La Ciudad Autónoma ha logrado reducir su volumen de deuda viva un 33% durante los últimos ocho años. Si en 2012 ascendía a 269,5 millones, el ejercicio pasado lo cerró, según los datos publicados esta semana por el Ministerio de Hacienda, en 178,5, un total de 91 menos, volviendo casi al nivel de 2018 (178,1), al que no se descendía desde 2008 en Ceuta.
En aquel entonces la administración local debía 85,8 millones que más que duplicó en apenas un año, pues 2009 lo abrochó con 195,3.
La deuda viva de la Ciudad no dejó de crecer hasta 2012, cuando pegó otro estirón de 207,1 a 269,5 millones. A partir de ese momento inició un descenso progresivo que sólo se vio interrumpido en 2019, cuando creció de 178,1 a 187,2.
Según la documentación enviada en su momento al Ministerio de Hacienda en relación con el Plan de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera de la Ciudad, los compromisos asumidos con ocasión del Plan de Ajuste comprendían una reducción de la deuda viva de forma que al término del periodo considerado (2015-2022) esta magnitud pasaría del 82 % al 61 % sobre ingresos corrientes.
El valor previsto para 2021 se situaba en un 62%. Por lo que se refiere al saldo de deuda viva en el mismo periodo, la evolución debía de transcurrir desde 201 a 164,4 millones, siendo la magnitud teórica de este año de 164,8 millones, de acuerdo con las estimaciones de la Intervención.
La razón de ser de este incremento en el nivel de deuda deriva del hecho de la refinanciación acometida en 2020 para hacer frente a la pandemia y sus derivadas económicas y sociales de diferentes préstamos que tenía concertados la Ciudad que han supuesto un aumento en el plazo de amortización y, como consecuencia directa, el diferimiento en el pago de las cuotas, teniendo en cuenta la existencia de unos nuevos periodos de carencia.
Durante el ejercicio corriente se prevé pedir 30 millones a los bancos y amortizar 13.
La demanda de energía eléctrica se contrajo el año pasado en Ceuta un 3,3% con respecto al ejercicio anterior, hasta 199 GW/h, más del doble de lo que disminuyó en Melilla (-1,4%) pero lejos de las caídas registradas en los otros dos sistemas no peninsulares: un 19,2% negativo en Baleares y un 10,5% en Canarias.
En el conjunto del sistema peninsular la reducción se cifró en un 5%, la mitad de lo que cayó el PIB (-10,8%), según el balance publicado por Red Eléctrica de España (REE) con respecto al periodo de mayor incidencia de las restricciones de movilidad y actividad social y económica ligadas a la pandemia de la enfermedad del coronavirus, que casi paralizó totalmente el país durante el periodo de marzo a junio.
Además de en la ciudad hermana, el resto de regiones que mostraron una caída de la demanda eléctrica inferior a la contabilizada en Ceuta fueron Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Murcia.
El año de la COVID la demanda de electricidad experimentó un descenso del 21,4% en los momentos más complicados y las redes de telecomunicaciones se enfrentaron a un crecimiento extraordinario del volumen de datos.
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