acción demoledora que pase por establecer 15 días de protestas de 12 horas diarias de duración. Protestas para visibilizar el malestar, cada vez mayor, por la suspensión del tráfico comercial y el
porteo pero, sobre todo, por
las decisiones que se están adoptando por parte de las fuerzas de seguridad que dicen cumplir las órdenes de la
Delegación del Gobierno y que están negando la entrada a muchos marroquíes exigiéndoles por ejemplo visado a los que tenían este eximente. Las denuncias no se han hecho esperar:
empresarios que protestan porque sus clientes después de esperar horas en la cola, al llegar al lado español, han sido rechazados; sectores empresariales que denuncian una caída de ventas porque no se permite la entrada de marroquíes que vienen a hacer compras; sectores dependientes de las naves del Tarajal como el transporte que no funcionan porque no hay actividad, presentándose los polígonos desiertos. La Asociación de Usuarios Frontera Tarajal/Bab Sebta se suma también a este movimiento en gestación que se conoce justo después de la
reunión mantenida, la semana pasada, entre varios empresarios con la cúpula de la Delegación del Gobierno y de la que nada sacaron en claro. El porteo sigue suspendido a través de ‘Tarajal II’ porque así lo ha pedido España, ya que en esa reunión se manifestó que la idea había salido de las autoridades locales, no de Marruecos. Los empresarios denuncian que esos vetos que está desarrollando la Policía y la Guardia Civil no tienen justificación alguna y solo se sustentan en la orden dada por la Delegación, discriminando la entrada de personas sin mayor justificación y reclamando el visado a quienes no tenían por qué portarlo. De momento se están aportando ideas para liderar una protesta que se haga notar en Ceuta. El problema de la frontera es un problema que afecta a todos, no solo a los empresarios del Tarajal. Los propios transportistas hacen menos viajes al polígono, lo que afecta directamente a su empresa. Es una cadena porque los siguientes escalafones de afectados son las consignatarias, aduanas, navieras… que hacen menos viajes de mercancía. Y así se continúa porque si unos no ingresan tampoco gastan en otros establecimientos de la ciudad: restaurantes, empresas de todo tipo… servicios varios. Los taxistas tienen menos clientes a la frontera con lo que también ingresan menos. Los afectados piden un gabinete de crisis, como el que se organizó con motivo de las algaradas de inmigrantes en el puerto, para que se adopten medidas eficaces y se deje de provocar un boicot en el paso fronterizo del que se ve afectada en definitiva toda la ciudad.
Las quejas de los comerciantes marroquíes
El cierre de la puerta de Ceuta ha provocado una parálisis económica del comercio entre las personas cuyos negocios dependen del paso fronterizo llegando a verse amenazados por la bancarrota. Según varias quejas publicadas en redes sociales, serían 4.000 las familias afectadas en ausencia de otra salida económica en la zona y de encontrar otra alternativa para los que llevan años dedicándose a lo mismo. Los comerciantes marroquíes alegan que el cierre de la frontera tendrá repercusiones negativas no solo a nivel económico, también afectará a la estabilidad social y a la seguridad en la región. Otra de las consecuencias a las que los comerciantes marroquíes se han referido es la irrupción del tráfico entre Teuán y el Estrecho de Fnideq, que hizo que los propietarios de los taxis y todo tipo de medios de transporte vivieran bajo el techo de una crisis sofocante sin precedentes. Este colectivo lamenta las condiciones desfavorables en las que se desarrolla esta crisis a lo que se suma lo que han tildado de “silencio” por parte de los funcionarios, algo que no ven como un futuro muy prometedor.