Es una pena acudir a playas tan espectaculares como la del Desnarigado y ver durante todo el camino, en los accesos a ésta y las mismas rocas, la basura y residuos acumulados producto del consumo humano. Una falta de civismo y un desprecio total al patrimonio medioambiental del Ceuta.
Este espacio natural no es la única víctima de la falta de conciencia medioambiental. Por todo el Monte Hacho, incluso en los senderos más recónditos, no es difícil encontrar botellas de plástico o latas de los transeúntes que no dudaron en arrojarlos sin impunidad. Lo que no entienden es que, además del aspecto lamentable que dejan, todos estos residuos son un peligro, un foco de incendios potenciales que pueden llegar a ser tan abrasivos como el sucedido el mes pasado en García Aldave.
Lo mismo ocurre con los coches abandonados, otro símbolo de dejadez y que genera un problema de salud pública. Además de que se convierten en nidos de fauna nociva, también son un atractivo para los vándalos que los incendian o del negocio ilegal del desguace en mitad de las calles y de la venta de estas piezas al otro lado de la frontera. Otro negocio más que perjudica al medioambiente.
Esta claro que el problema de la basura en esta ciudad es grave. La Ciudad hace lo suyo, como siempre se puede hacer más, estableciendo una nueva normativa, publicada hace unos meses, donde recrudece las multas en relación a los residuos urbanos.
No obstante, aquí el problema es de conciencia medioambiental, de una falta de respeto absoluto a un patrimonio que es de todos y del que todos queremos disfrutar. No se puede actuar así y no se puede dejar hundir a estos paraísos naturales entre la basura.