La Ciudad confía en un traslado inminente de los adultos que permanecen en las calles de Ceuta, formando parte de los asentamientos irregulares desperdigados por distintos barrios y sobre los que no existe un control sanitario. La idea es proceder a su localización y, con ayuda de las fuerzas de seguridad y entidades sociales, ejecutar su traslado a una de las naves del Tarajal, en donde podrán disponer de lo que prevé presentarse como un centro base de referencia.
En ese centro se procedería no solo a la identificación de los marroquíes adultos sino, también, a la práctica de test para separar a los que pueden estar contagiados de los que no, disponiendo entonces de dos alas diferenciadas para evitar más contagios. Para poder disponer de ese espacio, en estos días se ha procedido a habilitar Piniers para que pueda tener no solo de más módulos para los menores sino también iglús separados en donde puedan diferenciarse los casos de contagios de los que no, estableciendo en este albergue provisional dos puntos separados para evitar rebrotes de covid-19.
Esta semana se ha procedido a la desinfección y limpieza de las naves para llevar a cabo esos traslados retirando así a los marroquíes adultos de las calles y rebajando la presión que existe sobre todo en determinados barrios en donde los asentamientos han aumentado de manera notable.
Las naves del Tarajal se han convertido en el único recurso posible que ha aportado la Ciudad a pesar de no tener competencia en materia migratoria. Se ha descartado, por ejemplo, la apertura de cuarteles o instalaciones militares que estén en desuso o habilitar espacios en la zona de la Hípica -al lado del CETI- como se ha hecho con motivo de anteriores entradas masivas por el perímetro fronterizo.
Las naves no constituyen la mejor de las alternativas pero es la única hallada para rebajar la presión que se registra en muchos barrios en donde no se ve con buenos ojos la cantidad de asentamientos que están proliferando y los problemas que esto conlleva.
Pero las naves tienen también sus problemas. Los techos por los que en tantas ocasiones se han subido los menores para escapar no están en buenas condiciones, además la llegada de altas temperaturas no ayuda al modo de vida que pueda llevarse a cabo dentro de las instalaciones debido al calor y a que no están preparadas para acoger a tantas personas. Las naves han sido reconvertidas a toda prisa en centros, cuando son infraestructuras preparadas como almacenes y que no reúnen las condiciones para ese uso pretendido dado a modo de urgencia. Lo mismo sucede en el pabellón Santa Amelia en donde están más menores y en donde ya se empiezan a conocer las primeras críticas sobre el estado en que están viviendo porque no son centros como tales.
De momento lo que se presenta como objetivo prioritario es retirar a estos adultos de las calles y empezar a ir recuperando espacios perdidos por los asentamientos, como es el caso de pistas deportivas de barriadas o zonas del monte en donde existe riesgo de incendio debido a que los inmigrantes hacen fogatas para cocinar o calentarse.
En cuanto al número de personas que pueda haber en la ciudad, se estima que sea en torno a 2.000, aunque ni las fuerzas de seguridad lo tienen claro ya que se tiene conocimiento de que hay muchas que, de forma ocasional, están en casas aunque permanecen también parte del tiempo en la calle.
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